¿Está en cuestión la hoja de ruta hacia la sostenibilidad?

“Es un año retador, en el que tenemos que seguir construyendo y aprovecharnos de las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, para ser cada vez más eficientes, poder tener mejores datos contrastados, dar mejor información a nuestros clientes, ser, en definitiva, más eficientes en la comunicación. Y, que, por lo tanto, sigamos mostrando que este tipo de inversiones en sostenibilidad a largo plazo ofrecen rentabilidad, reducen el riesgo y aportan un extra a las cuestiones financieras”.

Son declaraciones de Augusto Caro, Global Head ESG en Santander Asset Management, que resumen la visión del mercado en un ejercicio “desafiante” por el efecto de las subidas de tipos de interés, las citas con las urnas y los retos de la transición energética que exigen elevadas necesidades de inversión para ir paulatinamente descarbonizando la economía y reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.

“En la COP28 se han dado pasos, por supuesto, siempre hay distintas interpretaciones sobre qué grado de compromiso o ímpetu se están realizando los movimientos, pero sí que, al menos, vemos que la tendencia es clara y que cada vez hay más conciencia” del camino a seguir. Alude a las nuevas tecnologías que facilitan el abordaje de estos retos en materia de energías renovables e hidrógeno y “que deben favorecer a que cada vez tengamos menor dependencia de los combustibles fósiles”.

Alberto Gómez-Reino, responsable de Inversión Sostenible y Asset Allocation Institucional en BBVA Asset Management, afirma que “los compromisos políticos en materia de sostenibilidad son cada vez mayores y podemos observar una tenencia estructural que, a pesar de que la agenda política pueda alterar la velocidad de la misma, la trayectoria parece que se va a mantener”.

Reconoce que, en los dos últimos años, la rentabilidad de las estrategias sostenibles ha sido dispersa, sobre todo de aquellas más relacionadas con el cambio climático. Además, coincide con la “importante” subida de tipos que ha afectado a determinadas estrategias bond proxy como puede ser “la financiación verde, aunque es una cuestión coyuntural y no es necesariamente extrapolable”. Si bien, ante un horizonte en el que las subidas de tipos pueden estar próximas a su fin, el escenario previsible es más “estable” para estas estrategias.

La parte positiva es, a su juicio, el aprendizaje de estos últimos años, “nos permite hacer una reflexión sobre las estrategias de inversión más adecuadas para nuestros clientes”.

En opinión de Pablo Hernández de la Merced, responsable de Sostenibilidad en CaixaBank Asset Management, hay bastante consenso en el objetivo final, que es lograr una descarbonización progresiva, pero sigue habiendo diferente aproximación en cuanto a la forma y a la velocidad para su consecución… “A nuestro entender las conclusiones de la COP28 son razonablemente positivas. Se ha consolidado ese compromiso por la descarbonización, además, vemos que se está teniendo cada vez más en cuenta a los países emergentes, que son los que soportan en gran medida los procesos de producción y contaminación y que no tienen recursos para abordar esa transición”.

Desde un punto de vista de producto y sus rentabilidades, apunta al castigo sufrido por los problemas geopolíticos y de subidas de tipos, que han el encarecimiento de la financiación, y han penalizado a aquellas compañías que necesitan más endeudamiento, afectando de manera significativa a las empresas de renovables, a los proyectos de financiación y empresas de tamaño mediano y pequeño, que forman parte importante de las carteras sostenibles.

Ahora bien, recuerda que hay que ser conscientes que la inversión ESG es a medio-largo plazo, que hay que ser paciente “y resulta fundamental explicarlo bien al cliente retail y de banca privada”.

La sales Director de Amundi, Julia Salazar, identifica cuatro tendencias dentro de la sostenibilidad. La primera es la “aceleración de la carrera por la tecnología verde, impulsada por políticas fiscales”, en la que destaca baterías de sodio, tecnología para captura y almacenamiento del carbono e inteligencia artificial para la gestión inteligente de las emisiones.

La segunda es la estrategia Net Zero que, teniendo en cuenta que “el primer objetivo intermedio del Acuerdo de París no lo hemos cumplido, ahora los inversores van a tener en cuenta como riesgo de cola el tema del clima y lo han incorporado en sus herramientas de gestión de riesgo”.

Otra tendencia que observa es la ya mencionada de la movilización de capital hacia mercados emergentes, “para una transición justa, en la que es clave la colaboración público-privada”.

Por último, considera que “hay que ir más allá de los titulares sobre el retroceso en ESG, como de aquellas instituciones que consideran que hay que ser más agresivos. Para la mayoría de los inversores, la inversión ESG es hoy más crucial que hace cinco años”. En opinión de Salazar, este panorama es un signo de que la industria está en un momento más maduro, pero al mismo tiempo que hay que satisfacer las necesidades y cumplir las expectativas de todos los inversores, ofreciendo mucha transparencia.