Según Nick Schommer, gestor del Janus Henderson US Forty, los inversores podrían hallar oportunidades atractivas que aporten fuentes diversificadas de rentabilidad mediante la adopción de un enfoque independiente y reflexivo.
Habida cuenta de las fluctuaciones en los mercados y de los cambios que se van produciendo en el liderazgo conforme la recuperación económica se va afianzando, el gestor Nick Schommer explica por qué podría resultar prudente centrar más la atención en las fuentes de riesgo y rentabilidad dentro de las carteras y en tratar de asegurarnos de que estas no se encuentren demasiado correlacionadas. A juicio del gestor del Janus Henderson US Forty Fund, la cambiante naturaleza de la recuperación económica tras el COVID-19 ha puesto de manifiesto el valor potencial de contar con unos activos de renta variable diversificados.
En la actual fase del ciclo, el responsable de este producto de renta variable americana que este año ha obtenido por primera vez el Sello FundsPeople, con la calificación Consistente, considera que podría resultar beneficioso mantener una combinación de posiciones que no se asemeje al S&P 500 y que, en lugar de depender de capitalizaciones de mercado, estilos o sectores específicos, presenten las características de modelos de negocio duraderos con potencial para rendir positivamente en distintos escenarios de mercado.
Diversificar recortando el peso de las grandes tecnológicas
La pandemia trajo consigo un conjunto de desafíos económicos que pusieron de manifiesto los puntos débiles en determinados modelos de negocio. Al mismo tiempo, también creó oportunidades para otros. Dado que las empresas y los consumidores se fueron acostumbrando y haciéndose cada vez más dependientes de la tecnología digital durante los confinamientos mundiales, la importancia de las grandes tecnológicas en la economía creció.
“En agosto, los sectores de tecnología de la información y servicios de comunicación representaban un 39% del índice S&P 500. De los 11 sectores económicos, el de tecnología de la información superaba en tamaño por sí solo a otros seis sectores combinados (energía, suministros públicos, materiales, inmobiliario, bienes de consumo básico e industria). Es más, los cinco mayores valores representaban cerca de un 22% del índice. Esto suponía un nivel de concentración que no se veía desde la burbuja puntocom de 2000”, recuerda.
Gráfico 1: Índice S&P 500: ponderaciones sectoriales (%)
La exposición principal de muchos inversores a la renta variable estadounidense está asociada al S&P 500. Esto índice representa aproximadamente un 80% del valor total del mercado de ese país. No obstante, se ha ido concentrando paulatinamente en un número reducido de tecnológicas de gran capitalización, algo que sin duda lleva ciertos riesgos aparejados. “Con esto no queremos decir que no valga la pena tener estos valores en cartera, o que sean malas compañías. Todo lo contrario: en los últimos años han crecido con fuerza”, aclara el gestor.
Durante los tres años anteriores al cierre de septiembre de 2020, el S&P 500 batió al S&P 500 de ponderación equitativa. Lo hizo gracias sobre todo a los fuertes avances registrados por las tecnológicas de gran capitalización. No obstante, debido principalmente al mayor alcance de la recuperación económica, hemos presenciado un notable cambio en el liderazgo. Esto se aprecia en el periodo iniciado en septiembre del año pasado, durante el que el índice de ponderación equitativa mostró una evolución significativamente superior.
Gráfico 2: Rentabilidades del índice (%)
“Habida cuenta de la cambiante naturaleza de la recuperación, esto demuestra los beneficios potenciales de diversificar los títulos en cartera entre otros sectores de mercado. O incluso entre otros completamente ajenos al muy tecnológico S&P 500”, defiende.
Diferenciación mediante la re definición del valor
Para dejarlo claro, Schommer explica que no está defendiendo que haya que diferenciarse de un índice solo por ser distintos. Ni que se deba tratar de determinar qué segmento del mercado será el próximo en despuntar. “En lugar de esto, los inversores podrían hallar oportunidades atractivas que aporten fuentes diversificadas de rentabilidad mediante la adopción de un enfoque independiente y reflexivo”, explica.
Por ejemplo, considera que los inversores pueden identificar valor en el mercado dejando a un lado las métricas tradicionales. Se refiere a ratios muy populares, como el precio-valor contable y el precio-ventas. En cambio, pueden buscar empresas con modelos de negocio duraderos capaces de crear valor independientemente de las condiciones macroeconómicas o las tendencias de mercado existentes.
“Esto puede suceder cuando el mercado juzga erróneamente el potencial de rentabilidad o la capacidad de crecimiento de un negocio. También pueden encontrarse oportunidades en empresas infravaloradas cuando, según pasa el tiempo, el mercado se muestra dispuesto a pagar más por ellas después de que un evento asociado a la empresa de que se trate, o a un sector o mercado determinado, haya generado desajustes a corto plazo en su valor”.
Por ello, el gestor cree que, mediante el desarrollo de una base de conocimientos sobre compañías específicas, se puede estructurar posiciones con distintas fuentes de valor capaces de evolucionar de forma independiente a fin de crear posibles fuentes no correlacionadas de riesgo y rentabilidad. De igual manera, considera que, en el contexto actual, resulta especialmente importante entender mejor los cambios que el COVID-19 ha generado en los modelos de negocio de las empresas y en los parámetros financieros para poder centrarnos en las oportunidades de inversión.
Análisis más exhaustivos
También ve especialmente importante efectuar análisis más pormenorizados de lo normal en periodos como el actual. Un ejemplo de esto que, a su parecer, puede resultar extremadamente valioso para el análisis fundamental —y que apenas se aplica en la gestión de la renta variable— es comprender la estructura de capital global de una compañía, tanto en lo relativo a su deuda como a sus acciones.
En su opinión, este análisis puede resultar clave a la hora de identificar puntos de inflexión en el ciclo financiero de una compañía. “Por ejemplo, cuando una empresa se desapalanca, al alcanzar un determinado nivel, los inversores de renta variable pueden comenzar a ver rentabilidades reales en forma de recompras de acciones y ganar más confianza sobre la capacidad la compañía para invertir en su crecimiento futuro. Además, en el caso de las firmas más apalancadas, estas suelen contar con una mayor proporción de fondos de inversión libre entre sus inversores, que muchas veces cuentan con plazos de inversión inferiores y se encuentran más cómodos con la mayor volatilidad que su elevado apalancamiento entraña”, indica.
A esto se añade que las empresas, al desapalancarse y fortalecer sus balances, pueden repartir más dinero entre sus accionistas. Un nuevo conjunto de inversores de renta variable puede convertirse en inversores potenciales en ellas. Esto abre la posibilidad de que un observador avezado pueda arbitrar entre los distintos perfiles de propensión al apalancamiento y el riesgo que presentan estos grupos de inversores. “Así, mientras que los inversores en renta fija suelen centrarse en el atractivo de la deuda de una empresa y los de renta variable estudian al valor de sus títulos, en última instancia, la capacidad de analizar su estructura de capital global puede constituir una ventaja”.
Transitar una incierta recuperación
Hasta la fecha, hemos asistido a fluctuaciones en los mercados y cambios en el liderazgo conforme la recuperación económica se ha ido afianzando. “Creemos que esto continuará siendo así. En consecuencia, podría resultar prudente enfocar más la atención en las fuentes de riesgo y rentabilidad dentro de las carteras. Y tratar de asegurarnos de que estas no se encuentren demasiado correlacionadas”, asevera el gestor de Janus Henderson Investors.
De acuerdo con él, esto podría lograrse manteniendo valores de distintos sectores y capitalizaciones de mercado. O bien incluyendo a empresas que dispongan de distintas fuentes de valor y se hallan descubierto realizando análisis diferenciados. “Habida cuenta de las nuevas idas que vueltas a las que probablemente asistiremos, estructurar una cartera menos dependiente del ciclo económico y que evite riesgos de concentración innecesarios podría suponer una ventaja más que bienvenida”, concluye.