Cuatro visiones de expertos con pros y contras de los dos países con mejores perspectivas de los BRIC.
Si el inversor hubiese podido viajar en el tiempo hasta el año 2010, podría haber comprobado que China era una de las apuestas favoritas de los inversores, y que en cambio la India estaba perdiendo popularidad. Hoy, en 2016, se han cambiado las tornas, aunque los argumentos a favor de uno y otro país son más abundantes.
William Yuen, director asociado de Invesco AM, considera que el proceso de remodelación de la economía china va sobre ruedas, al fijarse en que el sector servicios ya representa prácticamente la mitad de la economía china (superó en 2012 al sector secundario como mayor contribuyente al crecimiento). Yuen explica que, si se excluyen los periodos de rápido crecimiento en China desde 1998 hasta 2014, (2005-2008 y 2010- 2011), cuando los servicios crecieron de media un 19% interanual en términos nominales, entonces se puede constatar que el crecimiento de los servicios se ha mantenido estable en torno al 13% anual mientras que el crecimiento en la industria manufacturera ha mantenido una tendencia a la baja desde su máximo en 2007.
“Bajo nuestro punto de vista, la industria de servicios será una fuente clave de crecimiento para China, y ayudará a impulsar su economía durante muchos más años”, afirma el director. Éste destaca que “detrás de la creciente importancia de los servicios en China está el fuerte crecimiento en el número de puestos de trabajo creados”, dado que los servicios generaron más del 40% del empleo total en China en 2015, frente al 31% de 2005. “Este tipo de creación de empleo debería aportar algo de alivio ante la desaceleración de la economía”, declara Yuen.
Además, dado lo ambicioso de las reformas anunciadas por las autoridades chinas, el experto cree que se deberían esperar más medidas que estimulen la creación de empleo en el sector servicios –información tecnológica, salud y servicios financieros- “mediante medidas regulatorias, aumentando el gasto público y promocionando las zonas de libre comercio”.
Luke Spajic, gestor de PIMCO, pone la cara negativa al gigante asiático: “Aunque China todavía tiene opciones políticas para estimular el crecimiento – recortando tipos de interés y la ratio de reservas, e impulsando los esfuerzos en el área fiscal-, hay un riesgo serio de que disminuya el retorno por unidad de ímpetu político, en parte porque la divisa ahora es una gran restricción a la política”. Spajic remite a los inversores a la Trinidad Imposible: tipo de cambio fijo, banco central independiente y flujos de capital libres.
La previsión de PIMCO sobre crecimiento para China este año se ubica entre el 5,5% y el 6,5%, frente al objetivo oficial del 6,5%. El experto indica que se han tenido en cuenta cuatro grandes obstáculos para llegar a esta cifra: el apalancamiento –China se ha endeudado en más de 21 billones de dólares desde 2007-; los préstamos morosos – la tasa de morosidad se situó en el 1,4% a finales de 2015 y en la firma prevén un aumento en los próximos tres a cinco años, hasta el 6%-; la situación del mercado inmobiliario –aunque esperan que los precios se pongan en positivo a finales de año- y la situación del mercado de renta variable. “De estos cuatro motores, puede que el mercado inmobiliario genere la mayor preocupación, pero, bajo nuestro punto de vista, la renta variable será lo más difícil de controlar”, concluye el gestor.
Comparaciones odiosas
Sukumar Rajah, gestor de Franklin Templeton Investments, compara China con India y expone algunas diferencias: “El crecimiento económico en China está en un nivel más maduro y afronta más desafíos respecto a la demografía y la productividad. La economía china actualmente está lidiando con el reequilibrio de su economía, la solución del exceso de capacidad industrial y la reducción de la deuda corporativa y total, mientras que India está significativamente atrasada en términos de desarrollo, y se postula para beneficiarse de la recuperación del crecimiento económico”.
El gestor detalla que India está muy por detrás de China en métricas como por ejemplo el PIB per cápita o la urbanización, lo que interpretan en la gestora como una oportunidad para beneficiarse de una serie de motores estructurales de crecimiento: “Durante la siguiente década, se espera que en India se incorporen unos 110 millones de trabajadores con edades entre los 15 y los 64 años a la fuerza laboral”, indica por una parte. Por otra, se fija en la caída de la tasa de dependencia, que suele ser un indicador de crecimiento. Adicionalmente, calculan que la creciente clase media india contribuya con 1.741.700 millones de dólares a la economía en 2020, dando lugar a una economía más guiada por el consumo. Rajah añade a todo esto el bajo endeudamiento de las familias y el potencial para mejorar el acceso a la educación, la productividad laboral y aumentar el proceso de urbanización.
“La India sigue siendo un mercado atractivo desde una óptica regional. Es uno de los grandes beneficiarios del descenso de las materias primas. Su tasa de crecimiento sigue siendo una de las más altas del mundo y durante los últimos tres años su déficit e inflación han descendido considerablemente”, destaca por su parte Dhananjay Phadnis, Gestor del FF South East Asia Fund.
El gestor de Fidelity International argumenta que “las valoraciones a corto plazo son elevadas desde un punto de vista regional, pero están en consonancia con las medias histórica”, dado que “se espera una recuperación en el ciclo de inversión empresarial que traerá consigo una recuperación de los ingresos de las empresas y una expansión de los márgenes, lo que tirará al alza de los beneficios”. Adicionalmente, resalta las oportunidades de generar alfa debido a la dispersión de los valores, provocada a su vez por “la complejidad y diversidad del país”.
Sobre el proceso de reformas que también está en marcha en India, el gestor destaca favorablemente los pasos para modernizar el banco central al modificar su marco jurídico, el nuevo código de quiebras y avances en infraestructuras, subsidios y agricultura. “El gobierno parece comprometido con impulsar las reformas dirigidas a resolver algunos de los mayores problemas del país, como la simplificación del proceso de aprobación de inversiones, la reforma del sector eléctrico, la recapitalización de los bancos públicos y el impulso al desarrollo de las infraestructuras”, concluye.