¿Será China capaz de implementar sus reformas más importantes de los últimos 20 años?

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Aaron T. Goodman, Flickr, Creative Commons

El Partido Comunista de China marcó el pasado 15 de noviembre un hito que previsiblemente será histórico para la evolución económica del país en las próximas décadas. En el contexto de su Tercera Sesión Plenaria, los comunistas chinos aprobaron el mayor paquete de reformas visto en el país desde 1990, entre las que figuran reformas fiscales y urbanísticas, la suavización de la política del hijo único, mayor protección del medio ambiente, la posibilidad de que las administraciones locales puedan emitir bonos para financiar obras de construcción y pasos hacia la liberalización de los tipos de interés y la convertibilidad del renmimbi, que este año ha batido máximos de dos décadas contra el dólar. Y todo ello, en el marco de un partido con nuevas caras en su cúpula y una intención manifiesta de luchar contra la corrupción.

En un principio los inversores expresaron su beneplácito comprando bolsa china. Ahora, llega el turno de la reflexión. Fidelity Worldwide Investment es una de las gestoras que ha seguido los movimientos del Partido Comunista chino y ha publicado exhaustivos análisis sobre las consecuencias de este inédito paquete de reformas. “Por primera vez en los últimos 20 años, el gobierno dejará que los mercados desempeñen un "papel decisivo" a la hora de asignar los recursos (un aumento desde el "papel básico" anterior), mientras que Pekín se reserva la función de "preservar el desarrollo económico". Sin embargo, el proceso de implantación puede durar muchos años y los cambios probablemente se aplicarán gradualmente para evitar la inestabilidad social”, explican desde la firma.

Estas reformas, enmarcadas dentro del necesario cambio de modelo económico que necesita implementar el país para mantener su ritmo de crecimiento, permitirán según los expertos de Fidelity que “el Estado reduzca gradualmente su participación en la economía y desempeñe tareas de supervisión”. Al mismo tiempo, se irán simplificando procedimientos administrativos y procesos de autorización, lo que “debería estimular el crecimiento de las empresas más pequeñas y también incentivar la innovación”. Las reformas no serán exclusivas de la Administración Pública; entre los otros sectores a los que se extenderá el brazo liberalizador figuran energía, recursos naturales y telecomunicaciones, haciendo que “el poder de fijación de precios del Estado se restringirá a las empresas de suministros públicos importantes, a los servicios públicos y a los sectores donde existe un monopolio natural”, según explican desde la gestora.

Capítulo aparte merecen los objetivos de liberalización de los tipos de interés y la convertibilidad del yuan, ambos esenciales para impulsar la economía china. Al respecto, desde Fidelity vaticinan que “con el tiempo, el régimen de cuotas para invertir en China terminará siendo innecesario y, en este sentido, el Banco Central de China ya ha señalado en un anuncio realizado el 19 de noviembre que el régimen de cuotas para inversores institucionales extranjeros cualificados va a desaparecer en el futuro”. La segunda derivada de la liberalización de los tipos es que permitirá realizar valoraciones más sofisticadas del riesgo, al alentar el avance hacia precios más basados en el riesgo. “Como hemos sostenido desde hace bastante tiempo, China necesita mejorar la valoración del riesgo crediticio, sobre todo en el área de las empresas estatales, y la liberalización del mecanismo de fijación de los tipos de interés debería contribuir a ello”, sentencian desde la gestora americana.

Pese al optimismo infundido por esta voluntad de progreso, hay voces cautas dentro de Fidelity. Una de ellas, la de Bryan Collins, gestor de carteras de la firma: “La ejecución de las reformas es lo que nos dará la verdadera medida de su calado real y, por ello, habrá incertidumbres en torno a los plazos y la magnitud de algunos de los cambios hasta que realmente se lleven a la práctica”. Collins recuerda que “la historia nos demuestra que, aunque son corrientes positivas a largo plazo, la liberalización y las reformas financieras han traído algunas consecuencias negativas a corto plazo”, poniendo como ejemplos la crisis escandinava de los 90, la bancaria que experimentó Corea del Sur entre 1997 y 1998 o la crisis de las entidades de ahorro y préstamos de Estados Unidos.

Con todo, Collins remarca que “ahora tenemos una manifestación clara del rumbo que quieren seguir los gobernantes chinos y eso es algo que el mercado ve en última instancia como favorable”. El gestor estima que estas cuestiones “deberían ser bien acogidas por los inversores en bonos asiáticos, ya que generalmente estos apuestan por el crecimiento continuo del mercado e insisten en la importancia del análisis y los precios basados en el riesgo”.

También se muestra cauto, aunque en menor medida, Dale Nicholls, gestor del FF Pacific Fund: “Creo que no será realmente hasta 2014 cuando tendremos detalles sobre cómo se pondrán en marcha estas reformas, pero estoy seguro de que comenzaremos a ver cambios en la organización presupuestaria, mejoras en la seguridad social, más protección del medio ambiente y reformas urbanísticas que favorecerán la migración de la población a las ciudades”. “Con independencia de cómo se pongan en marcha estas reformas, me mantengo en mi convicción a largo plazo: las inversiones en cualquier sector que estén relacionadas con el aumento de la riqueza personal y los consiguientes cambios en los estilos de vida serán un gran tendencia en China", añade el gestor.

¿Podrá el Gobierno chino cumplir el plan?

Mucho más escépticos se muestran los expertos de Schroders con respecto a la hoja de ruta trazada por el Ejecutivo de Xi Jinping. “Como suele ser el caso con el gigante asiático, la euforia inicial que rodea las reformas debería ser atemperada con pragmatismo. ¿Cuán fácil será ejecutar estas reformas, dadas las grandes barreras que es probable que se erijan?”, se pregunta Robin Parbrook, responsable de renta variable asiática (excluyendo Japón). Para Parbrook, el principal beneficiario de los cambios anunciados será el sector privado chino.

Sí es cierto que, basándose sobre unos cuantos indicadores, el experto admite que “en realidad estamos viendo movimientos hacia el reequilibrio en China”. “El nuevo gobierno parece estar tomando un acercamiento gradual hacia la promoción del consumo y estamos, en general, optimistas con que el impulso de esta política se está moviendo en la dirección correcta”, explica Parbrook. No obstante, afirma que sus expectativas son más bien de que “las reformas se emprenderán sólo si el crecimiento no se ralentiza significativamente, por debajo del umbral mínimo del Gobierno. Si cae, puede que el proceso se pare o incluso se revierta y sobre este frente permanecemos esperando a ver cuán comprometidos están los líderes de China, dado el hecho de que el crecimiento sano y equilibrado en el largo plazo usualmente no sólo es extenso sino también doloroso”.

Además, el responsable de Schroders considera que estas noticias no han alterado el escenario a medio plazo para el país, “al continuar China confrontada con los mismos problemas que antes del Pleno”.