AB American Growth Portfolio: un fondo centrado en el ROIC y el ROA

Frank Caruso (AllianceBernstein)
Foto cedida

El objetivo de Frank Caruso, gestor del AB American Growth Portfolio, es conseguir un crecimiento del capital a largo plazo, invirtiendo principalmente en acciones de empresas de gran capitalización estadounidenses de alta calidad con un atractivo potencial de crecimiento. Su filosofía de inversión se concentra en empresas con un retorno sobre el capital invertido (ROIC) y sobre los activos (ROA) superior al coste de su capital.

En opinión del gestor de AllianceBernstein, estas señales de retorno apuntan hacia empresas que tienen un crecimiento real que normalmente invierten de forma inteligente para aumentar sus beneficios (y tienden a generar una rentabilidad superior con el paso del tiempo). El equipo construye una cartera de alta convicción compuesta por 40-60 acciones.

El análisis cuantitativo identifica las acciones que tienen las características más sólidas para conseguir un crecimiento. A continuación, los analistas fundamentales desarrollan previsiones financieras independientes para cada empresa y las contrastan con la opinión del consenso de mercado para encontrar oportunidades con un potencial de crecimiento subestimado.

“Identificamos empresas con una elevada rentabilidad sostenible que superan constantemente las expectativas de crecimiento. Es posible que algunas compañías con estas características no cumplan las expectativas. Sin embargo, creemos que nuestro enfoque en las ventajas competitivas, los modelos de negocio transparentes, los resultados económicos atractivos y una sólida generación de efectivo guía a la cartera hacia empresas menos dependientes de los movimientos del mercado a corto plazo y que tienen más posibilidades de conseguir un crecimiento sostenible a largo plazo”, explica el gestor.

Tecnología (con un peso en la cartera del 29%) y salud (23%) son los sectores a los que mantiene una mayor exposición. Las FAANG representan aproximadamente el 18% de la cartera.

Según Caruso, en el entorno actual, el verdadero problema que un gestor debe afrontar son las repercusiones de primer orden y de segundo orden de la crisis del coronavirus. “El efecto de primer orden implica caídas interanuales en el transporte aéreo y terrestre. Por consiguiente, todas las actividades relacionadas con el ocio y los bienes duraderos están experimentando una grave contracción. Si uno gestiona capital con el estilo de crecimiento (growth), quiere muy poco de esto en su cartera”, revela.

Un efecto de segundo orden implica una destrucción de la demanda, permanente o temporal. “Pensemos en las empresas de productos sanitarios. No existe una disminución de la demanda a largo plazo de los reemplazos de cadera o de los procedimientos de cirugía robótica, pero la capacidad para realizarlos se ha reducido dado que los hospitales han asignado los quirófanos y las UCI a las víctimas del coronavirus. Puesto que las compañías de seguros pueden financiar estos procedimientos, prevemos que la industria de los productos sanitarios será una de las primeras en regresar a lo que considerábamos la normalidad. La línea de demarcación se centra en la pregunta de hasta qué punto será permanente la destrucción de la demanda en función de las condiciones de limitaciones de capacidad o exceso de capacidad que resultarían más o menos tranquilizadoras”.

En el segmento discrecional, en particular en las ventas minoristas. “Está claro que uno debe disponer de una estrategia multicanal para llegar al mercado con sólidas capacidades online. Se ha observado una rentabilidad excepcional en empresas como Amazon, Walmart y Target, que han conseguido aumentar la capacidad online. Esta es una competencia esencial para aumentar el valor a largo plazo de un negocio”, afirma.

A su juicio, centrarse en empresas con rentabilidad probada que pueden autofinanciar su reinversión para impulsar el crecimiento futuro ha sido de gran utilidad para sus clientes a lo largo de los años, brindando rendimientos absolutos sólidos y mejores rendimientos ajustados al riesgo con un viaje más suave, medido tanto por arriba como por abajo (participación alcista o bajista).

“Seguimos siendo constructivos sobre el resultado de nuestras ideas de inversión dada la volatilidad económica global. Los desafíos de este año brindan una excelente oportunidad para evaluar tanto los modelos comerciales como las culturas corporativas”, concluye.