Tres tendencias que dominan hoy las inversiones en banca privada

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Igor Ovsyannykov, Unsplash

La realidad económica mundial ha cambiado de forma relevante durante los últimos años, influyendo de manera decisiva en el estilo y la forma en que los inversores gestionan su patrimonio. La acumulación de deuda en las principales economías del mundo y el envejecimiento de la población en las regiones desarrolladas han propiciado crecimientos económicos reducidos, inflaciones contenidas y unos tipos de interés oficiales negativos o cercanos a cero, algo que no sucedía desde mediados del siglo pasado, recuerda Alberto Villasán, director de Inversiones de BBVA Suiza, en un artículo publicado en la web corporativa de BBVA. A esto se le suman la hasta ahora baja volatilidad de los activos y la tendencia alcista de los principales activos de riesgo.

Este mix de factores ha provocado tres efectos importantes sobre los inversores globales:

- El primero de los efectos es la pérdida o la disminución de la sensación de riesgo. “Dado que todos los activos financieros presentan un buen comportamiento independientemente de su calidad, los inversores se acostumbran a que el mercado siempre suba o que, en caso de caídas, las pérdidas sean limitadas”, advierte Villasán.

- Un segundo efecto proviene de unas tasas de referencia cercanas a cero de forma estructural, lo que provoca que los inversores se vean obligados a asumir mayores riesgos para obtener las mismas rentabilidades nominales, desplazando al alza su perfil natural de riesgo.

- En tercer lugar, otro efecto tiene que ver con las estrategias de inversión más demandadas. “En las últimas fases de un mercado alcista tan prolongado como el actual, los gestores activos tienden a ofrecer a sus clientes rentabilidades menores que las de sus índices de referencia, debido a que las últimas fases del ciclo son las más emocionales (más basadas en el exceso de confianza) y las menos racionales (menos basadas en las valoraciones)”, contextualiza el director de Inversiones de BBVA Suiza. Por este motivo, muchos inversores deciden comprar vehículos de gestión pasiva, basándose en que su desempeño es mejor y provocando fuertes entradas de dinero en este tipo de vehículos en detrimento de los de gestión activa.

No obstante, este escenario podría darse la vuelta. A pesar de que estos tres efectos han sido los principales motores del mercado durante los últimos años, “en la medida en que cambien los motivos que los propiciaron, podríamos ver situaciones inversas o cierta vuelta a la normalidad durante la próxima década”, prevé en su artículo Villasán.