La pandemia generada por el coronavirus ha puesto (aún más en valor) los aspectos relacionados con la inversión socialmente responsable. Y no solo porque se ha demostrado que la ISR no tiene por qué implicar una renuncia a la rentabilidad – de hecho, hay varios estudios, entre ellos éste de Fidelity, que muestra precisamente lo contrario- sino también debido al creciente interés de los inversores, tanto institucionales como minoristas por incluir ese componente responsable en sus carteras de inversión.
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