Consecuencias de las tensiones que está provocando la fortaleza del dólar

Dólar
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La preeminencia del dólar en las últimas tres décadas ha tenido poco que ver con el hecho de que la moneda subiera o bajara en los mercados de divisas. Pero la cantidad de dolor que su prolongado repunte está infligiendo actualmente, incluso a otras economías desarrolladas, es un crudo recordatorio de su arraigado dominio en los mercados financieros y el comercio internacional. Japón se ha visto obligado a intervenir en el mercado de divisas por primera vez desde 1998 para apuntalar el yen, mientras que la caída de la libra esterlina a mínimos históricos frente al billete verde está exacerbando la inflación y presionando al Banco de Inglaterra para que suba más los tipos de interés.

Según Pascal Blanqué, presidente del Amundi Institute, una solución a corto plazo para hacer frente a las tensiones causadas por la fortaleza del dólar podría ser un acuerdo para debilitar el billete verde, como el que las principales economías alcanzaron en el Hotel Plaza en 1985. Otra posibilidad sería, en su opinión, una guerra de divisas inversa, en la que los países compiten para fortalecer, en lugar de debilitar, sus monedas. “Japón está mostrando el camino”, afirma.

Un régimen tensionado

Sin embargo, el experto considera que estas opciones no solucionan las limitaciones de un régimen que se ha tensionado hasta el límite. “La globalización hizo conveniente fijar el precio de todos los pasos de las cadenas de suministro integradas en la misma moneda, y ningún otro rival estuvo a la altura de la tarea. Pero la aparición de un nuevo régimen inflacionista, en gran medida impulsado por la energía, puede cambiar las cosas”, señala el experto.

En su opinión, la regionalización, el retroceso de las cadenas de valor globales y la deslocalización de las actividades manufactureras harán que el mundo sea menos dependiente del dólar. “La reciente militarización de las reservas de divisas en respuesta al conflicto de Ucrania también ha mostrado a los bancos centrales no occidentales que el acceso a estas reservas puede estar supeditado al mantenimiento de unas buenas relaciones con Occidente”, recuerda.

Aparición de dos bloques

Al mismo tiempo, China está evolucionando. “En el pasado, los países asiáticos, y en particular China, hicieron una política deliberada de acumulación de reservas. Entre 2000 y 2022, las reservas mundiales se multiplicaron por siete, y China posee algo más de una cuarta parte del total. Los anteriores episodios de fortaleza del renminbi provocaron la intervención oficial para deprimir el yuan frente al dólar. No es seguro que ocurra lo mismo en la actualidad”.

A largo plazo, Blanqué considera que la demanda interna desempeñará un papel más importante en la economía china. “Para ello, es necesario reforzar el estatus internacional del renminbi como competidor creíble del dólar. La aparición de un sistema comercial de dos bloques en torno a China y Estados Unidos parece, por tanto, una evolución plausible”.

Si se cumpliese esta hipótesis, cada bloque utilizaría la moneda de su país dominante como ancla. “En este escenario, el comercio no daría lugar a flujos masivos de capital ni a la acumulación de reservas de divisas. Debido a su importancia geopolítica estratégica, la energía sería un factor determinante. Los dos bandos tratarían de fijar el precio del petróleo y el gas en sus propias monedas, estrechando los lazos en el ámbito geopolítico. Un ejemplo de cómo podría funcionar ha sido que Rusia y China han cambiado recientemente los pagos de los suministros de gas a rublos y yuanes en lugar de dólares”.

Otros países exportadores de petróleo, como Rusia y los productores de Oriente Medio, probablemente seguirían comprando tanto dólares como yuanes. Europa, y presumiblemente Japón, continuarían siendo periféricos, pero aún relacionados con el bloque estadounidense, mientras que una serie de países emergentes más grandes, como Brasil, India e Indonesia, podrían establecer un grupo no alineado, indica el experto.

Un cambio nada claro

Para Blanqué, el camino hacia un sistema de dos bloques no está claro. “China tendría que aflojar los controles de capital, proporcionar un número creciente de renminbi y activos denominados en renminbi al mundo, y posiblemente perder parte de su control político interno. Además, la visión de un bloque de Asia Oriental dominado por China no coincide con las alianzas existentes en la región, y los países satélites tendrían que aceptar cierto grado de subordinación a la política monetaria del Banco Popular de China. Aun así, hay indicios de que los bancos centrales de Asia oriental están limitando activamente las fluctuaciones de sus monedas frente al renminbi en lugar de frente al dólar”.

Las posibilidades de que el yuan se convierta en un segundo ancla mundial aumentarían en este escenario. Sin embargo, no estaría claro si el dólar seguiría siendo dominante o si se produciría un cambio durante décadas hacia un mundo multipolar.

“Cualquier cambio de este tipo conlleva tanto riesgos como oportunidades. Los beneficios de una diversificación en divisas deberían aumentar con la inflación y la desincronización de las políticas monetarias y los ciclos económicos. Son cambios que tardarán en producirse. Mientras tanto, los inversores tienen que navegar por un mundo en el que la mayor volatilidad de las divisas ha vuelto con fuerza. Las estrategias activas para gestionar los riesgos de tipos de cambio serán cada vez más importantes para las carteras”, concluye.