La gestora cuenta con un equipo interno, el BlackRock Investment Stewardship, cuya misión es involucrarse en las empresas en cartera con el fin de comprender su enfoque al gobierno corporativo, incluida la gestión de los factores medioambientales y sociales.
La carta publicada este año por el presidente y consejero delegado de BlackRock, Larry Fink, no deja lugar a dudas: la gestora se pone seria en todo lo relacionado con el activismo. Como partícipe, la mayor del mundo por activos gestionados no solamente se va a limitar a ser un mero espectador en las compañías en las que invierte, sino que será activa a la hora de exigir a los responsables de las empresas buenas praxis en cinco temas que la entidad ha identificado como prioridades: gobernanza corporativa, estrategia corporativa, que la remuneración a los directivos vaya íntimamente ligada a objetivos de largo plazo, impacto climático y capital humano.
Se trata de un movimiento importante y de especial relevancia, puesto que BlackRock es accionista de muchas compañías. En el caso del Ibex 35, por ejemplo, tiene participaciones en casi todos los valores que integran el índice, siendo la máxima accionista en entidades como Santander y BBVA. Gran parte de esa exposición viene determinada por la propia composición de los índices. De los 6,3 billones de dólares en activos bajo gestión que tiene BlackRock actualmente, en torno al 65% corresponde a soluciones indexadas. Así, en la medida en la que una acción o un bono entra en el índice, BlackRock se convierte automáticamente en accionista o bonista de esa compañía.
Uno de los aspectos más relevantes que apunta Fink en su carta de este año es que la gestora que preside tiene una responsabilidad como inversor y que la entidad no solamente debe centrarse en generar rentabilidades positivas para sus clientes, sino que también en ejercer la influencia que tiene en las juntas de accionistas para que las compañías en las que invierten contribuyan de manera positiva a la sociedad y a las comunidades en las que operan. Se trata de crear nuevos modelos en gobierno corporativo y también en la relación como accionistas. En esa nueva relación entre la compañía y BlackRock como accionista de referencia, Fink da varios ejemplos.
El máximo responsable de la gestora americana se refiere exactamente a aspectos tan concretos como exigir a las compañías en las que tienen participaciones relevantes información sobre cuál es su vocación estratégica a largo plazo, conocer cuál es el papel que desempeñan las empresas en las comunidades donde están afincadas, cuánto se preocupan sus directivos por el impacto en el entorno en el que operan, cómo está siendo su adaptación a la tecnología, qué cosas hacen para crear equipos diversos (no solo a nivel de género sino también de pensamiento), si están haciendo lo suficiente como empresas para ayudar a sus empleados para prevenirse ante aspectos como la jubilación...
La novedad es que, para intentar alcanzar este objetivo y que lo anunciado por Fink en su carta no se convierta en una mera declaración de intenciones, la gestora cuenta ya con un equipo interno que está creciendo de manera muy significativa, el BlackRock Investment Stewardship (BIS), cuya misión es fomentar prácticas empresariales y de gestión que cimienten resultados financieros sostenibles a largo plazo, así como reforzar la interacción con los consejos empresariales y promover las mejores prácticas en material de gobierno corporativa en las empresas en las que invertimos. Otro claro objetivo de este equipo es proporcionar análisis especializados sobre responsabilidad social corporativa (ESG) en todas las estrategias de inversión, ya sean de gestión activa o pasiva, para que las empresas puedan contribuir de manera positiva a la sociedad.
Puede conocer cuáles son las prioridades que tiene este año el equipo y sus exigencias con un mayor nivel de detalle a través del siguiente link.