¿Cómo interpretan las firmas internacionales este pacto de fase 1? ¿Qué implicaciones tiene para los mercados?
Un proceso doloroso para al final no ver ningún progreso. Estados Unidos y China han firmado, al fin y de manera oficial, un pacto comercial de “Fase 1”. Lo que se está vendiendo como el principio del fin de la guerra comercial no cuaja por completo la incertidumbre en el mercado. En general el tono entre las gestoras internacionales es de escepticismo.
Para los inversores, las líneas de este pacto simplemente no son suficientes. Expertos como Philipp Vorndran, estratega de Flossbach von Storch, se muestran muy críticos: “El conflicto comercial entre EE. UU. y China se centra en la hegemonía y el liderazgo tecnológico entre dos potencias mundiales. El acuerdo actual, que por cierto apenas ha producido resultados significativos, probablemente pertenezca más a la categoría de espectáculo”.
¿Qué incluye exactamente el acuerdo entre Estados Unidos y China? Según resume Sophie Altermatt, del equipo de análisis económico de Julius Baer se tocan varios puntos pero ninguno de gran calado. “El acuerdo es limitado y no aborda algunos de los problemas clave entre los países, como los subsidios industriales de China y los problemas de robo cibernético”, afirma la experta. Cubre una protección más estricta de los derechos de propiedad intelectual en China, compromisos de China de no manipular su moneda y aumentar sus importaciones de bienes estadounidenses mediante compras por valor de 200.000 millones de dólares en los próximos dos años. En particular, establece objetivos para exportaciones estadounidenses adicionales a China superiores a las cifras de 2017 para bienes manufacturados, agricultura, energía y servicios. Son o bjetivos ambiciosos y preocupa que un posible fracaso conduzca a una nueva escalada de tensión.
“El pacto no muestra ningún camino creíble para avanzar. En cambio, ambos bandos han optado por permanecer quietos”, sentencia Ian Samson, gestor en Fidelity International. Si bien reconoce que evita aranceles dolorosos y señala que no habrá escaladas grandes de tensión en los próximos meses, una lectura en detalle del acuerdo muestra un amplio margen para que las negociaciones bilaterales se compliquen. De hecho, es una sorpresa negativa que no se haya marcado un calendario para eliminar los aranceles ya en marcha.
Poco optimismo con avances reales
Como recuerda Aidan Yao, economista senior de Macro Research Core Investments de AXA IM, ambos bandos aún están lejos de llegar a un acuerdo comprensivo como para poder hablar de que la normalidad se restaura. “Un acuerdo global resulta ilusorio a día de hoy”, concuerda Esty Dwek, responsable de estrategia de mercados globales en Natixis IM Solutions. Además, la naturaleza misma de los temas de negociación se opone al programa del Presidente Xi Jinping, apunta acertadamente Mathilde Lemoine, economista jefe en Edmond de Rothschild. “Lo que está en juego no es sólo el aumento de las importaciones estadounidenses a China, sino también la protección de la tecnología y los derechos de autor, el fin de la piratería informática con fines de espionaje económico, el fin de las subvenciones concedidas a las empresas estatales chinas y el levantamiento de los derechos de aduana adicionales”.
Además, el dolor causado por estas tensiones ya es visible. No solo en materia comercial. Se ha incrementado lo que Yao define como un desacoplamiento en sectores como la tecnología, la inversión e intercambios sociales a medida que ambos países han construido paredes entre ellos.
Y Neil Dwane, estratega global de Allianz Global Investors, coincide. “Estos regalos de Año Nuevo seguramente serán bienvenidos en Beijing, pero no esperamos el fin de las tensiones generales entre los dos países”. La guerra fría tecnológica entre Estados Unidos y China continuará a medida que cada país desarrolla su propio ecosistema tecnológico. Y China seguirá intentando establecer nuevas relaciones comerciales con otras naciones. “Especialmente porque su crecimiento depende del petróleo, el gas, el carbón y otros productos básicos”, recuerda.
Las gestoras coinciden en que este acuerdo es la primera ronda en lo que será un proceso largo y distendido. Como vaticina Dan Matthews, co gestor del Merian Global Dynamic Allocation Fund de Merian Global Investors, en el corto plazo ofrece a Trump con una victoria que puede pasear ante inversores antes de los comicios de noviembre. Y dependiendo de cómo progresen las negociaciones o hacer un acuerdo de fase dos o posponer el proceso para después de las elecciones.