Tres puntos de vista sobre renta variable americana que quizá no haya contemplado

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Marxchivist, Flickr, Creative Commons

Muchos se preguntan estos días cuánto más va a durar el largo mercado alcista que lleva protagonizando EE.UU. desde 2009, especialmente después de que el Nasdaq 100 volviera a superar hace pocas semanas la histórica cota de los 5.000 puntos. Hay más factores que pueden cuestionar en el corto plazo la buena marcha de las acciones estadounidenses: la apreciación del dólar, la posible subida de tipos por parte de la Reserva Federal, la débil recuperación de los salarios… Pero no son los únicos factores que debe tener en cuenta el inversor, especialmente si aún no está dispuesto a abandonar esta fiesta alcista de seis años. Por ello, varias gestoras internacionales analizan otros puntos de vista que permanecen de una forma u otra en el segundo plano. 

La relación entre consumo y bolsa

“Los mercados bursátiles siguen guiados por dos tendencias interconectadas: políticas monetarias divergentes y un dólar más fuerte”, asegura Russ Koesterich, estratega jefe de BlackRock. “Mientras que una divisa más barata está provocando un boom para las compañías europeas y japonesas, la fortaleza del dólar está creando un problema para los exportadores de EE.UU. La última víctima es Intel, que la semana pasada recortó sus estimaciones de beneficio trimestral en cerca de 1.000 millones de dólares”, señala.

Para el experto, el reciente mal comportamiento de las acciones estadounidenses es en gran parte resultado de la suma de estas dos tendencias más unas valoraciones caras en relación con otros mercados desarrollados. Koesterich se fija en que el S&P 500 cotiza de media a tres veces su valor en libros, frente a las 1,75 veces de Japón y las 1,67 veces de Europa. 

En este contexto, el estratega se ha fijado en que “algunos inversores reaccionan centrándose en valores del sector consumo que operan en el mercado doméstico, y aunque es una estrategia razonable, las flojas ventas a minoristas cuestionan si el consumo se recuperará tan fuerte como esperan los inversores”. El experto de BlackRock constata que tiene sentido fijarse en esta parte del mercado dada la recuperación del mercado laboral y que un dólar fuerte sí que mejora el poder adquisitivo de los consumidores estadounidenses. 

“Desafortunadamente, la realidad no encaja con la tesis”, indica no obstante. Más bien al contrario: febrero ha sido el tercer mes consecutivo en el que caen las ventas minoristas. El estratega cree que el mal tiempo pudo haber influido en esta tendencia, dado que las ventas por internet sí que se incrementaron más de un 2% en el mes. La conclusión de Koesterich es que “este sector puede ser vulnerable si las ventas no empiezan a acelerarse, particularmente porque ahora el sector tiene la segunda mayor valoración (sólo superado por las farmacéuticas) de cualquiera de los diez grandes sectores económicos”. 

La relación entre inventario y ventas

Recientemente se ha revisado a la baja la previsión del crecimiento de EE.UU. en el cuarto trimestre de 2014, desde el 2,6% hasta el 2,2%, “algo no especialmente alentador para los inversores que esperan una recuperación superior de la actividad económica”, constatan desde Legg Mason Global AM. Sin embargo, desde esta gestora creen que puede atribuirse este recorte en parte a los inventarios, que fueron inferiores a lo calculado en estimaciones previas, “lo que tiene implicaciones positivas para la continuación del crecimiento en el futuro”. 

La razón que lo explica es que “si los inventarios se hubieran vuelto demasiado elevados, se habría necesitado cortar la producción hasta que se redujera el exceso de stock”. “Si esos recortes fueran significativos, entonces el crecimiento general se habría ralentizado abruptamente”, añaden. Desde la entidad creen que una acumulación más modesta del stock puede permitir a las compañías absorber una desaceleración temporal de la demanda, y de hecho constatan que algunos agentes del mercado han interpretado la caída reciente de las ventas minoristas en este contexto. 

“En el pasado, giros grandes en la evolución de los inventarios fueron un gran factor contribuidor a los periodos de expansión y recesión de la economía americana. Sin embargo, la introducción de nuevas tecnologías que permiten una mejor supervisión y control de los niveles de los inventarios han ayudado a moderarlo”, constatan los expertos de Legg Mason Global AM. Según datos aportados por la firma, la tasa de inventarios en relación con las ventas de compañías americanas (incluye ventas mayoristas y minoristas) se situó en 1,35 meses, por encima de su media de diez años y, de hecho, el mayor nivel desde julio de 2009. 

El efecto de los dividendos en efectivo

El potencial generador de rentas de las bolsas es muy positivo en este momento, sobre todo en este entorno de tipos de interés reducidos y baja inflación. “El S&P 500 ostenta actualmente un rendimiento de alrededor el 2% y (asumiendo que no nos enfrentemos a una nueva recesión económica) los dividendos deberían seguir creciendo”, comenta Richard Skaggs, estratega sénior de renta variable en Loomis Sayles (gestora asociada a Natixis Global AM). Skaggs aporta cuatro datos clave sobre las retribuciones en un mercado que tradicionalmente ha remunerado menos a sus accionistas que otras partes del mundo (especialmente Europa). 

De hecho, se fija en primer lugar en que el número de compañías que entregaron dividendos el año pasado “está en máximos no vistos desde la década de 1980”. El experto hace notar que hoy en día cerca del 85% de las empresas del S&P 500 retribuyen al accionista en efectivo, mientras que el 67% de las cotizadas que integran el indicador decidieron elevar su dividendo o empezar a retribuir a sus accionistas en efectivo el año pasado. A esto se debe añadir en segundo lugar que los pagos en efectivo de dividendos de las empresas del S&P 500 han crecido a un ritmo del 10,3% anual en la última década. “De hecho, las retribuciones sólo se redujeron un año de la última década, en 2009, debido a recortes en el sector financiero”

Otro hecho notable es la competición que se ha visto en marzo entre el sector financiero y tecnológico (uno de los últimos en empezar a pagar dividendos) por ser el mayor retribuidor: Skaggs indica que pagan el 14,6 y 14,9%, respectivamente de todos los dividendos del S&P 500. “En el caso de las tecnológicas, esto dista mucho de la burbuja tecnológica de finales de los 90, cuando retribuir al accionista era visto como signo de madurez de un negocio en vez de mostrar un alto potencial de crecimiento. Por lo tanto, el dividendo era símbolo de debilidad, particularmente en Silicon Valley”, aclara el experto. El último punto destacado es el pay out medio del S&P 500, situado de media en el cómodo nivel del 35%. “Es un nivel que proporciona retornos de capital al accionista y a la vez retiene capital para apoyar el crecimiento futuro”.