Robert Lind (Capital Group): “El precio a pagar por llevar la inflación de vuelta al 2% es demasiado alto”

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Robert Lind. Cedida por Capital Group

El cambio en el discurso de Robert Lind es testamento de lo increíblemente volátil que han sido los últimos 12 meses. Cuando el economista de Capital Group se sentó ante clientes españoles a finales de septiembre de 2021, descartaba un escenario como los años 70 y una inflación de doble dígito. Poco mas de un año después, el experto reconoce que las subidas de precios probablemente serán más persistentes de lo que los bancos centrales contemplaban inicialmente.

Pero es que la visión de Lind no va contracorriente. Al igual que el sentimiento inversor con la inflación ha mutado con el estallido de la guerra en Ucrania también lo ha hecho las previsiones macroeconómicas. Hace un año hablar de recesión parecía pesimista. Hoy es consenso. Y Lind no lo dice con la boca pequeña: “Cada vez parece más inevitable que Estados Unidos y Europa van dirigidas a una recesión”.

Será una contracción provocada por el ajuste en la política monetaria de los bancos centrales. “Pero no lo debemos leer como un error político. Es simplemente el precio a pagar por luchar contra la inflación”, insiste el economista.

Un entorno muy distinto

Lind no interpreta como irracional el nerviosismo inversor. “Estamos ante un shock energético del nivel de la crisis del crudo de 1974”, recuerda. Si bien los precios del gas se han calmado en las últimas semanas, aún están en cotas históricamente altas a las puertas del invierno. “Por eso están tan nerviosos los inversores. Es un entorno muy distinto. Y el mayor cambio lo está viviendo Europa”, explica.

Las reglas del juego han cambiado. Hemos pasado de un Banco Central Europeo luchando por que la inflación llegara al objetivo del 2% a ahora desesperado por rebajarla por debajo de ese nivel. En su opinión, parece que los bancos centrales parecen determinados a centrarse este combate. En otras palabras, que podría desencadenar una contracción bastante significativa.

El debate actual es: cuánto de esto es cíclico y cuánto estructural. Por un lado, Lind contempla que la inflación se relaje de manera natural por el efecto base, pero, por otro lado, también subraya la falta de inversión en infraestructura que llevan arrastrando los países desarrollados.

El riesgo de una espiral inflacionista

Y es una pregunta clave. Cómo de profundo y cómo de largo será este periodo de alta inflación. Es la lección que se llevaría de los años 70. “Cuando la inflación está incrustada en la energía y los alimentos se convierte en un problema más saliente para los trabajadores. Y eso es lo que preocupa a los bancos centrales. Porque el trabajador no silo empieza a pedir una subida de sueldo para compensar el poder adquisitivo perdido este año sino que también cuenta con la inflación del año siguiente”, explica. Es lo que derivaría en una espiral inflacionista y que los bancos centrales perdieran el control de la situación. Es lo que convertiría a la inflación en algo difícil de combatir.

En opinión de Lind, estamos subestimando el impacto de un mayor ratio de deuda/PIB. ¿Cuándo fue la última vez que la política fiscal demostró que podría ser demasiado laxa? Sí, en los años 70.Y, ¿ahora? Como demostró Reino Unido hace unas semanas, los déficit de los gobiernos pueden mutar en problemas más grandes. No solo por lo que piense el mercado; los trabajadores pueden interpretarlo como una anticipación de que los gobiernos querrán una mayor inflación para reducir su deuda.

Un nuevo régimen macroeconómico

El problema que ve el economista es que los bancos centrales tendrán que aceptar cierto nivel de apoyo fiscal por parte de los gobiernos. El resultado es que, si bien no se va a normalizar una inflación del 10-20%, sí será más común un 3-5%. “El precio a pagar por llevar la inflación de vuelta al 2% es demasiado alto”, afirma. Por ello, Lind no cree que los bancos centrales serán capaces de llevar los tipos de interés al nivel que necesitan para devolver a la inflación de antaño.

Así, el economista prevé que estamos entrando en un nuevo régimen macro. “Y esto tiene profundas consecuencias para el tipo de acciones con las que nos sentimos cómodos teniendo en cartera. Quizás haya que repensar la tasa de descuento que se aplica a las valoraciones”, plantea.