Todos los datos que va a tener en cuenta la Fed

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Re_birf, Flickr, Creative Commons

Si se pudiera definir en una sola palabra todos los esfuerzos que ha realizado la Reserva Federal desde que estallara la gran crisis financiera en septiembre de 2008, quizá “titánico” pueda ser la más adecuada, por la envergadura de los estímulos que se han empleado en los últimos siete años, por los resultados que se han reflejado en la evolución de datos macro clave para EE.UU. y, finalmente, por la reacción de distintas clases de activos a un periodo histórico por la excepcionalidad de las políticas monetarias aplicadas. 

Empecemos por lo más básico: el dato de empleo. Cabe recordar que la Fed, a diferencia de otros bancos centrales, dispone de un doble mandato: controlar la estabilidad de los precios (es decir, vigilar la inflación) y velar por el crecimiento doméstico, a través de la creación de empleo. Ben Bernanke, anterior presidente de la institución, decidió consagrarse al cumplimiento del segundo mandato, fijándose como objetivo reducir la tasa de desempleo al 6% antes de volver a la senda de la ortodoxia monetaria. Bien, pues tal y como reflejan las estadísticas publicadas por la Fed, tal objetivo se alcanzó en septiembre de 2014, cuando la tasa mensual descendió hasta el 5,9%. El último dato disponible, correspondiente a agosto de 2015, refleja la continuación de la tendencia bajista, con un paro de tan sólo el 5,1%. 

Otro dato a tener en cuenta por ser una de las métricas favoritas de la actual presidenta de la Fed, Janet Yellen, es el del número de puestos vacantes de empleo y rotación laboral (JOLTS por sus siglas en inglés). Se vuelve a observar una progresión: durante el pasado mes de julio se registraron 5,8 millones de puestos libres, frente a los 5,4 millones de mayo y los 4,7 millones de julio de 2014. Tal y como se observa en el gráfico, la cifra actual, que da una orientación sobre la creación de empleo en el país, se encuentra en máximos desde que arrancase la serie histórica, en el año 2000. Tal y como detallaban los expertos de J.P.Morgan AM este verano, la evolución de los JOLTS no es un asunto baladí, puesto que “antes de la crisis financiera, el tipo de interés y el dato de JOLTS se movían a la par, pero pasados siete años de tipos cercanos a cero han creado una diferencia enorme entre las dos cifras”. Desde M&G Investments, el gestor Jim Leaviss ha añadido que "estos elementos añaden una dosis extra de dinamismo al panorama general del mercado laboral. Ante el carácter positivo de estos indicadores, la subida de tipos debería materializarse pronto". 

Diferente ha sido la evolución del otro mandato de la Fed, la vigilancia de la inflación. Según el Bureau of Labor Statistics, el IPC descendió al 0,2% interanual en julio, en gran parte por el retroceso de las materias primas, especialmente las ligadas a la energía. Aunque el dato es positivo en comparación con el inicio del año (en enero retrocedió al -0,7%), es una cifra que se sitúa muy lejos del objetivo del 2% autoimpuesto por la Fed. Además, si se observa la tendencia de largo plazo se puede constatar una persistente tendencia bajista en la evolución del coste de la vida desde 2014, lo que puede explicar en parte la reticencia hasta ahora de la Reserva Federal a subir los tipos de interés. 

Otros dos datos macro que la Fed considera esenciales para tomar decisiones sobre política monetaria son la producción industrial y la utilización de la capacidad industrial (indicador de competitividad laboral). En el primer caso, el último dato conocido ha sido el de agosto, que ha reflejado un crecimiento hasta los 107,1 puntos; según la Fed, el crecimiento interanual de esta métrica ha sido del 0,9%. En cuanto al segundo parámetro, la última cifra también corresponde al mes de agosto y asciende a 77,6 puntos. Resulta relevante indicar que el último mínimo de utilización se registró en 2009, en 66,9 puntos. 

La concesión de crédito ha presentado igualmente una evolución favorable en los últimos siete años. En concreto, el crédito al consumo se situó en el 6,7% en julio, una cifra ligeramente inferior a la de 2014 (7%) pero indudablemente mejor a la de años anteriores: en 2013 fue del 6%, del 6,1% en 2012 y del 4,1% en 2011; en 2010 se contrajo un 1%. Más espectacular ha sido la concesión de préstamos bancarios: si el crecimiento anual fue del 1,7% en el último trimestre de 2008, en el segundo trimestre de este año ha ascendido al 6,8%. También es reseñable la evolución de uno de los sectores más castigados por la crisis, el inmobiliario. La concesión de hipotecas por parte de la banca comercial se contrajo un 1% en el último trimestre de 2008; siete años más tarde, se sitúa en el 4,1% (datos del segundo trimestre). La mejoría es todavía más clara en la concesión de hipotecas para vivienda residencial: pasó de un desplome del 9,1% a finales de 2008 a un crecimiento del 3,4% entre abril y mayo de este año, como se observa en el gráfico (la línea azul representa los préstamos, la roja las hipotecas en general a real estate y la naranja, las concedidas para vivienda residencial). 

Comportamiento de los activos

La inundación de dólares que ha traído consigo las políticas hiperacomodaticias de la Fed ha provocado transformaciones en multitud de clases de activos. No obstante, la descripción de las dinámicas daría para escribir un manual, así que nos limitaremos a centrarnos en las tres clases de activo estadounidenses más populares: el bono a diez años, la renta variable y el cambio euro/dólar. Comenzando por el último, cabe destacar el impresionante cambio de tendencia que ha experimentado el billete verde en el último año gracias, por un lado, a que la Fed terminase el QE3, y a que el BCE empezara su propio programa de estímulos para devaluar la moneda única. De esta forma, el dólar ha pasado de ser una divisa débil (llegó a intercambiarse a 1,5144 euros) a rozar la paridad contra el euro, al registrar un mínimo de 1,0456; el cierre de la sesión del 15 de septiembre se intercambió a 1,1266 euros el dólar. Son varios los expertos de gestoras internacionales que han vaticinado este año la paridad euro/dólar: para David Zahn, responsable de renta fija europea de Franklin Templenton Investments, tal evento se producirá en 2016. Según Helge Pedersen, economista jefe de Nordea, sí se verá la paridad, pero se debe descartar que el euro retroceda a niveles de 2002. Finalmente, el estratega de Amundi Didier Borowski ha llegado a especular con la idea de que el euro caiga hasta el punto de perder la paridad contra el dólar

La liquidez también ha fluido con fuerza por la bolsa americana, que ha celebrado con rallies todos los periodos de aplicación de programas Quantitative Easing. A pesar del susto que provocó la corrección de este verano, el S&P 500 sigue inmerso en un ciclo alcista que dura ya seis años, de los más largos de la historia. El pasado mes de mayo registró un máximo histórico, en los 2130.82 puntos. Así, quien hubiera invertido durante el mínimo bursátil de 2009 habría obtenido un beneficio de casi el 200 por cien hasta el pasado 21 de mayo, o cercano al 175% al cierre de la sesión del 15 de septiembre. Puede consultar aquí un análisis de los ciclos alcistas y bajistas del S&P 500 en los últimos 50 años efectuado por Legg Mason Global AM

La evolución del treasury a diez años ha estado distorsionada en estos años por varios factores. El primero ha sido su condición de activo refugio, que ha contribuido a la reducción de la rentabilidad durante buena parte de la crisis: por ejemplo, sólo entre el 31 de agosto y el 31 de diciembre de 2008 pasó del 2,77% al 2,25%. En agosto de 2011, cuando S&P retiró el rating AAA a EE.UU., solo entre el día 5 y el 10 (la rebaja fue el 6 de agosto) retrocedió del 2,58% al 2,17%.

El segundo factor ha tenido que ver con las medidas heterodoxas de otros bancos centrales; sin ir más lejos, al anunciar el BCE en enero que compraría deuda soberana europea, se produjo un vuelo hacia la calidad que llevó a muchos inversores a comprar treasuries, lo que provocó una caída de su rendimiento. Finalmente, ha influido en los precios la demanda creciente de instituciones que por mandato han seguido invirtiendo en renta fija a pesar de la caída de los rendimientos desde que interviniera el BCE, provocando que este bono cotizara en el 1,68% el último día de enero y el primero de febrero de este año. El cierre de la sesión del día nueve ha situado al bono en el 2,28%. En el gráfico adjunto se observa el aspecto actual de la curva de tipos.  

 

Fuentes utilizadas para la elaboración de este artículo: Reserva Federal, Departamento del Tesoro de EE.UU, Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU, Bloomberg.