¿Dónde hay que buscar las FAANG del futuro?

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Foto: Jakob Owens, Unsplash

La primera fase de la era de la información comenzó en la década de 1980 y despegó realmente en la de 1990. Supuso la introducción generalizada del ordenador personal y el equipamiento de las grandes empresas, así como de las autoridades públicas y los gobiernos, con programas informáticos que digitalizaban los flujos de información y almacenaban los datos. Los llamados sistemas ERP (Enterprise Resource Planning) se extendieron rápidamente. Empresas como Microsoft, SAP, Cisco, Dell, HP e IBM contribuyeron a este éxito.

En la segunda fase, iniciada en la década de 2000, Internet se generalizó entre los consumidores. Las descargas de audio y vídeo, las compras online, el streaming, la difusión de información en las redes sociales y la introducción del smartphone, fueron los desarrollos clave que dieron origen a los gigantes tecnológicos de hoy. Son nombres muy conocidos.

Empresas estancadas en la primera fase

Sin embargo, la mayoría de las empresas de la primera fase no dieron el salto a esta segunda fase, que continúa hasta hoy. Microsoft es una de las pocas excepciones. Las llamadas plataformas tecnológicas de hoy en día están sentadas sobre enormes beneficios y tienen una posición estable en el mercado debido a sus oligopolios. Facebook y Google dominan el negocio de la publicidad, Amazon y Alibaba la venta online, y Apple y Samsung el mercado de los teléfonos inteligentes.

Sin embargo, según Jan-Christoph Herbst, gestor de los fondos en MainFirst, sólo unos pocos de estos actores actualmente dominantes seguirán teniendo éxito en la tercera fase de la era de la información, que acaba de empezar. “La próxima década será la era de la digitalización de la producción, la producción de energía sostenible, el uso de la inteligencia artificial en diversos campos y la electrificación del transporte. Los componentes que antes eran fabricados por seres humanos saldrán de la impresora 3D en una sola pieza, y las salas de producción apenas contarán con personal. Las Gigafábricas de Tesla en Berlín y Shanghái están liderando el camino”, afirma.

Sustenta sus opiniones en que, a nivel mundial, ya hay más de tres millones de robots industriales que trabajan día y noche, entre semana y los fines de semana. Y la tendencia está creciendo rápidamente. Sólo en los últimos años los ordenadores disponibles han sido capaces de ofrecer la potencia de cálculo necesaria para instalar sistemas de autoaprendizaje y soluciones de automatización en las fábricas. “Diversas industrias recurrirán cada vez más al uso de robots, ya sea para el calzado deportivo o las piezas de automóvil, los cosméticos o los procesos logísticos”, explica.

¿Quiénes serán los ganadores de esta próxima ola tecnológica?

A su juicio, se trata de productos básicos. “Materias primas necesarias para la automatización y para la generación, almacenamiento y consumo de energía eléctrica verde. Es decir, los semiconductores y las herramientas para fabricar semiconductores. Pero las materias primas reales, como el níquel, el cobre o el litio, también son inevitables en esta próxima fase de crecimiento tecnológico. La producción de baterías se basa principalmente en las economías de escala. El resultado serán gigantescas corporaciones de baterías que surgirán en los próximos años”.

En su opinión, también se beneficiarán los fabricantes de vehículos eléctricos que se integren lo más verticalmente posible. Y que tengan muy pocos pasivos heredados del pasado del diesel/gasolina que limpiar.

“Además de algunos especialistas en automatización y desarrolladores de chips informáticos, las empresas emergentes de la nube también crecerán con fuerza. La inteligencia artificial se convertirá en un imperativo. Las empresas que consigan dar sentido a esta nueva tecnología ganarán en importancia. Los campos de aplicación de la inteligencia artificial más prometedores son la seguridad de los datos, el análisis crediticio, la producción de robots, la medicina, el análisis genético, la logística, la publicidad, la generación de energía y la conducción autónoma”, concluye.