Se trata de uno de los buques insignia de Janus Henderson Investors para invertir en renta variable americana. Su objetivo: batir al índice a través de una cartera concentrada, formada por entre 30 y 40 valores.
El Janus Henderson US Forty Fund es uno de los buques insignia de Janus Henderson Investors para invertir en renta variable americana. El producto, que este año cuenta con Sello FundsPeople, con la calificación Consistente, está gestionado por Nick Schommer y Doug Rao. Tal y como explican a FundsPeople, mantienen la convicción de que estructurar una cartera concentrada de empresas de crecimiento de elevada calidad les permitirá con el tiempo batir al índice de referencia.
Su definición de crecimiento de calidad es el de aquellas empresas que disfrutan de “fosos” sostenibles en torno a sus negocios. Dicho de otro modo: disponer de algo que potencialmente les permite crecer más rápido y con mayores rendimientos que sus competidoras. Ellos creen que el mercado a menudo subestima la duración de los periodos de ventaja competitiva de estas empresas. Apuestan por una cartera concentrada e integrada por sus convicciones más sólidas en materia de empresas de crecimiento de gran capitalización.
Proceso de filtrado de compañías
Al examinar los posibles candidatos para la inversión, los gestores hacen especial hincapié en cuatro criterios fundamentales de inversión: que la empresa tenga ventajas competitivas sostenibles, que cuente con un potencial de crecimiento a largo plazo, potencial de creación de valor y cotice a un precio interesante. Con respecto a este último punto, a la hora de estimar el valor de una compañía, prestan especial atención a los rendimientos por flujo de caja libre y al descuento de flujos de caja. “Son los principales parámetros de valoración”, reconocen.
“La cartera suele estar compuesta por entre 30 y 40 valores. El tamaño máximo de una posición es del 8% o, en caso de ser superior, 1,25 veces la ponderación en el índice. Normalmente, la exposición de la cartera fuera de EE.UU. es inferior al 20% y mantiene aproximadamente entre el 40% y el 50% de los activos en las 10 principales posiciones. La cartera está estructurada como una combinación de valores de crecimiento compuesto, oportunidades disruptivas y situaciones especiales”, explican.
Desgranando la cartera
El crecimiento compuesto normalmente ocupa entre el 70% y el 80% de la cartera. “Aquí se encuadran las compañías que presentan claras ventajas competitivas a largo plazo. Son empresas con una destacada capacidad de generación de flujo de caja libre”. En lo que respecta a las oportunidades disruptivas, las blue sky, habitualmente ocupan entre el 10% y el 15% de la cartera. Son posiciones de menor tamaño. Por último, están las compañías en situaciones especiales. Su peso en la cartera también se mueve en torno al 10-15%. “Son empresas en las que el mercado infravalora los activos incorporados y su capacidad de crear valor”.
El tamaño absoluto de la posición se basa en el potencial a largo plazo de la rentabilidad-riesgo de la empresa, de acuerdo con nuestra visión fundamental a largo plazo. “Normalmente, una posición se va estableciendo a lo largo del tiempo, aunque esto podría cambiar en circunstancias especiales. La cartera se gestiona de forma activa y con un enfoque de rotación reducida y largo plazo para garantizar que el tamaño actual y la selección de valores reflejan la visión a largo plazo de los gestores de la cartera”, subrayan.
Los gestores se muestran convencidos de que las empresas que tienen en cartera presentan atractivas oportunidades de reinversión y relaciones de confianza con sus clientes, además de gozar de cierta capacidad de fijación de precios. “Creemos que esta combinación de cualidades empresariales es eficaz, independientemente de que invirtamos en un entorno inflacionista o deflacionista”, indican.
Visión de mercado
La propagación de la variante Delta del COVID-19, la extensión de las interrupciones de la cadena de suministro y las presiones inflacionistas frenaron el crecimiento durante el trimestre. Sin embargo, piensan que la actividad económica seguirá normalizándose a medida que nos acerquemos al 2022. En este sentido, esperan un crecimiento de los beneficios vigoroso para este año. “La normalización económica coincidirá también con una normalización de los tipos de interés –esfera en la que continuará el tira y afloja entre los tipos y las valoraciones que hemos presenciado en trimestres anteriores–, y existe la posibilidad de que surjan episodios de volatilidad en los mercados como los que observamos al final del tercer trimestre”.
En el equipo consideran que el crecimiento puede acelerarse conforme los problemas de la cadena de suministro comiencen a resolverse y disminuya parte de la inflación temporal, como ha pasado recientemente con los vehículos de segunda mano y otros bienes duraderos. “Prevemos una inflación salarial saludable, que en general debería impulsar el crecimiento de la economía. Sin embargo, también somos conscientes de la caída en la participación de la mano de obra. Es uno de los mayores obstáculos para el crecimiento”.
Las finanzas del consumidor están sanas
A su juicio, las finanzas de los consumidores mantienen en general un estado robusto, reforzadas por los estímulos, la fortaleza de los mercados de capital y la solidez del mercado inmobiliario. “Como los salarios han subido y las tasas de ahorro continúan siendo elevadas, el gasto de los consumidores puede potenciar el crecimiento a medida que la variante Delta pierde fuelle y las cadenas de suministro se restablecen”.
Asimismo, mientras la economía se dirige a una reapertura total, esperan que el gasto de los consumidores se oriente hacia los servicios y se aleje de los bienes, tendencia más acorde con los patrones de gasto anteriores a la pandemia. “Como las vacunaciones en Europa y Asia se han agilizado, también contemplamos la posibilidad de una recuperación mundial más acompasada, en contraste con las recuperaciones de perfil más regional que hemos presenciado hasta ahora”, concluyen.