Diciembre, 58 de 2013

Kamil Molendys, Unsplash

Finalmente el Vicepresidente del Área Económica presentó los lineamientos del plan de asignación de divisas para el 2014. El mismo ofreció pocas sorpresas ya que confirmó lo que analistas económicos venían comentando que sucedería: mínima asignación de divisas a Bs. 6,30; mayor concurrencia al mecanismo de subastas y otros detalles que al momento de publicarse esta nota serán más que conocidos y asumidos por los lectores de esta columna.

Para los tenedores de deuda venezolana denominada en dólares, dentro de lo limitado de lo anunciado hubo algunos aspectos positivos. Por un lado una devaluación siempre mejora las finanzas del estado, por otro hace explícita la intención de provisionar recursos para servir la deuda externa, ayuda aunque sea en menor medida a exorcizar los demonios de un incumplimiento de pagos, que aparecen constantemente en las columnas de opinión. Sin embargo, el mercado de deuda siguió cayendo el día 22, luego de la rueda de prensa de Vicepresidente Ramírez.

En las últimas semanas se han hecho públicas algunas piezas de información que escasamente intuíamos, pero que aun así ya nos atormentaba. Por ejemplo, para nadie es un secreto hoy en día que un presupuesto de divisas del orden de 42 millardos de dólares es insuficiente, porque con él hay que cubrir no sólo los requerimientos del 2014, sino también parte de los pagos pendientes con proveedores de todo tipo (líneas aéreas, aprobaciones de CADIVI no liquidadas, dividendos aprobados no liquidados, etc.); la lista de pagos pendientes tiene varias versiones, la corta es del orden de 14 millardos de dólares y la larga que parece una carta al Niño Jesús, y por ende incumplible en su totalidad, anda por el orden de 50 millardo de dólares.