El dólar estadounidense sufrió un revés después de la reciente decisión de la Reserva Federal de posponer la reducción de los estímulos cuantitativos. Sin embargo, según Fidelity Worldwide Investment, para los inversores a largo plazo esto podría ser una oportunidad de compra, ya que las perspectivas estructurales del dólar parecen atractivas. “Los factores principales que provocaron un periodo prolongado de debilidad del dólar en el periodo de diez años hasta 2012 (grandes déficits en el sector exterior, deterioro de las cuentas públicas y unas condiciones monetarias muy expansivas) se están invirtiendo y eso debería dar lugar a una fase continuada de fortaleza del dólar durante los próximos años. Si esta opinión es correcta, deberían derivarse importantes consecuencias para la inversión”, explican desde la firma.
1. Nuevo contexto: el sector exterior de Estados Unidos mejora
“Mirando al futuro, creemos que las perspectivas del dólar están cambiando y que la moneda está a punto de entrar en un periodo plurianual de fortaleza. En esencia, esta opinión se basa en evidencias claras de que se están invirtiendo los factores negativos clave que han perjudicado al dólar en el pasado. En primer lugar, el sector exterior estadounidense ha empezado a mejorar; así, desde sus máximos del 6% del PIB en 2006, el déficit por cuenta corriente de EE.UU. se ha reducido a la mitad, hasta el 3% del PIB, en 2012”.
Según Fidelity, el efecto derivado de la reducción de las importaciones cuando se consolidó la recesión fue obviamente importante, pero otro factor clave ha sido la revolución de la energía del esquisto, que ya ha reducido considerablemente las importaciones energéticas de EE.UU. Con unos pronósticos que apuntan en líneas generales a que el país será autosuficiente energéticamente hablando en los próximos 10-15 años, la energía del esquisto es un factor positivo para el dólar a medio plazo.
2. Mejoría de las cuentas públicas
Otro lastre fundamental para el dólar durante la última década ha sido el deterioro de las cuentas públicas. Sin embargo, el saldo presupuestario de EE.UU. se está moviendo en la dirección correcta: después de tocar máximos en el 13,3% del PIB1, el endeudamiento neto (un indicador clave del déficit presupuestario) cayó en los tres años siguientes y se prevé que caiga hasta el 6,6% del PIB en 20131. “La mejoría de las cuentas públicas refleja en parte una importante disminución del gasto militar debido a la reducción de la presencia estadounidense en Irak, pero también a la mejora constante de los ingresos fiscales a medida que la economía se ha ido recuperando”.
De cara al futuro, en la gestora consideran que las cuentas públicas estadounidenses deberían seguir recuperándose, ya que se prevé que la economía continúe creciendo vigorosamente y que el gasto militar se recorte aún más con la retirada prevista de Afganistán. Por ejemplo, en su último World Economic Outlook1, el FMI pronostica que el endeudamiento neto del gobierno estadounidense descenderá aún más hasta un manejable 4,1% del PIB en 2015. La mejora constante de las cuentas públicas estadounidenses debería dar un impulso considerable a la confianza de los inversores en el dólar estadounidense durante los próximos años.
3. Normalización de la política monetaria
El causante principal de la debilidad del dólar estadounidense en el periodo posterior a la crisis de las hipotecas de alto riesgo probablemente ha sido una política monetaria altamente expansiva. El tipo de interés de referencia se recortó hasta casi el cero y los rendimientos de los bonos también cayeron hasta mínimos históricos tras el inicio de la relajación cuantitativa, por lo que el atractivo relativo de los activos en dólares descendió y acentuó la debilidad del dólar. Recientemente, el dólar estadounidense sufrió un revés en los mercados después de que la Reserva Federal estadounidense sorprendiera anunciando que retrasaba su decisión de reducir progresivamente su programa de compra de bonos (el famoso tapering).
“Sin embargo, esto no cambia la realidad, a saber, que el tapering llegará, y con independencia de cuándo se ponga efectivamente en marcha, debería ser positivo para el dólar. De hecho, la perspectiva de reducción de los estímulos cuantitativos es lo que ha provocado la subida reciente de los rendimientos de los títulos del Tesoro estadounidense”.
De cara al futuro, se prevé que la economía estadounidense crecerá con más fuerza conforme se vaya recuperando el mercado de la vivienda y la energía del esquisto otorgue una ventaja en costes a la industria estadounidense. “Esto es en sí favorable al dólar, pero la recuperación en marcha también significa que EE.UU. pronto se convertirá en la primera gran región que inicia de forma efectiva el endurecimiento de su política monetaria. Dado que previsiblemente las condiciones monetarias seguirán siendo comparativamente expansivas en otros lugares, deberíamos ver un periodo prolongado de divergencias en materia de política monetaria que debería impulsar el atractivo relativo del dólar estadounidense”.
Implicaciones para la inversión de un dólar fuerte
Si las previsiones de un periodo duradero de fortaleza del dólar son ciertas, se derivarían una serie de implicaciones importantes para la inversión, que serán en primer lugar positivas para la renta variable estadounidense (una divisa fuerte debería hacer que los inversores estadounidenses tuvieran una mejor disposición a invertir en casa. Además, la acusada debilidad que han experimentado recientemente las divisas emergentes debería reforzar esta tendencia); en segundo lugar positivas para la renta variable japonesa (la nueva y agresiva política monetaria de Japón, con su incremento acelerado de la oferta monetaria, está teniendo de momento mucho éxito a la hora de estimular el interés de los inversores por el mercado bursátil del país).
Y, en tercer lugar, menos favorables a corto plazo para los mercados emergentes. “Recientemente, varios mercados emergentes, especialmente los que presentan grandes déficits en su sector exterior, como la India y Turquía, han registrado fuertes caídas combinadas con presiones sobre sus divisas. Resulta interesante que estos hechos responden fundamentalmente a fuerzas externas derivadas de las perspectivas de normalización monetaria y de los tipos de interés en EE.UU. Esto preocupa en los mercados emergentes, ya que reduce la ventaja de rendimiento que han disfrutado en el pasado. Si los tipos de la deuda estadounidense siguen subiendo y el dólar se revaloriza como prevemos, probablemente sea desfavorable para los mercados emergentes. La fortaleza del dólar preocupa especialmente en los mercados emergentes que dependen de las materias primas, ya que implica menores ingresos, toda vez que las materias primas cotizan en dólares”.
Sin embargo, aunque es razonable pensar que la fortaleza del dólar generalmente es desfavorable para los mercados emergentes, las repercusiones varían considerablemente de un caso a otro y sería extremadamente insensato dar la espalda a los mercados emergentes sólo por este motivo. “Más bien al contrario: merece la pena reseñar que las positivas características estructurales de la mayoría de los mercados emergentes no se verán afectadas por factores cambiarios y, por eso, la reciente oleada de ventas podría ofrecer a los inversores a largo plazo muchas oportunidades de compra siendo selectivos en los mercados emergentes”.