Schroders: vuelve el decoupling, pero esta vez a favor de los países desarrollados

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Philippe Put, Flickr, Creative Commons

Durante los años más duros de la última crisis financiera se experimentó un fenómeno denominado “decoupling”, la descorrelación entre economías desarrolladas y emergentes por el mayor crecimiento de las segundas. Siete años después de la quiebra de Lehman Brothers, ahora los economistas de Schroders predicen un decoupling a la inversa, por el mejor comportamiento del mundo desarrollado en detrimento de los países emergentes. De hecho, la debilidad de los países en vías de desarrollo ha llevado a Keith Wade (economista jefe), Azad Zangana (economista centrado en Europa) y Craigh Botham (economista de mercados emergentes) a recortar su prevision de crecimiento global para este año hasta el 2,8%. 

Los economistas detallan que los países desarrollados crecerán un 2,2% (un 0,5% más que en 2014), frente al recorte en emergentes del 4,2% anterior al 3,7%. La recuperación del mundo desarrollado estará impulsada por Estados Unidos, donde prevén que su PIB registre el crecimiento más fuerte (3,2%) desde 2005. Wade, Zangana y Botham también han mejorado sus previsiones para Europa y Japón para este año, hasta el 1,3% en el primer caso y el 1,6% en el segundo. 

Para este trio de expertos, el trasvase de crecimiento entre ambas categorías de países es el reflejo de al menos tres factores, el primero de los cuales no es ni más ni menos que el descenso en el precio del petróleo, ya que “favorece a los países avanzados sobre los emergentes al ser los primeros consumidores netos de petróleo mientras que entre los segundos se incluye un número de productores destacados”. A esto se le ha de añadir que el incremento del poder adquisitivo por el abaratamiento de la energía se nota antes en los países desarrollados, debido a la inexistencia de subsidios gubernamentales a la gasolina. Aunque los de Schroders constatan que este análisis es una generalización, ya que países asiáticos como China o India también se van a beneficiar de la caída del precio del barril de petróleo, concluyen que “el efecto general sobre las economías emergentes es negativo en comparación con sus competidores desarrollados, un resultado generado en el corto plazo al tender los perdedores a recortar gastos más rápido que los ganadores”. 

A esto añaden que se ha observado en los últimos años un descenso en el excedente de producción de países emergentes demandado por los desarrollados, que se puede identificar por ejemplo en la recuperación de la cuenta corriente de Estados Unidos, que ahora exporta más de lo que importa (a diferencia de los últimos tres ciclos económicos). Los economistas predicen que esta tendencia va a tener continuidad en el futuro.

El tercer factor tiene que ver con las divisas. “El alza de la producción de shale oil, el liderazgo tecnológico de EE.UU. y un dólar competitivo han sido factores que han dirigido la demanda hacia el mercado doméstico más que hacia compañías de otras regiones. Sin embargo, hacemos notar que a medida que se aprecie la divisa, esto ha estado cambiando”, explican Wade, Zangana y Botham. De acuerdo con sus cálculos, el dólar frente a otras divisas comerciales se encuentra en máximos de diez años. 

Una tarta más pequeña

Los economistas también anticipan una fiera guerra de divisas con varios actores implicados: “Hoy, en la economía mundial el crecimiento de la demanda sigue siendo poco entusiasta y bastante inferior al que se consiguió antes de la crisis financiera global, y los bancos centrales están utilizando la depreciación de la divisa para ganar una porción mayor de una tarta más pequeña”. En este entorno, donde también sigue ausente la recuperación de la concesión de crédito, los expertos constatan que el principal mecanismo de transmisión de las políticas hiper acomodaticias de los bancos centrales es la debilidad de la divisa. “Se está convirtiendo en un mundo de políticas de empobrecimiento del vecino”, constatan Wade y compañía. 

Los economistas también advierten de los efectos adversos de una subida de tipos en EE.UU. para las divisas emergentes: “Aunque la Reserva Federal conseguirá evitar la repetición del taper tantrum de 2013, una política monetaria más dura en EE.UU. va a crear volatilidad en los mercados financieros al repatriar los inversores capital desde mercados con rentabilidades superiores. Aquellos dentro del mundo emergente que han sido beneficiarios significativos de las políticas laxas de EE.UU. y han visto una explosión de crecimiento en sus mercados de crédito probablemente sean los más afectados”. 

El último factor que puede explicar a ojos de los expertos de Schroders el trasvase de crecimiento del mundo en proceso de industrialización al industrializado es de tipo idiosincrático y afecta exclusivamente al mundo emergente; ponen como ejemplos “el aislamiento internacional cada vez mayor de Rusia y el escándalo de Petrobras en Brasil”. En el lado contrario de la balanza sitúan a India, que consideran el país con mejores perspectivas dentro de los BRIC. 

Todas estas observaciones llevan a los economistas de la firma británica a concluir, a modo de resumen, que “la combinación de precios más bajos del petróleo con un dólar más fuerte indica que, a pesar de que el entorno macro está mejorando, las ganancias más grandes serán vistas en las economías desarrolladas más que en las emergentes”.