Stuart Rhodes, gestor del fondo M&G Global Dividend
No importa el tiempo considerado ni el lugar del planeta donde se mire: en cualquier momento del ciclo y de las regiones la mayor parte de la rentabilidad que ofrece la renta variable deriva de los dividendos. Una tesis que tiene bien estudiada Stuart Rhodes, gestor del fondo M&G Global Dividend lanzado en julio de 2008, hasta el punto de que, considerando la procedencia de los retornos en el último siglo, la variación en el precio de las acciones resulta en algunos casos “irrelevante”.
“Los inversores han estado fuera de este mercado hasta el momento porque, en periodos de un año, la rentabilidad por dividendo no es clave, pero si son pacientes y esperan cinco el panorama cambia radicalmente, pues el componente más inestable es el cambio en las valoraciones”, afirma. Así, en periodos de cinco años desde 1871, las acciones estadounidenses han obtenido apenas el 20% de su retorno por este factor, frente al 50% derivado de la rentabilidad por dividendo y al 30% del crecimiento del mismo.
De hecho, es precisamente este último el que canaliza la filosofía de su fondo, que no busca compañías que repartan un alto dividendo sino que tengan capacidad para incrementarlo. La tendencia, aún joven, genera mucho interés entre los inversores, si bien en Reino Unido se ha visto empañado por sucesos como el de BP, generador de 1 de cada 7 libras de dividendos del índice FTSE, y por el mal comportamiento de 2009.
Un 2009 complicado
“El año pasado fue muy difícil porque muchas compañías recortaron o eliminaron el dividendo, lo que tuvo consecuencias muy negativas para los fondos que apuestan por firmas con una alta rentabilidad derivada del mismo. Por eso es importante buscar y seleccionar valores que vayan a incrementarlo”, matiza Rhodes, que excluye sectores como el de utilities, que ofrece en torno a un 7% pero de forma estable y con más opciones de recortarlo que de elevarlo. “Hacemos exactamente lo contario: posicionarnos en firmas con bajo dividendo pero con capacidad de alcanzar esos niveles”, afirma. “Estamos interesados en lo que una firma puede llegar a ser, no en lo que es”, apostilla.
Como ejemplos, el gestor señala Johnson & Johnson, que durante 45 años ha incrementado el reparto a sus accionistas de forma continuada, pues entre sus prioridades está el hacerlo al principio de cada ejercicio financiero. “Las firmas con esta política tienen demasiada liquidez que podrían usar para hacer compras, pero necesitan una forma de equilibrar, disciplinar y optimizar sus gastos destinados al crecimiento y ésta es la mejor manera de hacerlo”, asegura Rhodes, señalando a compañías como Coca-Cola, Nestlé o Procter & Gamble, altamente correlacionadas. “Tienen un largo track record, una alta productividad, su negocio crece más de lo previsto y pueden aumentar el dividendo”, un retorno a añadir a la cotización de la acción.
De las 50 posiciones del fondo, unas 35 responden a este perfil de grandes multinacionales de alta calidad que, aunque maduras, siguen creciendo y normalmente pertenecen a sectores como el de salud o consumo. Sin embargo, las 15 restantes son empresas menos conocidas y de menor tamaño pero con capacidad de incrementar rápidamente sus dividendos, como la australiana Cochlear, barata actualmente debido a la crisis. “Sólo las elegimos por este factor porque, si caen en bolsa, no tiene graves consecuencias".
Peso de EEUU, Australia y Brasil
Entre la distribución geográfica del portfolio destacan EEUU y Canadá con un peso del 45,5%, países ejemplares para esta tesis y donde, “quitando tecnología y financieras, hay muchas opciones disponibles". Europa ocupa el 23% de la cartera y Asia sin Japón, el 9,2%, que empieza a mejorar sus políticas. “En el país nipón existen buenas firmas, pero no estamos dispuestos a comprar a los precios actuales, porque resultan caros”, asegura. El resto del portfolio se reparte entre Latinoamérica (11,7%), especialmente en países con regulación favorable como Brasil, donde las compañías han de repartir el 25% de sus ingresos. También atractiva es la legislación fiscal de los dividendos en Australia, donde el fondo tiene el 7% de sus posiciones.
Entre las firmas españolas destaca Telefónica, gracias a su política con respecto a los accionistas y a su crecimiento en Latinoamérica, pero Rhodes se muestra preocupado por el resto del sector de telecomunicaciones, pues su alta rentabilidad por dividendo le impide crecer.
Prueba de fuego
La prueba de fuego del fondo fue 2008 y 2009, años en los que ganó el 9%. Y es que la estrategia resulta muy útil en tiempos difíciles, si bien Rhodes matiza que no se trata de una posibilidad para afrontar momentos como el actual, sino para cualquier entorno de mercado pues "más que una de moda, es una forma sensata de invertir”. De hecho, la cartera tampoco se guía por modas y tiene una baja rotación, ya que las posiciones se mantienen entre 4 y 5 años, pero no más de 6. “Tampoco queremos ser demasiado complacientes con las compañías”, afirma Rhodes.