Robert Lind (Capital Group): “No vamos revivir los años 70, pero tenemos que acostumbrarnos a una inflación al 3%”

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Robert Lind. Cedida por Capital Group

Hace unos años la inflación no era una palabra en el diccionario diario de muchos inversores. Quién diría que tras años de precios estancados ahora el miedo es precisamente el contrario. Sin duda, el camino de la inflación se ha convertido en la principal preocupación de los mercados este año. Pero el debate está servido: ¿las fuertes subidas en el IPC son la nueva norma o un repunte puntual? ¿Estamos viendo una inflación transitoria o estructural?

Por ahora el consenso sigue apostando por una inflación temporal, que se ha agravado por los recientes tapones en las cadenas de suministro. Pero para Robert Lind, economista jefe en Europa de Capital Group, hay motivos para pensar que estamos ante una tendencia más duradera.

Y por varias razones. Primero, porque esos retrasos en las cadenas de suministres pueden ser más persistentes de lo que se cree. Lind ve probable que dure como mínimo lo que queda de 2021 y a lo largo de 2022. Y no descarta que se puedan sentir sus coletazos incluso en 2023. Segundo, porque los políticos están preparados para tolerar una mayor inflación. Tercero, porque la pandemia ha supuesto un cambio estructural en la política fiscal de las economías desarrolladas.

¿Inflación como en los 70?

Pero el retorno de la inflación tiene muchos matices. “No vamos a revivir los años 70”, insiste Lind. “No vamos a ver subidas de precios de doble dígito”. Lo que sí veremos es el final de la era de un IPC que no llega al objetivo de los bancos centrales del 2%. “La inflación de la próxima década probablemente se moverá en el 3%. E incluso en el 4% en algunos países”, vaticina el economista.

Y es que hay factores imprevisibles que han entrado en la ecuación. Principalmente, problemas de abastecimiento en varias partes de la economía. El propio Lind lo ha vivido persiguiendo gasolina en las últimas semanas en Reino Unido. Pero es un problema casi global. “Esto nos recuerda que hay elementos secundarios que no se pueden anticipar que terminan teniendo un impacto notable”, insiste.

Pongamos como ejemplo lo que está pasando en el puerto de Los Ángeles. Los barcos simplemente no pueden descargar sus contenedores con los bienes importados a Estados Unidos porque los puertos están llenos. ¿De qué? Pues de otros barcos con contenedores… pero vacíos porque la exportación estadounidense se ha ralentizado. Y encima, la escasez de camioneros impide que esos contenedores vacíos se puedan mover a otra parte.

La escasez por venir

La escasez será la gran temática de los próximos meses. Escasez de materias primas, escasez de trabajadores, escasez de producto para hacer frente a una creciente demanda del consumidor. Algo tan sencillo como comprar una bicicleta puede convertirse en un reto. El problema es que lo que parecía un problema puntual se está convirtiendo en un problema para el crecimiento económico. No se puede vender algo cuando no hay capacidad de fabricarlo. Y las recientes subidas en los precios de la energía (electricidad y gas) no hacen más que aumentar la narrativa de una inflación creciente.

Ciertamente es un contexto incierto para el inversor. “El Covid-19 probablemente será endémico durante unos años más, por lo que puede seguir limitando a la población. Los economistas van a estar limitados por estos cambios en el comportamiento de los consumidores y hogares a medio plazo”, explica Lind.

A esto se suma un contexto político desafiante. China está atravesando un periodo de cambio. Hay quien busca darle una lectura catastrofista, especialmente con lo que está pasando en su sector inmobiliario, pero Lind optaría más bien por entender la capa política que subyacen a los últimos cambios en su regulación. “Xi Jinping es una persona políticamente astuta”, remarca. Eso sí, es innegable que supondrá un entorno político y económicamente más complejo. “Y podrá ser doloroso vivirlo”.