Un acuerdo de financiación a países emergentes que triplica al anterior, pero que queda muy por debajo de lo esperado y la creación de un mercado global de carbono, entre los acuerdos más relevantes.
La victoria de Trump y la posible repetición del abandono de EE.UU. a los acuerdos de París han sobrevolado la COP 29 celebrada en Bakú, capital de Azerbaiyán, país petrolero desde el siglo XIX. Si en Glasgow se abrió la puerta a la biodiversidad y en EAU al progresivo final de los combustibles fósiles, en esta ocasión la atención estaba puesta en la financiación.
Principales acuerdos
Laura García, especialista en Naturaleza en Lombard Odier Investment Managers resume los principales acuerdos: “Aunque el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG por sus siglas en inglés) se ha incrementado 300.000 millones de dólares anuales para 2035, triplicando el objetivo anterior fijado en 2016, sigue estando muy por debajo de los 1,3 billones de dólares anuales necesarios para que los países en desarrollo mitiguen el cambio climático y se adapten a él de forma proactiva”.
Algo más alentador le parece a la experta el acuerdo sobre la puesta en marcha del Fondo de Pérdidas y Daños, que empezará a financiar proyectos en 2025. Y también los anuncios sobre la creación de un mercado mundial voluntario de carbono supervisado por la ONU y las promesas de los países para la protección y reforestación de los bosques (incluida la promesa del Reino Unido de 239 millones de libras esterlinas para ayudar a las naciones ricas en bosques tropicales a hacer frente al cambio climático). “Ponen en el centro la movilización de recursos hacia soluciones basadas en la naturaleza. Éstas pueden contribuir a más de un tercio de las reducciones de emisiones necesarias de aquí a 2030 para limitar el calentamiento por debajo de 2°C” señala.
Las cifras en contexto
Marie Lassegnore, responsable de ESG y análisis de crédito de Crédit Mutuel Asset Management, señala que "en un principio, los países en desarrollo exigían a los países desarrollados cerca de 1 billón de dólares anuales para 2030 (y 1,3 billones para 2035). Ahora, esta cifra representa un objetivo global que exige la movilización de todos los sectores, tanto públicos como privados”.
La experta recuerda que “según el último estudio del Grupo de Expertos Independientes de Alto Nivel sobre Financiación Climática (IHLEG, por sus siglas en inglés), la acción climática requiere una inversión anual de 6,5 billones de dólares hasta 2030 y de 7,6 billones hasta 2035. De ellos, los mercados emergentes y los países en desarrollo (excluida China) necesitarán unos 2,4 billones de dólares anuales de aquí a 2030 (1,4 billones de recursos nacionales y 1 billón de financiación externa)”.
En su opinión la cantidad real comprometida para la financiación climática es escasa, “a menos que haya un mayor compromiso con la eliminación gradual de los combustibles fósiles (como se introdujo el año pasado, pero que no se ha reforzado este año) o con mayores ambiciones en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) de los países”.
Temperatura e inversión
El Informe sobre la Brecha de Emisiones de 2024 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente estima que la prolongación de los actuales esfuerzos de mitigación conduciría a un calentamiento de unos 3,1°C. Sin embargo, si se cumplen plenamente los compromisos incondicionales y condicionales, el aumento de la temperatura mundial podría reducirse a unos 2,6 °C.
Durante la Conferencia de las Partes, John Kerry hizo una declaración en la que planteaba dudas sobre la posibilidad de recuperar el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C. La recuperación implicaría recortar las emisiones un 42% para 2030 y un 57% para 2035. “Las probabilidades están en nuestra contra, pero un fuerte aumento de las inversiones del sector privado en mitigación y adaptación podría mantener vivas nuestras esperanzas”, valora Lessegnore.
La experta reflexiona sobre el potencial de las inversiones. Citando cifras de un anuncio de McKinsey señala que “los activos mundiales gestionados alcanzaron los 132 billones de dólares en junio de 2024 (de los cuales los activos privados representan aproximadamente el 10%), lo que significa que sólo sería necesario canalizar entre el 1% y el 6% de los activos mundiales hacia la acción climática mundial para cumplir los objetivos anuales de inversión señalados por el IHLEG. El capital privado, las infraestructuras y la deuda ring-fencing son clases de activos en las que se puede maximizar la complementariedad, así como los beneficios sociales y medioambientales colaterales”.