Los últimos años para la industria de la gestión de activos ha sido una vorágine de regulación. Son todos avances positivos, reconoce Serge Weyland, pero el director general de ALFI, el Inverco de Luxemburgo, siente que la prioridad debería estar más bien en estimular el ahorro de los hogares europeos. “Como industria hemos trabajado mucho en mejorar la transparencia, en establecer un marco ASG, en priorizar la eficiencia en costes. Todos son mejoras a nivel de producto, pero, ¿qué hemos hecho para fomentar la adopción de los mismos?”, pregunta.
Para el directivo, es preocupante la brecha de la riqueza que se ha abierto en Europa. “Cuántos ciudadanos europeos no ahorran o tienen su dinero en depósitos o cuentas que dan una escasa rentabilidad a largo plazo”, subraya. Es un punto que le causa frustración principalmente porque el problema no es el producto sino la accesibilidad. “El grueso de la riqueza de los últimos años se ha generado a través de la inversión en mercados de capitales. Y el hombre de la calle puede perfectamente acceder a ellos, pero quizás no es consciente de ello”, lamenta.
Propuestas
En este año que el regulador europeo está tan centrado en establecer la unión del mercado de capitales (CMU), Weyland se pregunta por qué no se pone en común también las buenas prácticas de otros países europeos en materia de ahorro. “Y es que tenemos las palancas necesarias. En algunos países el dinero en fondos de pensiones es nulo mientras que en otros supera el 50%. En vez de enfocarnos en lo verdaderamente importante el debate está copado por temas secundarios cuando lo primero debería ser la prioridad en la agenda de la Comisión Europea porque se está convirtiendo en un problema social”, insiste.
En su opinión, Europa debería resaltar las mejores prácticas y poner el foco en crear un marco común para los vehículos de inversión. “Deberíamos intentar abordar los sesgos nacionales en la industria de la gestión de activos. ¿De qué sirve una directiva europea si luego hay productos que no se pueden comercializar en la práctica porque el marco fiscal de un país resta su atractivo?”, cuestiona. Un claro ejemplo son los fondos de pensiones paneuropeos, que no han llegado a despegar.
Uno de los debates que Weyland pondría sobre la mesa son las medidas obligatorias. “Los incentivos fiscales ayudan, pero en la práctica no necesariamente incentivan el ahorro. Pasa incluso en Luxemburgo, donde la industria financiera es una parte importante de la fuerza laboral. Tenemos un tipo impositivo único para los planes de pensiones pillar II (opcionales y supletorios a la pensión estatal o pillar I), pero están infrautilizados”, cuenta.
Claves del crecimiento futuro de Luxemburgo
A principios de 2024 Weyland relevó a Camille Thommes al frente de la Asociación de la Industria de Fondos de Luxemburgo (ALFI). Desde que Thommes asumió el puesto en 2007 Luxemburgo ha florecido como el domicilio de referencia para el sector. Y en opinión de Weyland, aún le quedan muchos motores para crecer.
Gran parte del crecimiento reciente ha llegado de la mano del florecimiento de los activos privados y los nuevos vehículos a través de los cuales se canalizan. Es un avance que el directivo valora con un equilibrio de cautela y optimismo. “Partiendo del punto de que el grueso de los ahorradores retail no debería invertir en productos ilíquidos, sí hay un segmento del mercado con mayor patrimonio al que no hay que cerrar la puerta a un mercado entero si se explican las consecuencias de la iliquidez”, afirma. Además, como bien recuerda, Europa necesitará estimular la inversión para financiar la transición energética y el capital ya no solo puede depender de la banca tradicional. “Los inversores, institucionales y retail, tendrán un papel que jugar”, vaticina.
Otro de los focos de la industria en los próximos años será la evolución a la que le empujarán las nuevas tecnologías. Por ejemplo, aunque aún no se ha hecho mucho ruido con esto, la tokenización de fondos ya es una realidad. “Será todo un reto para la industria, el cómo dar ese paso hacia la digitalización”, reconoce Weyland. “Inevitablemente conllevará un cambio para algunas partes de la cadena, como el backoffice, pero no también será un impulso para mejorar y seguir creciendo”.