Ignorar los emergentes ha supuesto renunciar a los mejores retornos de las últimas décadas

India, elefante, emergentes
C Rayban on Unsplash

Con todo lo que se habla del imparable rally de la Bolsa americana, hay un mercado que ha batido a Wall Street en las últimas dos décadas: los emergentes. Además, según cifras recopiladas por Schroders, la renta variable de las economías en desarrollo han subido casi tres veces más rápido en términos anualizados que los de Europa. 

Claro que para disfrutar de ello el inversor ha tenido que soportar mayor volatilidad. ¿Tanto como para que mereciera la pena? Pues depende de la clase de activo. En renta fija, por ejemplo, supone haber aguantado un 20% más de volatilidad que con el Tesoro americano a 10 años, pero a cambio habría obtenido más de un 40% de retorno adicional. La comparativa no se cumple, en cambio, con la deuda de la zona euro en el mismo plazo, que ha sido menos volátil.

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En renta variable, la diferencia entre el incremento de la volatilidad frente a la mejora del retorno en comparación con el S&P 500 ha sido casi igual. Pero con la bolsa europea, la brecha es abismal ya que por menos volatilidad, la rentabilidad ha sido más del doble.

Y un segundo pero, que ayuda a ilustrar por qué se insiste tanto en que retornos pasados no son indicadores de retornos futuros. Las últimas décadas han sido particularmente buenas para los emergentes, pero llegan a rebufo de unos años 90 complicados por la crisis de tequila (1994), la crisis financiera en Asia (1997) y el default (1998). 

Por qué no interesan

Si las cifras avalan, ¿por qué entonces siguen teniendo tan poco peso los emergentes en cartera? Desde Schroders ven una explicación en el tamaño de sus mercados financieros, notablemente pequeños relativo al poder económico de la región. O para ponerlo en cifras: los países en desarrollo suponen un 45% de la economía mundial, pero sus acciones solo valen un 29% del conjunto global y sus bonos apenas un 16% del total. 

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“Aunque la globalización ha acelerado la integración de los emergentes en la economía global, sus mercados de capitales no se han abierto al mismo ritmo”, comentan desde la gestora. China es un gran ejemplo. Sus mercados de acciones y bonos son los segundos y terceros más grandes del mundo, respectivamente, pero hasta hace poco para inversores internacionales el acceso ha sido complicado. Si bien esto está cambiando con el lanzamiento del China Stock Connect aún queda recorrido.