Zona euro: ¿servicios mínimos y cabos sueltos?

Kamil Molendys, Unsplash

Dicho esto, el pago de los CDS en caso de insolvencia podría no representar necesariamente una catástrofe. Si bien durante largo tiempo los políticos temieron su potencial de contagio, no se tuvo en cuenta el aumento de los activos de garantía frente a estos CDS. El elevadísimo nivel desde hace varios trimestres de la prima de los CDS sobre la deuda griega, muy probablemente ha hecho posible que los agentes, en especial los anglosajones, hayan acumulado los activos para hacer frente a las pérdidas.

Si bien los 90.000 millones de euros de la quita de la deuda griega lograrán situar el ratio deuda/PIB heleno por debajo del umbral del 120%, esto no será suficiente. Con el fin de garantizar que este país vuelva a ser solvente es necesario plantearse ya una segunda reestructuración en 2012. Este enfoque en dos etapas hará posible que tanto la banca como los titulares griegos puedan repartir sus pérdidas en dos ejercicios fiscales, pero por ello mismo, no se sabe bien cómo se tratará el 50% del nominal restante tras la quita de la deuda griega. Los detalles de la oferta voluntaria aportarán sin duda un cierto número de pistas con respecto a este punto.

En cuanto al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), lo acordado para su refuerzo corresponde a la menos optimista de las expectativas. Un primer mecanismo de garantía sobre las primeras pérdidas de las emisiones primarias soberanas permitirá actuar sobre un nominal cuatro a cinco veces mayor que la garantía ofrecida. Un segundo mecanismo, con apoyo del capital privado, hará posible reforzar los capitales disponibles para recapitalizar o comprar deuda. Se pedirá la colaboración de países más boyantes no pertenecientes a la zona euro (entiéndase China...).

Aunque sirva para aliviar los males de los mercados a corto plazo, este conjunto de medidas no deja de ser un mero paliativo. Si bien es posible disminuir el peso de la deuda griega mediante su reestructuración, esta solución es inimaginable en el caso de las grandes economías, entre ellas la italiana, incapaz de afrontar un coste de la deuda superior al 6,5% (el pasado 27 de octubre los bonos a diez años se situaron en el 5,8%).

En el caso de Europa, a medio plazo, se trata de avanzar en la construcción de un marco de gestión presupuestaria dentro de la zona euro, mediante incentivos o mediante sanciones. Estos avances deberán producirse de cara a la creación del Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEE), que sustituirá al FEEF en marzo de 2013. En caso contrario, todos los esfuerzos habrán sido en vano.

En tal entorno, y pese a la recuperación de la confianza a corto plazo, persiste el riesgo en los mercados de renta variable, más aun teniendo en cuenta que está en marcha una fase de revisión de los beneficios. Además, la estrategia de gestión de la crisis, basada sobre todo en la visión alemana, prevé reforzar las medidas de austeridad en el conjunto de la zona euro. Añadamos a esto la tentación que se presenta ante los bancos de disminuir la oferta de crédito para cumplir las nuevas restricciones de solvencia, y obtendremos un entorno de mayor presión recesiva. La gestión de los perfiles de riesgo es pues una cuestión prioritaria. En este contexto, aumenta el interés por las inversiones en renta fija que presentan en estos momentos atractivas remuneraciones en relación a los riesgos de insolvencia. Y para los optimistas, las convertibles, cuyo perfil de renta fija de alto rendimiento hace posible no sólo lograr una elevada rentabilidad sino también exponerse a la renta variable, y que en estos momentos gozan de una situación técnica favorable ante un posible cambio de tendencia en los mercados de renta variable a medio plazo.

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