El buen comportamiento relativo de la economía estadounidense –que llevó a la Reserva Federal a poner fin a su programa de expansión cuantitativa el año pasado– y el entorno de bajos tipos de interés en prácticamente todo el mundo desarrollado han respaldado en los últimos meses una fuerte apreciación del dólar frente a otras divisas, como el euro o el yen. Aunque la recuperación de la principal economía del mundo es una buena noticia, la apreciación de la moneda está teniendo una consecuencia directa sobre los costes y los beneficios de las empresas con operaciones fuera de Estados Unidos, lo que no es tan bueno para los inversores.
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