Se afloja el freno de mano de la economía china: los riesgos para la inflación

Tras un paréntesis de dos años, Schroders volvió a organizar su conferencia anual de inversión en Lisboa, la vigésima edición. Y ha sido un periodo en el que han pasado muchas cosas. Como recordó Carla Bergareche en su introducción, dos semanas antes de que se hiciera oficial que había una pandemia, en la misma sala, en el mismo evento, en Lisboa, sólo el 6% de los inversores consideraba que el COVID-19 era el mayor riesgo para 2020. "Todos subestimamos ese riesgo", reconocen.

Aunque no ha tenido un impacto muy negativo en los mercados financieros en 2020 y 2021, como recuerda, todavía estamos sintiendo el impacto de sus efectos. Y mucho de lo que experimentamos en 2022 está directa o indirectamente relacionado con la pandemia. A esto hay que añadir la guerra en Ucrania y la crisis energética, que ha generado el cóctel de inflación y subidas de tipos de interés que ha centrado las preocupaciones de los inversores durante el último año.

Más leña al fuego de la inflación

Sin embargo, a un nivel más micro, el tema del momento es otro. La reapertura de la economía china, que puede representar algo más de leña al fuego de la inflación, que no parece estar cerca de apagarse. Keith Wade, economista jefe de Schroders, detalló los riesgos derivados de la reapertura post-Covid cero de la segunda economía mundial. "Uno de los posibles escenarios que ya barajábamos en noviembre, y que resulta que se materializa ahora, es la rápida reapertura de la economía china. Por aquel entonces acabábamos de asistir al congreso del Partido Comunista Chino y Xi Jinping tenía muy claro que la política de Covid continuaría. Ahora han eliminado todas las estaciones de prueba y han reabierto la economía. Está causando problemas, sin duda, pero efectivamente sienta las bases para una actividad económica más fuerte", afirma.

Esto les ha obligado a revisar sus previsiones. Apuntaban a un crecimiento del orden del 5% para la economía china. Ahora creen que podría superar el 6%, o incluso el 7% en 2023. Por supuesto, una revisión de esta envergadura en la segunda economía mundial no es indiferente a lo que ocurre en el resto del planeta. "Este crecimiento se sumará a la actividad mundial, en su conjunto, y será reflacionista. Se ha soltado el freno de mano de la economía china y no hay nada que le impida seguir adelante", explica.

Impacto en el mercado de la energía

Uno de los indicadores económicos que al equipo de Keith Wade le gusta observar es la masa monetaria medida por M1, un buen indicador antecedente de la economía china. "Cuando tenemos un repunte de liquidez en la economía, vemos que este repunte impregna los activos de riesgo. Mercados como el MSCI China o los metales industriales tienden a verse impulsados por este ciclo concreto. Y se avecina un ciclo muy potente", afirma. Sin embargo, para el economista de Schroders, el impacto más evidente se va a producir en los mercados energéticos. "China es uno de los grandes consumidores de energía a nivel mundial. Las importaciones de crudo, que cayeron mucho durante la pandemia, ahora han vuelto a subir y eso va a hacer que los mercados energéticos vuelvan a estar mucho más tensos".

Mirando hacia Europa, Keith Wade recuerda que para países como Alemania, exportadores netos de bienes de equipo, la reflación de China podría reportar algunos beneficios. Sin embargo, una región que ha visto en los mercados energéticos, concretamente en el del gas, un riesgo importante para la inflación y la economía, podría sufrir las consecuencias. "En cierto modo, la política de covid cero de China ayudó a Europa en 2022. Ahora vamos a tener al país asiático compitiendo por cargamentos de gas natural licuado. Va a ser mucho más difícil reforzar el almacenamiento de gas para el próximo invierno y los precios subirán sin duda. Eso ejercerá presión sobre la inflación y presión para que se refuerce el apoyo a la economía a través de políticas fiscales como resultado de esta dinámica", advierte el economista.