Tres puntos de vista sobre el futuro de la renta fija de gestores de Fidelity

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El incremento de la divergencia monetaria y lo abultado de las valoraciones en algunos segmentos de la renta fija se perfilan como los dos grandes obstáculos que deberán sortear los inversores el año que viene. Tres expertos de Fidelity alertan de que no son los únicos.

Charles McKenzie, director de inversiones de renta fija, alerta de que “existe un riesgo cada vez mayor de que los bancos centrales modulen la interpretación de sus mandatos y muestren una mayor tolerancia ante la inflación baja”. Se refiere a que, después de 25 años trabajando con objetivos de inflación, se ha podido comprobar que “los bancos centrales han tenido mucho éxito conteniendo la inflación, pero han llegado a su tope en su capacidad para estimularla”. Esta asimetría ha provocado según el experto que las autoridades monetarias “prefieran pecar de cautela y mantengan los tipos en niveles bajos durante más tiempo, pero eso ha inflado los desequilibrios financieros”.

La lentitud inédita del ciclo actual de endurecimiento de tipos en EE.UU. añade más leña al fuego, ya que McKenzie recuerda -basándose en el precedente de los tres ciclos anteriores- que “los tipos de interés tocaron techo después de un periodo medio de tan solo 18 meses”. McKenzie espera que la Fed seguirá elevando los tipos a un ritmo constante bajo el mandato de su nuevo presidente, dados los buenos datos económicos, la estabilidad del dólar y lo elevado de las valoraciones.

El experto calcula un ascenso ligeramente superior de los rendimientos de la deuda soberana estadounidense al previsto por el consenso de mercado, al situar al bono a diez años en una horquilla del 2,5%- 2,75%. Aclara que, si bien la combinación de crecimiento global y subidas de tipos en EE.UU. hacen esperar un repunte de los rendimientos, al mismo tiempo existen una serie de factores estructurales en renta fija que han reprimido a los rendimientos en los últimos años y seguirán ejerciendo presión: endeudamiento, demografía, bajo crecimiento de la productividad y descontento político.

El director de inversiones se fija en segundo lugar en la sólida expansión de la eurozona. Aunque los desequilibrios en las cuentas públicas siguen siendo motivo de preocupación, considera que el principal reto para las autoridades seguirá siendo la falta de inflación: “El escrupuloso respeto que profesa el BCE a su objetivo de inflación lo convierte en la autoridad monetaria más inflexible con su mandato. Sin embargo, también lo coloca en un aprieto”, afirma. McKenzie se refiere a que “el BCE tendrá problemas para justificar una posible aceleración de la normalización monetaria, a la vista de la debilidad de las tendencias de la inflación de la zona euro”.

El experto también llama la atención sobre la desaceleración económica en China, pues considera que “marcará el pulso de la región asiática, las materias primas y el sentimiento general de riesgo”. Dado el elevado endeudamiento, McKenzie afirma que “las fuertes subidas recientes de los rendimientos de la deuda en yuanes nos recuerdan la fragilidad y los desequilibrios existentes en esa economía, aunque las autoridades chinas tienen mucha munición en la recámara para amortiguar cualquier frenazo”.

Atentos a la inflación

James Bateman, director de inversiones de multiactivos, alerta de que el principal riesgo de la retirada total de los estímulos será que “los inversores entren en pánico, bien porque piensen que los tipos de interés van a subir más de lo previsto, o simplemente porque los bancos centrales ya no estén ahí para sostener los activos de riesgo”. El experto cree que la normalización probablemente ponga a prueba la mentalidad de comprar durante las caídas, “sobre todo en los mercados de renta fija como el de bonos con grado de inversión de EE.UU.”

Bateman advierte asimismo de que “la posibilidad de un cambio de régimen no debería desecharse a la ligera”. Se refiere a que los mercados laborales se han tensado en casi todas las grandes economías – salvo excepciones en la zona euro- y que pronto podrían empezar a verse indicios de inflación salarial, que provocaría una rápida aceleración de la inflación general. “Esa rapidez mermaría el margen de maniobra de los bancos centrales”, comenta.

El experto aconseja a los inversores que protejan sus carteras contra la inflación porque, además de observar nuevas presiones inflacionistas, constata que se están disolviendo algunas de las fuerzas deflacionistas presentes en los últimos años, como por ejemplo un desplome de las materias primas como el del petróleo en 2014 o el impacto sobre los precios de los bienes al consumo del cambio de modelo económico en China.

Paralelamente, Bateman afirma que el impacto deflacionario de Internet se ha exagerado: “Si los productores empiezan a sufrir presiones al alza en los costes, entonces los precios podrían no ser tan estables como en el pasado e Internet se lo pondría muy fácil a los fabricantes para subir los precios. Y si todos los fabricantes sufren presiones en los costes, ya sea por salarios más altos o materias primas más caras, tendrán que subir los precios”.

David Simner, gestor de renta fija corporativa europea, coincide en que 2018 “podría resultar ser un año decisivo”, por el cambio de rumbo en las políticas monetarias. También piensa que no se debería descartar un rebote inesperado de la inflación: “Los precios de las materias primas han comenzado a subir, lo que podría sugerir un crecimiento más fuerte de lo que el mercado descuenta actualmente”. De cumplirse este pronóstico, Simner cree que “los bancos centrales tendrían serios problemas para anticiparse a las expectativas de incremento de la inflación y la volatilidad podría aumentar en los mercados”.   

A un tiempo, el gestor alerta de que “tal vez los inversores están siendo demasiado complacientes en relación con los efectos de los bancos centrales”. En concreto, le preocupa que varios activos pudieran sufrir correcciones “si los inversores tratan de reducir la exposición para recoger ganancias”.

El riesgo político también jugará un papel importante en 2018 según Simner: “Es posible que algunos de los gobiernos y coaliciones europeos más débiles sufran una pérdida de confianza que desemboque en nuevas elecciones nacionales, lo que volvería a dirigir el foco del mercado hacia los movimientos populistas y antisistema”.

Simner afirma que las valoraciones de la deuda corporativa europea “están caras, y los diferenciales están o rondan los máximos de tres años, que podrían corregir con el paso del tiempo”. Al sumar el efecto de las acciones de los bancos centrales, el gestor ha optado por mantener una postura cautelosa, con un posicionamiento defensivo que incluye posiciones cortas en tipos de interés y en duración de deuda corporativa.