El desarrollo económico liderado por el estado, cuando está bien llevado, resulta apropiado en las fases iniciales de un ciclo de crecimiento de países en vías de desarrollo. Sin embargo, en tanto el crecimiento se hace más dependiente de la innovación local y como consecuencia del dinamismo del sector privado, es necesario que el desarrollo venga impulsado por el fuerzas de mercado y no tanto por el estado. Esta norma también es aplicable para el sector bancario.
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