Tomando en cuenta que la reputación es el bien más preciado de un banco, y que apenas han pasado dos años desde que HSBC fue multada en Estados Unidos por deficiencias en sus procesos de conocimiento de sus clientes, es comprensible la frustración experimentada por los ejecutivos de la entidad canadiense. Nadie quiere ser el próximo HSBC. Su desconocimiento de los clientes permitió que se filtrara dinero de los carteles mexicanos, y el banco tuvo que cerrar decenas de miles de cuentas de clientes latinoamericanos.
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