White paper sobre la transición energética: el sector financiero no puede sustituir a consumidores y gobiernos

Fuente: Geran de Klerk (Unsplash).

El sector de combustibles fósiles genera casi 80% de la energía consumida y más de dos tercios de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI). A las tasas de emisión actuales en nueve años el cambio de temperatura atmosférica global habrá superado 1,5°C por encima de los niveles preindustriales, límite para evitar impactos ambientales y sociales irreversibles. Pero apoyar la necesaria descarbonización y transición energética en el sector no es sencillo para el inversor. La distinción entre una empresa buena y mala puede ser poco clara y la influencia puede ser limitada, sobre todo respecto a empresas estatales.

Es la conclusión del white paper El papel de las finanzas en la transición energética, de Enterprise for Society (E4S), un proyecto de educación de las universidades suizas University of Lausanne, Institute for Management Development y Ecole Polytechnique Fédérale de Lausanne, patrocinado por Pictet Asset Services, división de servicios relacionados con la gestión de activos del Grupo suizo Pictet, junto a Retraites Populaires.

La influencia política

Hay que tener en cuenta que las empresas de combustibles fósiles que deciden invertir en renovables a menudo comienzan en su país de origen. La agenda local juega un papel central, más en el caso de las estatales. Algunas compañías de combustibles fósiles se centran en determinadas operaciones de petróleo y gas y otras en una amplia gama, expuestas a cambios en toda la cadena de valor. Han abordado la reducción de emisiones en sus operaciones e invertido en proyectos de energía de bajas emisiones de carbono, incluso con desinversión en combustibles fósiles. Pero para la mayoría, implica reconstruir completamente sus actividades principales.

Además, la agenda política de cada país tiene una importante influencia, sobre todo en el caso de las empresas estatales. Las grandes empresas europeas de combustibles fósiles, ante presiones sociales, legales y gubernamentales, tienden a invertir en tecnologías renovables. Pero las estadounidenses continúan apostando por energía no renovable a largo plazo, al tiempo que invierten en tecnologías de captura, uso y almacenamiento de carbono y de eficiencia energética para reducir emisiones de sus operaciones.

También hay presión para diversificar en empresas de países con reservas agotadas o ambiciosos objetivos de reducción de gases de efecto invernadero. Pero las empresas en Estados que reciben ingresos de la explotación de gas y petróleo no tienen incentivo para la transición mientras se mantengan las reservas y los márgenes de beneficios.

Desinvertir, dialogar, financiar y favorecer

Las opciones son desinvertir en empresas contaminantes, dialogar para promover el cambio, financiar su transición y favorecer negocios de bajas emisiones de carbono y tecnologías limpias. La actividad de la empresa, capacidad de transición y entorno determinan la combinación apropiada.

Pero la simple desinversión no incentiva a las empresas más contaminantes a acometer su transición, pues cuentan con opciones de financiación alternativas -a veces más baratas-. Para estas empresas cambiar de actividad es a menudo más costoso que el financiero y de reputación. Limitar su financiación rara vez amenaza su supervivencia, excepto cuando el coste del cambio de actividad es bajo y un menor precio de las acciones afecta a la remuneración de la dirección. 

En todo caso, el coste de cambiar de actividad para reducir emisiones de Alcance 3 -que incluye las directas de operaciones y recursos que la empresa posee o controla, las indirectas y de la energía adquirida, de proveedores y del uso y eliminación del producto- es muy alto para la mayoría. Además, la remuneración de los directivos rara vez está vinculada a métricas que consideran de manera efectiva la transición energética. En lugar de medidas para mitigar su impacto ambiental incluso han utilizado el greenwaashingy la desinformación en respuesta a las críticas.

El diálogo puede no ser efectivo

De manera que se requiere el diálogo a nivel de empresa respecto a divulgación de información relacionada con el clima, objetivos de reducción de emisiones, plan de estrategia climática y prácticas de gobernanza climática. Pero, incluso cuando estas empresas responden, lleva tiempo y esfuerzos recurrentes que resulte en reducciones reales de emisiones y una asignación de capital alineada con el Acuerdo de París, sobre todo en el caso de empresas puras de combustibles fósiles y las integradas verticalmente.

Así que el diálogo puede no ser efectivo, reconoce el estudio. Menos con empresas estatales. Para aumentar la presión y crear incentivos adecuados, se requiere además actuar mediante iniciativas colaborativas en el mercado con las partes interesadas, proveedores de capital, sociedad civil y responsables políticos.

El impacto más tangible, mediante inversiones a favor del clima

El impacto más tangible, según el estudio, se puede lograr con inversiones a favor del clima en proyectos de energía limpia, en etapas iniciales, mediante deuda o capital. En cuanto a financiación de proyectos de energía limpia y bajas emisiones de empresas tecnológicas en sus primeros estadios, la incertidumbre política y de mercado, percepción de dependencia del apoyo público y altas tasas de fracaso pueden crear barreras, aunque los bancos de inversión y responsables políticos pueden reducirlas.

Por su parte las empresas de energía más establecidas se financian principalmente a través de bonos y préstamos. Al respecto las instituciones financieras pueden ofrecer formas alternativas de financiación de deuda a favor de la transición vinculada a sostenibilidad. Sin embargo, persiste el temor al eco lavado, por falta de credibilidad de los instrumentos, normas y sanciones, así como características de la deuda sostenible.

Así, la conclusión del white paper es que la mejor manera de promover la transición es mediante la disminución de la demanda de combustibles fósiles. “De hecho, el sector financiero no puede ser un sustituto eficaz de los consumidores ni de los gobiernos”, sentencian.