Silicon Valley Bank, Signature... ¿cómo la crisis podría convertirse en sistémica?

Dominó
Foto: Bradyn Trollip, Unsplash

La gran pregunta que se hacen ahora los inversores tras las quiebras de Silicon Valley Bank y Signature Bank es si el colapso de estos bancos podrían ser un indicio de problemas mayores, posiblemente incluso sistémicos. Los efectos de la quiebra de un banco no se limitan a la entidad y a sus accionistas inmediatos, sino que pueden extenderse más ampliamente a un sector y a una economía. Esto ya lo hemos visto en el pasado. Pero… ¿cuándo la crisis se puede convertir en sistémica? ¿A qué deben estar muy atentos los inversores?

Efectos de primer y segundo orden

Tal y como explican desde DWS, este proceso de contagio se puede producir en cuatro etapas. “Ahora que el efecto directo, la quiebra del Silcon Valley Bank y la administración judicial de la FDIC, ya se ha producido, el efecto de segundo orden es el comportamiento de los clientes que tienen depósitos no asegurados en otros bancos, con especial atención a los bancos regionales estadounidenses. Los analistas, a su vez, probablemente examinarán Silicon Valley Bank para ver qué instituciones podrían tener una combinación similar de participaciones en el activo de sus balances”, indican desde la entidad.

Efectos de tercer y cuarto orden

De acuerdo con los expertos de la firma alemana, el efecto de tercer orden sería cualquier desbordamiento hacia empresas vulnerables con balances débiles, como las que emiten bonos de high yield, las empresas del sector de las startups o las relacionadas con los criptoactivos. El efecto de cuarto orden -y el último- serían las liquidaciones masivas en los mercados y, por tanto, el contagio generalizado, por ejemplo, cuando los inversores tuvieran que cubrir las carteras de bonos corporativos mediante derivados de renta variable a falta de otras alternativas.

“Con Signature Bank y Silvergate Bank, hemos visto la primera víctima de los efectos de segundo orden. Creemos que el factor más importante será la forma en que las autoridades estadounidenses gestionen la crisis en los próximos días. Con las medidas anunciadas el domingo, han dado los primeros pasos para restablecer la confianza y evitar retiradas masivas de depósitos”, señalan.

Coinciden con los expertos de J.P.Morgan AM, quienes consideran que el paquete de medidas emitido conjuntamente por la Fed, la FDIC y el Tesoro de EE.UU. busca cortocircuitar el potencial ciclo de retroalimentación de la crisis.

“Son medidas que suponen un cortafuegos integral, que debería tranquilizar a los depositantes y anular la necesidad de retirar depósitos o transferirlos a otras instituciones o vehículos de ahorro. Pero solo el tiempo dirá si los depositantes entienden estas medidas y actúan en consecuencia, o si se ven influenciados por el pánico”, indican desde la entidad. En los próximos días, desde la entidad aseguran que seguirán de cerca los movimientos de depósitos tanto en EE.UU. como en otras regiones.

Comparación con la crisis financiera de 2008

En cualquier caso, consideran que las comparaciones con la gran crisis financiera de 2008 no parecen apropiadas desde la perspectiva actual. “El grupo de empresas vulnerables que podrían verse afectadas es probablemente demasiado pequeño, en comparación con el enorme tamaño del mercado inmobiliario estadounidense que había causado enormes pérdidas en el sector financiero en 2008. Los bancos, por otra parte, se encuentran en una posición mucho más sólida en términos de financiación que antes de la crisis financiera”.

Para Jérémie Boudinet, responsable de Crédito de Grado de Inversión en La Française AM, la quiebra de Silicon Valley Bank y de Signature Bank no suponen un peligro para Estados Unidos ni para el sistema bancario mundial. Sin embargo, sí cree que muestran claramente la falta de supervisión reguladora del sector bancario en la sombra y los peligros de los bancos que dependen de una frágil base de depósitos.

“Las actuales perspectivas de inflación y tipos suponen una clara amenaza para el sector bancario en la sombra, que ha crecido rápidamente a expensas del sector bancario. Aunque el sector bancario no puede escapar a las desgracias macroeconómicas y microeconómicas de la industria bancaria en la sombra, no es responsable de los excesos que se han extendido estos últimos años y no debería sufrir tanto por estos impagos gracias a la solidez de sus balances, las elevadas cantidades de activos líquidos y la posible indulgencia regulatoria, como ocurrió durante la pandemia del Covid-19”, concluye.