La destitución de Dilma Rousseff sería beneficiosa sólo para el real brasileño y en el corto plazo

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En las últimas semanas, las casas de análisis han pasado de debatir sobre las dificultades de que salga adelante el impeachment (destitución) de Dilma Rousseff a dar por hecho que la actual presidenta tendrá que abandonar el cargo. Este cambio de escenario está llevando a los analistas a valorar el impacto sobre la economía brasileña y las distintas clases de activo en el corto y largo plazo. Desde Nordea Markets, Anders Svendsen y Lisa Alexandersson (jefe de análisis y analista, respectivamente) afirman que la potencial destitución “sería positiva en el corto plazo para el real brasileño en el mejor de los casos”. La razón es que “los enormes y numerosos desafíos de Brasil no se irán con la presidenta Rousseff”, entre otras cosas porque su más que probable sucesor en el cargo, Michel Temer, también tiene causas pendientes con la Justicia.

 

Un poco de contexto

 

Los dos expertos explican que en la votación del domingo en el Congreso era más difícil sacar adelante el proceso porque se requería una mayoría cualificada (al menos dos tercios de la cámara), pero que una vez superado este escollo la siguiente votación, en el Senado, sólo requiere una mayoría simple. Se espera que esta segunda ronda de votos se produzca a principios de mayo. De materializarse finalmente la salida de Rousseff del Ejecutivo, ambos representantes de Nordea Markets estiman como una posibilidad real que “Temer pudiera actuar como presidente en funciones hasta las próximas elecciones presidenciales, en 2018”.

 

 

Consecuencias macro

 

Svendsen y Alexandersson entran en detalle sobre la reacción de la divisa: “El impacto será positivo en el corto plazo porque parece que los mercados se alegran del potencial para el cambio y para más estabilidad política bajo un mandato del vicepresidente Temer, incluso con el reconocimiento de que el real brasileño ya se ha fortalecido mucho y gran parte del proceso de destitución puede estar ya en precio”.

En términos generales, la analista afirma que “es inevitable que se produzca una mayor contracción económica este año, esperamos un crecimiento del -3,5%”. La experta descarta además que la celebración de los Juegos Olímpicos este año en Río de Janeiro tenga un impacto sobre el PIB más allá de lo marginal, dado que “muchas de las infraestructuras ya se han completado, por lo que el efecto sobre la economía dependerá en gran medida de cómo afectará a las ventas minoristas”.

 

Alexandersson opina que “un nuevo presidente puede ayudar a mejorar algo la confianza, lo que en combinación con los precios al alza de las materias primas ayudará a una estabilización de la actividad económica el año que viene”.

Sin embargo, la experta considera altamente improbable que el país implemente nuevas reformas estructurales. Ésta insiste en que “las expectativas del mercado sobre un nuevo gobierno son elevadas, lo que da mucho margen para una decepción bajo nuestro punto de vista”, y en que “existe una enorme necesidad de reformas para mejorar el entorno económico y asegurar crecimiento futuro”. Entre las reformas que considera prioritarias, Alexandersson cita una reforma fiscal para mejorar el equilibrio fiscal y controlar los niveles crecientes de deuda, aunque también considera claves las reformas “del oneroso sistema impositivo, las extraordinariamente generosas subvenciones sociales, eliminar rigideces en el mercado laboral e implementar la productividad mediante la mejora de las reformas en áreas como infraestructuras, educación y tecnología”. Como el escenario con el que trabajan en Nordea Markets prevé una presidencia interina hasta 2018, la conclusión de la analista es que “cualquier tipo de reforma tendrá que esperar hasta 2019”.

 

La única noticia positiva del análisis de Alexandersson es que la inflación ha empezado a relajarse en los últimos meses gracias a que ha empezado a disolverse el impacto de las subidas de algunos precios regulados el año pasado. Así, el Banco Central do Brasil (BCB) dispone de un poco más de margen de maniobra, al haber descendido además las expectativas sobre el coste de la vida. La previsión de Nordea Markets es que los tipos de interés permanezcan este año sin cambios, en el 14,25%, y que el BCB empiece a aplicar una política monetaria más laxa el año que viene. En este escenario, la analista considera que el mayor riesgo es que “se recorten tipos antes de lo previsto para apoyar al crecimiento, a pesar de la elevada inflación”.