El Chief Product Officer insta en la necesidad de complementar el dato con metodología y herramientas analíticas para extraer las conclusiones adecuadas. “Los rating ASG son solo un único punto de vista”, afirma.
Mientras que los ratings crediticios se han consolidado en la industria financiera como una media fiable de la calidad de la emisión de bonos de una compañía, aplicarlo al espectro de la sostenibilidad requiere una mirada más compleja. “El tiempo nos ha demostrado que un simple rating es insuficiente para entender la realidad de la sostenibilidad de las compañías”, afirma Ángel Agudo, Chief Product Officer de Clarity AI.
En su opinión, los ratings ASG adolecen en varios puntos. Primero, porque mientras los ratings de deuda miden un riesgo muy concreto - la probabilidad de que una empresa pague su deuda- en los ratings ASG no termina de quedar claro si están midiendo un riesgo o no y en base a qué lo están midiendo. “¿Se refieren, por ejemplo, a que la compañía no lo vaya a hacer bien en bolsa? ¿O a que no vaya a poder mantener su modelo de negocio? Es un espectro demasiado amplio”, lamenta.
Datos, metodología y herramientas
En segundo lugar, el conjunto de indicadores que influyen en un rating ASG es muy amplio y heterogéneo como para dar una conclusión general sobre la calidad de la sostenibilidad. Datos, metodología y herramientas. Por eso para Agudo y para Clarity AI la combinación de estas tres capas es esencial para ofrecer un buen servicio de análisis de indicadores ASG. “Necesitas el dato, pero para entenderlo necesitas una metodología que te permita extraer las conclusiones adecuadas, y con una capa de herramientas analíticas y de gestión de la información que te permita interpretar esos datos de una manera fácil y sencilla”, argumenta.
En el caso de Clarity AI, su base de datos se nutre, fundamentalmente, de puntos de información oficiales que publican las propias compañías, de información de contexto (como pueden ser noticias, informes de ONG y consultoras, análisis de elecciones en los países en los que opera una compañía, o cambios en la regulación), así como de modelos de estimación basados en IA y entrenados por expertos para complementar los datos que no son reportados. Su papel, explica Agudo, es estructurar y darles claridad. “Nosotros no ponemos una opinión en manos de los analistas, sino que ofrecemos las herramientas a nuestros clientes, que son los que tienen que crear una visión de una compañía, para que puedan tomar su propia decisión. Queremos darle la capacidad de generar su punto de vista”, afirma el directivo. Por eso Agudo insiste en que los rating ASG son solo un único punto de vista.
En qué punto se encuentra la conversación de la ASG
Agudo aborda el análisis de la sostenibilidad desde un punto de vista pragmático. Como compañía que nació antes del boom de la inversión sostenible de principios de la década, vivieron de primera mano el ciclo de apetito inversor. Cuando arrancó el negocio, en 2017, la ASG se asociaba a la responsabilidad social corporativa, algo ajeno a la realidad de un negocio.
En 2020 llegó el boom, pero es una ola que Agudo califica como injusta. “Se ha intentado otorgar a la sostenibilidad unas cualidades que no son necesariamente ciertas. Recuerdo que se intentaba afirmar que las compañías más sostenibles lo iban a hacer mejor financieramente solo por el hecho de que eran más sostenibles”, lamenta. Durante la pandemia se presentó una circunstancia de mercado que actuó como catalizador positivo para los negocios más expuestos a la ASG, y se sacaron unas conclusiones erróneas. Con la posterior caída de las tecnológicas, muchos fondos ASG con alta exposición a ellas también sufrieron pérdidas, demostrando que, aunque el score ASG fuera alto, no garantiza que las empresas no pudieran enfrentar un revés de mercado, especialmente a corto plazo. “No hay ningún indicador indestructible”, recuerda el directivo.
Lo que ve ahora es que se está madurando la conversación sobre la sostenibilidad. “Ya no es un mensaje irreal, sino que está basado en fundamentales”, cuenta. Sobre todo, ahora que muchos de los factores ASG se están convirtiendo en factores de análisis de riesgo. Y no solo a largo plazo sino cada vez más a medio y corto plazo, como el impacto del cambio climático en una compañía. “Creemos que este tipo de información debe integrarse dentro del análisis fundamental”, sentencia.
Una racionalización de la regulación
Claro que también ayuda el hecho de que la presión regulatoria ha convertido la consideración en el análisis de factores de sostenibilidad en algo no electivo. Sobre todo, en Europa. Es una postura que ha generado controversia, reconoce Agudo, el hecho de que Europa se haya posicionado tan firme. Pero en su opinión, la Comisión Europea lo está abordando desde el punto de vista de que la transición energética es una oportunidad. “Lo que se busca es que las compañías europeas adapten sus modelos de negocio a las necesidades de mañana”, afirma.
A la vez, insta a reconocer que el regulador está poniendo de su parte. Tras una primera fase de la normativa, Agudo prevé que entraremos en una fase más racional de la regulación. “El objetivo también es que las empresas no vean la adaptación a la sostenibilidad como un gasto sino como una inversión en su futuro”, concluye.