Las señales que apuntan a un mercado bajista prolongado o a una desaceleración económica tienden a poner en tensión a los inversores. Se trata de algo comprensible. Las fuertes caídas del mercado hacen que no sintamos mal y pueden inducir a los inversores a abandonar las acciones para evitar más dolor. Y las recesiones causan un daño en la economía real, incluyendo la pérdida de empleos a medida que las empresas retroceden. El miedo de los inversores a la llegada de una recesión se apoya en los datos. “El PIB alemán se estancó después de contraerse en el tercer trimestre un -0,2%, pero evitó la llamada recesión técnica, es decir, dos trimestres consecutivos en contracción”, recuerdan desde Groupama AM.
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