¿Ganaré más dinero siendo un inversor ASG?

Dinero
Foto: Free pictures of money, Flickr, Creative Commons

¿Cómo afecta a la rentabilidad de una cartera la incorporación de información relativa a los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ASG)? ¿Acaso la consideración de estos factores coloca a una cartera en una posición ventajosa para lidiar con un mundo cambiante y mejorar la rentabilidad? ¿O quizá esta buena voluntad en la gestión del capital tiene ciertas consecuencias? ¿Qué hay de la volatilidad? ¿La previsión de un rango más amplio de futuros riesgos permite limitar los contratiempos? ¿O, por el contrario, la exclusión de sectores y empresas provoca que la cartera acabe siendo más concentrada y, por ende, más volátil?

Estas son algunas de las muchas preguntas que se están planteando los inversores en estos momentos, sobre todo aquellos que están migrando sus carteras hacia productos que siguen criterios ASG. Karen Ward, estratega jefa de J.P.Morgan Asset Management para EMEA, ha analizado esta intrincada cuestión.

Dificultades a la hora de hacer la simulación

Antes de analizar los resultados, resulta importante destacar ciertas limitaciones significativas a la capacidad de simulación retrospectiva de esta hipótesis relativa a la rentabilidad. Surgen problemas relacionados con cómo puntuar las características ambientales, sociales y de gobernanza de una empresa. Existen agencias de calificación externas que facilitan puntuaciones de diversas empresas, pero hay tres cuestiones que merece la pena recordar.

En primer lugar, la metodología puede resultar confusa y subjetiva, y la diversidad de proveedores a menudo implica que las distintas puntuaciones entren en conflicto. Suele citarse como ejemplo el supuesto de un conocido fabricante de vehículos eléctricos. Una agencia de calificación le otorga una puntuación alta debido a su iniciativa ambiental, mientras que otra nota baja a causa de la evaluación de su gobernanza.

En segundo término, la cobertura de las empresas no siempre es total y es especialmente incompleta en el caso de las pequeñas empresas y en los mercados de renta fija. En los mercados emergentes, las barreras lingüísticas también pueden suponer un obstáculo a la recopilación de datos precisos.

Por último, conforme más nos retrotraemos en la escala temporal, más probable resulta que los datos relativos a la puntuación no se ajusten debidamente a los desafíos en materia de criterios ESG del momento actual. Es posible que los datos no estuviesen disponibles o no se divulgaran en su momento y, lo que es más importante, los datos que son realmente relevantes e inciden sobre el precio de los activos muy posiblemente hayan cambiado con el paso del tiempo. Hace 20 años, la gobernanza pudo ser la métrica no financiera más significativa a la hora de evaluar la sostenibilidad de la rentabilidad corporativa. En la actualidad, las cuestiones ambientales son cada vez más importantes, al igual que la diversidad de la plantilla.

¿Existe una relación?

Estas consideraciones en relación con los datos sugieren que se ha de proceder con cautela y no confiar excesivamente en la simulación retrospectiva. Pese a todo, y habida cuenta de estas limitaciones estadísticas, el siguiente gráfico, que clasifica a las empresas empleando las puntuaciones ESG propias de J.P. Morgan Asset Management, puede deducirse que, efectivamente, parece existir una relación entre la puntuación ESG y la rentabilidad en relación con el índice de referencia.

Otra cuestión que exige un análisis más exhaustivo es si lo que importa es la puntuación ESG en términos absolutos o el cambio en dicha puntuación.

“Tal parece que la respuesta podría ser ambos, ya que las empresas con buena puntuación se benefician del flujo informativo macro, como los anuncios de nuevas políticas o reformas del marco normativo aplicable, mientras que las empresas que van mejorando su puntuación suponen un reflejo del desarrollo microeconómico o del avance específico de cada sector. Además, debemos evaluar el efecto sobre la volatilidad de la cartera”, subraya Ward.

Si bien es importante ser prudente a la hora de extraer pruebas concluyentes a partir de los datos históricos, es importante destacar que se observa una relación entre la puntuación ESG y otras características financieras tradicionales de la “buena gestión”, como una elevada rentabilidad de los fondos propios (gráfico 2), un bajo nivel de apalancamiento y una escasa variabilidad de los beneficios. “Por este motivo, la incorporación de factores ESG suele concebirse como un filtro adicional de calidad”, señala la experta.

A todo esto se añade que la rentabilidad de las empresas evaluadas con base en métricas de calidad resulta clara a largo plazo. El MSCI Europe Quality ha mostrado un mejor comportamiento que el MSCI Europe. La diferencia casi alcanza un 4% anualizado en los últimos 10 años.

Conclusión

Pero, de cara al futuro, es muy difícil extraer conclusiones apoyándose en los datos del pasado. “Incluso aunque fuese posible extraer conclusiones firmes empleando datos históricos de índices, diríamos que es poco probable que estos sean una indicación fiable del futuro. Esto se debe a que los factores ESG que prevemos que impulsarán los mercados aún se encuentran en un estado embrionario en lo que se refiere a su introducción y repercusión en el mercado”, concluye la experta.