Fidelity identifica cinco tendencias que mejoran la posición de los países desarrollados frente a los emergentes

En concreto, Fidelity identifica cinco motores de crecimiento estructural que contribuirán positivamente durante los próximos años. El primero de ellos será la realocalización: en los últimos años los sueldos han ido mejorando en los países asiáticos, mientras que en las economías occidentales se han hecho esfuerzos por ajustar el mercado laboral, por lo que se podría producir una redistribución geográfica de las empresas que externalizaron su producción en el pasado. “Estos riesgos pueden estar relacionados con escasez de oferta, variaciones en la calidad, condiciones de trabajo, aspectos medioambientales e incluso circunstancias políticas” explican los expertos de la gestora americana, que remachan: “ La producción local, ubicada cerca de los mercados más importantes, puede reducir estos riesgos considerablemente o borrarlos completamente”.

La tecnología puede ser el segundo caballo de batalla de las economías más avanzadas. Teniendo en cuenta, que se están reduciendo las diferencias entre los sueldos de los países desarrollados y los emergentes, “el proceso de producción está recibiendo finalmente la atención que merece”, según Fidelity, que muestra una postura muy optimista con este punto. “La automatización y la robótica protagonizarán un verdadero despegue durante los próximos 20 años y posibilitarán el reemplazo de la fabricación en masa de productos uniformes por la personalización”. Dentro del sector detectan microtendencias, siendo la más destacada que las tecnologías de la información estarán dominadas por el big data (grandes bases de datos desestructuradas). “En todo el mundo, la cantidad de datos que se producen está creciendo exponencialmente y la demanda de almacenamiento, mantenimiento y análisis de estos datos aumenta al mismo nivel”. El sector más beneficiario, en consecuencia, serán las empresas de software especializadas en soluciones para big data.

El tercer motor de crecimiento es una nueva fuerte de energía que ha irrumpido con furor en el mercado estadounidense, el gas de esquisto o gas pizarra, también conocido como shale gas. De hecho, el pronóstico oficial es que Estados Unidos alcance la independencia energética dentro de el tiempo récord de siete años. Desde Fidelity apuntan que los recursos de shale gas explotables en territorio estadounidense cuadruplican las reservas de petróleo de Arabia Saudí. El efecto está siendo directo sobre la economía, que se está beneficiando de una energía más barata y esto a su vez está permitiendo el recorte de los costes empresariales, un proceso que está ayudando al país a recuperar parte de la competitividad perdida durante la última década. “Las empresas estadounidenses y europeas del sector de la producción de energía se beneficiarán de ello a corto plazo a través de la instalación de conducciones de transporte, la fabricación de equipos hidráulicos y la fabricación de turbinas de gas para centrales eléctricas”, enumeran los expertos de la gestora

La innovación, íntimamente ligada a procesos como el ya citado de extracción de gas pizarra, es el cuarto motor de crecimiento estructural identificado por los analistas de Fidelity. Para ellos, la fortaleza de la innovación –clave para seguir estimulando el desarrollo de mercados maduros- reside en “ la cooperación entre las empresas, los institutos de investigación y los gobiernos”. El resultado de este intercambio, según cifras proporcionadas por la gestora, es que el 70% de la inversión mundial en I+D se realiza en las economías occidentales. De hecho, de las 50 empresas más innovadoras, 44 están radicadas en países desarrollados. También cuenta a su favor frente a las economías emergentes que en muchos países desarrollados cuentan con un marco jurídico en el que se protege la propiedad intelectual; “un gobierno corporativo fuerte también ayuda a proteger los intereses de los accionistas minoritarios”, añaden desde la gestora.

El último punto es una especializad de los países occidentales: el desarrollo de marcas fuertes, identificables y con gran poder de fidelización de los consumidores. “ La fortaleza de estas marcas da a las empresas occidentales una posición sólida si el consumo crece, con independencia de qué zonas del mundo crezcan”, apuntan desde la gestora. De hecho, se ha reforzado tanto el halo de calidad de los productos desarrollados que incluso en países como China, que está experimentando un incremento espectacular de capas de la población que acceden por primera a productos de consumo, prevalece la percepción de que todo lo que lleva el sello occidental es superior al producto nacional. Se ven ejemplos de esta tendencia en el sector del lujo o de la automoción, especialmente demandados en mercados emergentes.