Cosas que los inversores deben tener en cuenta a medida que avanzamos hacia un cambio de régimen

cambio
Wiertz Sébastien, Flickr, Creative Commons

Aunque cada inversor tendrá sus propios objetivos de rentabilidad, perfil de riesgo y limitaciones en cuanto a la exposición a las clases de activos, hay seis temas generales que, según Pascal Blanqué, director de Inversiones en Amundi, los inversores deben tener en cuenta a medida que avanzamos hacia un posible cambio de régimen.

1. Hacer de la liquidez una dimensión clave de la construcción de carteras.

De acuerdo con el experto, "el COVID-19 apunta al estallido de una crisis de liquidez en el sector corporativo (no en la banca, esta vez), haciendo de la liquidez la dimensión clave que los inversores deben incorporar al proceso de inversión. También conlleva un cambio definitivo en las estructuras de mercado: un aspecto es la caída de las actividades de creación de mercado por parte de los bancos acompañada por la búsqueda de rendimiento, el segundo aspecto es el papel fundamental de del buy-side en el funcionamiento y la financiación del sistema económico financiero".

Sin embargo, esto también trae consigo riesgos que son diferentes del enfoque tradicional centrado en los bancos. "Todo ello apunta a la necesidad de que las distintas autoridades (bancos centrales, reguladores) incluyan las consecuencias de esta realidad en sus políticas y canales de acción de transmisión directa. Esto es lo que la Fed está haciendo; no combatir una guerra pasada, sino implementar facilidades en el buy side para llevar a cabo sus políticas. Esto también está proporcionando pruebas convincentes de que la liquidez en nuestra industria debe estar plenamente integrada como una dimensión clave en el proceso de construcción de carteras, de que se producen desajustes de liquidez y de que existe una relación entre rendimiento y liquidez".

En la última década, los inversores acometieron agresivamente inversiones ilíquidas en busca de mayores rendimientos. "Si bien creemos que esta tendencia continuará, consideramos que deberían cambiar su forma de ver su cartera teniendo en cuenta que el perfil de liquidez de cada clase de activo e instrumento no es estático, sino que cambia con el tiempo, y que las características ilíquidas podrían estar presentes no sólo en el segmento de los activos reales, sino también en algunos instrumentos percibidos como líquidos que podrían volverse ilíquidos en tiempos de crisis". En consecuencia, Blanqué considera que la liquidez debería ser uno de los indicadores clave de la construcción de carteras, junto con el potencial de rendimiento y la volatilidad, sobre los que los inversores deberían hacer suposiciones en cuanto a la evolución futura.

"Esto significa que los inversores ya no deben considerar la liquidez como exógena y ex-post, un elemento medido irregularmente, sino como una dimensión endógena ex-ante constante de la construcción de la cartera. La liquidez también debería considerarse no sólo como un instrumento defensivo para mitigar la volatilidad, sino también como un elemento clave para aprovechar las oportunidades de inversión cuando surjan", afirma..

2. Reconsiderar la definición de activo seguro.

La crisis no sólo está haciendo de la liquidez un aspecto clave a vigilar, sino que también está propiciando que surjan de nuevo preguntas sobre cuáles son los activos seguros libres de riesgo. "En teoría, éste debería ser un concepto relativo, dependiente de los pasivos, pero en realidad, los treasuries y los bunds son los únicos activos que el consenso considera libres de riesgo. Este concepto debe distinguirse del concepto de activos líquidos, pero en realidad los activos seguros y los líquidos están entrelazados, como demuestra la crisis actual. Por lo tanto, el conjunto de instrumentos eficaces, seguros a nivel global (es decir, reconocidos como tales por la comunidad inversora) y líquidos es limitado: por eso, es normal que estos activos tengan una prima o, dicho de otro modo, que los inversores deben mantenerlos independientemente de otras métricas clásicas (valoración, estimaciones sobre qué hará el banco central...)", explica.

3. Construir una asignación de activos estratégica sobre la base de tres componentes: alfa idiosincrático, beta barata y rentas.

En un mundo de bajos rendimientos, Blanqué cree que los inversores tendrán que ser activos en sus opciones de asignación de activos para buscar mayores rendimientos ajustados al riesgo. "Esto significa que deben tomar decisiones activas de asignación en cuanto a la exposición beta o exposición a cualquier factor replicable (alfa replicable) y deben tratar de reducir los costes de este tipo de asignación".

Por otra parte, el experto señala que l"os inversores también deben buscar oportunidades de alfa idiosincrática (no replicable) disponibles, especialmente en los mercados en los que siguen existiendo ineficiencias (renta fija, mercados emergentes, pequeña y mediana capitalización, ESG). Por último, también tendrían que añadir nuevos motores de rentas (activos reales, dividendos) más allá del componente tradicional de renta fija".

4. Establecer objetivos claros (rentas, tolerancia al riesgo a la baja, protección contra la inflación) e incorporarlos al diseño de la cartera a través de múltiples clases de activos.

Los inversores deben establecer claramente sus objetivos, por ejemplo, en términos de objetivo de rentabilidad, objetivo de flujo de rentas o pérdida máxima aceptable. De acuerdo con el experto, esto querría decir que, mientras que en el pasado los inversores podían seleccionar algunas clases de activos específicos para alcanzar cada uno de esos objetivos (por ejemplo, acciones para aumentar los rendimientos, bonos para obtener un flujo de rentas y preservación del capital), ahora para alcanzar cada uno de esos objetivos específicos deberían tener en cuenta todas las clases de activos.

"Por ejemplo, para los inversores que buscan rendimientos elevados, la renta variable podría seguir siendo una buena opción, pero la deuda corporativa, especialmente si cotiza con elevados niveles descuento, también podría ser muy atractiva. En cuanto a las rentas, los bonos soberanos ofrecerán rendimientos menores y se podrá acceder a los dividendos de las acciones de forma muy selectiva, mientras que los inversores que busquen rentas más elevadas podrían considerar activos reales ilíquidos como la deuda privada, los activos inmobiliarios o las infraestructuras".

A efectos de preservación del capital, Blanqué recuerda que los inversores deben tener en cuenta que las dinámicas de correlación pueden cambiar, especialmente si en algún momento pasamos a un entorno de mayor inflación. "Por lo tanto, los inversores deben buscar diferentes fuentes de cobertura, como en la exposición a divisas, estrategias con derivados o exposición a materias primas (como cobertura contra el riesgo de inflación, por ejemplo)".

5. Explorar el beneficio de la diversificación en diferentes ejes (geográfico, factorial y de estilo) a medida que nos alejamos de un único factor (monetario) que impulsa los retornos a múltiples factores (crecimiento, inflación, etc.).

Estamos saliendo de una época en la que dos factores principales dominaban los mercados financieros: el factor monetario (tipos de interés, inflación) impulsaba la diversificación de las clases de activos; y el factor del comercio mundial impulsaba la diversificación geográfica. "En una era de desglobalización (crecimiento global ya no significa comercio global), con la posibilidad de que las tendencias de la inflación se inviertan en algún momento (de tendencia a la baja, a tendencia al alza) y una mayor volatilidad, la diversificación a través de diferentes ejes tendrá un papel más importante en la construcción de carteras para mejorar los rendimientos ajustados al riesgo", asegura.

En su opinión, a medida que abandonamos el régimen en el que los rendimientos estaban impulsados principalmente por las expectativas monetarias, entramos en un entorno diferente, en el que pasarán a ser relevantes diferentes factores y podrán afectar de forma diferente a las diversas clases de activos y regiones. "Los inversores deberían considerar la posibilidad de tener una asignación material dedicada a los activos de mercados emergentes en su cartera estratégica. La inflación también será un factor que volverá a estar en el punto de mira, en nuestra opinión. En este sentido, los valores ligados a la inflación, las materias primas y los activos reales serán las clases de activos a los que habrá que prestar atención. Por último, la ampliación del universo de inversión debería incluir la exposición a factores macro y a factores de clases de activos, ya que se ha demostrado que la diversificación por factores es más eficaz que la diversificación tradicional por clases de activos".

6. Adoptar la Inversión ISR.

En su opinión, surgirán nuevas temáticas en el nuevo régimen que tendrán fuertes componentes ISR. La primera es la tendencia de las inversiones relacionadas con el cambio climático, algo que ya está en marcha y que se prevé que continúe, ya que esta cuestión ocupa un lugar destacado en la agenda de los gobernantes y la opinión pública. La segunda tendencia principal que, según Blanqué, se reforzará aún más después de esta crisis es el foco en la sociedad hacia una mayor igualdad social.

"Especialmente en Estados Unidos, las desigualdades han ido aumentando a un ritmo creciente, y actualmente las personas con rentas bajas se enfrentan a riesgos aún mayores durante esta pandemia, ya que muchos ciudadanos no tienen seguro médico. En general, se prestará más atención a la forma en la que las compañías actúan en interés de todos los grupos de interés y la comunidad. Esto se traducirá en un mayor impacto en los precios de las acciones de algunos factores de riesgo ESG, lo que proporcionará oportunidades para los gestores activos tanto en el segmento de acciones como en el de bonos. El COVID-19 tendrá un impacto en la relevancia de la E versus S vs. G. El componente S, en nuestra opinión, atraerá más interés y el foco en la medición del componente S crecerá".