El efecto Trump se vuelve en contra de la economía de EE.UU.

Donald Trump, EEUU
Gage Skidmore, Flickr, Creative Commons

Hace dos años y medio el mundo se sorprendía tras la elección del populista Donald Trump como presidente de EEUU. Contra todo pronóstico el hecho de que no fuera el candidato que quería Wall Street no impidió que el mercado reaccionara positivamente a la noticia. Al fin y al cabo, entre las propuestas que llevaba el multimillonario en su programa electoral se encontraban una fuerte reducción de impuestos e inversiones multimillonarias en el sector de las infraestructuras.

Se empezó entonces hablar de un efecto Trump y no es para menos teniendo en cuenta que esa reducción de impuestos que acometió poco después de ocupar el Despacho Oval de la Casa Blanca (el tipo impositivo de las empresas pasó del 35% al 20% y se redujeron los tramos impositivos en las rentas personales de siete a tres dejando el máximo en el 37% y el mínimo en el 10%) impactó muy positivamente en el crecimiento económico de EEUU además de dar alas al rally que ya venía protagonizando Wall Street durante la última década.

Sin embargo, ese efecto Trump está empezando a volverse en contra de EEUU, más teniendo en cuenta los negativos efectos que puede tener en la propia economía estadounidense las consecuencias de la guerra comercial que el país lleva un año lidiando con China. “Seguimos creyendo que la economía de EEUU se desacelerará sobre todo en 2020 a medida que desaparezca a medida que se vaya diluyendo el empuje que supuso la política fiscal y los efectos de un endurecimiento de la política monetaria. Parece improbable que se apruebe en una cámara controlada por los demócratas más medidas fiscales y teniendo en cuenta el deterioro del déficit presupuestario esto debería ser interpretado de una manera positiva. Facilitará que se progrese en la guerra comercial con China porque el presidente se dará cuenta de que tiene que hacer algo para seguir impulsando la economía”, apuntan desde la gestora Schroders.

La idea que defiende la gestora británica está muy en línea con los resultados que hace menos de una semana publicó Fidelity en su Encuesta de Analistas, que entre otras conclusiones viene a decir que por primera vez en los últimos tres años, se prevé que las políticas de la Administración Trump sean negativas para los resultados que las empresas generen durante los próximos dos años.

“Al tiempo que se ha disipado ese impulso fiscal, el gasto en infraestructuras ha decepcionado y la postura combativa de Trump en asuntos de comercio internacional ha comenzado a elevar los costes para las empresas importadoras y afectado a las ventas de las exportadoras”, apuntan desde Fidelity. Y de ahí que casi la mitad de los analistas que cubren a empresas estadounidenses crea que las políticas de Trump van a ser un lastre para su sector. De hecho, en el único sector en el que aún se confía en que el efecto Trump sea positivo durante los próximos dos años es el de telecomunicaciones.

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Pese a las dudas que crecen en torno a la evolución de la economía de EEUU a corto plazo, y no solo a corto plazo, lo cierto es que Wall Street sigue gozando del beneplácito de los inversores profesionales. De hecho, según la última encuesta a gestores publicada por Bank of America Merrill Lynch, la asignación de estos profesionales a Wall Street ha dejado de ser negativa (en febrero se situó en ese territorio por primera vez en los últimos nueves meses) y ha pasado a ser neutral, al tiempo que ha aumentado el número de gestores que infrapondera acciones europeas en cartera.