“Cuando billones de dólares están gestionados por gente de Wall Street que cobra comisiones altas, generalmente serán los gestores los que cosechen beneficios extra grandes, no los clientes”, denuncia el Oráculo de Omaha.
A estas alturas, es de sobra conocida la apuesta que lanzó Warren Buffett en 2007 a Protègé Parters. El Oráculo de Omaha creía que el S&P 500 sería capaz de batir en diez años (del 1 de enero de 2008 al 31 de diciembre de 2017) a una cesta de fondos de hedge funds seleccionada por Protègè. Este año se demostrará definitivamente quién tenía razón, aunque por el momento es Buffett quien está ganando (ver gráfico).
La rentabilidad anual compuesta del índice ha sido del 7,1%, un retorno que considera en la línea con la rentabilidad media que ofrece la renta variable a lo largo del tiempo. En el mismo periodo, la cesta de fondos de hedge funds ha generado un rendimiento medio anual compuesto de… un 2,2%. O lo que viene a ser lo mismo: todo aquel que hubiera invertido un millón de dólares en la cesta de hedge funds, habría generado una ganancia de 220.000 dólares; si lo hubiera invertido el ETF, habría ganado 854.000 dólares.
El negocio de las comisiones
“Estoy convencido de que en casi todos los casos los gestores en ambos niveles (gestores del hedge fund y getstores del fondo de hedge funds) eran personas honestas e inteligentes. Pero los resultados para sus inversores fueron deplorables, realmente deplorables”, declara Buffett con dureza. Éste se lamenta, además, de que todos los gestores implicados fueron colmados por unas comisiones “que estaban totalmente injustificadas por la rentabilidad”. El gurú calcula que esas comisiones se han situado en la norma “2 y 20” que rige al sector, es decir, una comisión fija anual del 2%, y el 20% de los beneficios. A los gestores de los fondos de hedge funds se les remuneró con una cantidad fija adicional, habitualmente un 1% de los activos.
“A pesar del terrible récord general de los cinco fondos de fondos, algunos sí experimentaron algunos años buenos y recogieron por ellos comisiones por rentabilidad. Consecuentemente, estimo que a lo largo de los últimos nueve años alrededor del 60% de todas las ganancias obtenidas por los fondos fueron desviadas por los gestores de los dos niveles”, declara el Oráculo de Omaha. Buffett se muestra pesimista sobre el margen de mejora de la industria de gestión activa en el futuro: “En mi opinión, los decepcionantes resultados para los inversores en hedge funds que ha expuesto esta apuesta van a volver a repetirse con casi toda certeza en el futuro”.
La crítica de Buffett se hace extensible al asesoramiento. Como gurú, le han pedido consejo sobre inversiones a lo largo de toda su vida. Él suele recomendar un ETF sobre el S&P 500. “Mis amigos que sólo cuentan con medios modestos generalmente han seguido mi sugerencia. Sin embargo, creo que ninguno de los individuos ultra ricos, instituciones o fondos de pensiones han seguido el mismo consejo cuando se lo he dado a ellos”, afirma. En cambio, estos inversores institucionales han preferido solicitar los servicios de gestores con comisiones altas o de consultores.
Esto plantea un problema a ojos del inversor: “¿Puede imaginarse a un asesor financiero diciéndole a sus clientes, año tras año, que sigan invirtiendo en un ETF que replica al S&P 500? Habría sido un suicidio profesional”. La crítica del Oráculo de Omaha tiene que ver con el tipo de recomendaciones de inversión: “Ese asesoramiento suele darse con frecuencia con una jerigonza esotérica que explica por qué los modernos estilos de inversión o las tendencias económicas actuales justifican el ajuste apropiado”.
Buffett también critica el componente elitista del asesoramiento demandado por las clases altas: “Sienten que su dinero debería comprarles algo superior en comparación con lo que reciben las masas (…) La búsqueda de un consejo de inversión superior por parte de la elite ha causado, en agregado, que se hayan desperdiciado más de 100.000 millones de dólares en la última década”. La consecuencia que más preocupa al experto es que “mucho de este daño financiero se ha producido en los fondos de pensiones de funcionarios; muchos de estos fondos están desgraciadamente mal financiados, en parte porque han sufrido un doble revés: rentabilidad de inversión mediocre acompañada de comisiones enormes”.
¿Qué es lo mejor para los minoristas?
Así, uno de los inversores activos más reconocidos del mundo ha dedicado una buena proporción de la carta a sus accionistas a defender la idoneidad de la gestión pasiva como un vehículo eficiente para generar retornos en un horizonte de largo plazo, especialmente para los inversores minoristas: “De media, los inversores lo harán mejor a lo largo del tiempo con un fondo indexado de bajo coste que con un grupo de fondos de fondos”.
Esencialmente, la razón está en los costes: “Los inversores activos deberían conseguir una rentabilidad superior a la media. Sin embargo, estos inversores incurrirán en costes mucho más elevados. Así, de media, sus resultados agregados después de costes serán peores que los de los inversores pasivos. Los costes se disparan cuando se añaden las comisiones anuales, las comisiones por rentabilidad y los costes por trading activo se añaden a la ecuación del inversor activo”, critica. Su conclusión es demoledora: “Cuando billones de dólares están gestionados por gente de Wall Street que cobra comisiones altas, generalmente serán los gestores los que cosechen beneficios extra grandes, no los clientes”.
Buffett está tan convencido de las bondades de la gestión pasiva que llega a afirmar que “si se llega a erigir alguna vez una estatua en honor a la persona que haya hecho más por los inversores americanos, sin lugar a dudas la elección debería ser Jack Bogle (fundador de Vanguard)”. De hecho, alaba en Bogle que precisamente haya hecho lo contrario de lo que critica de Wall Street: “En su cruzada, ha acumulado sólo un pequeño porcentaje de la riqueza que ha fluido hacia a los gestores que han prometido a sus inversores grandes recompensas sin entregarles nada de valor añadido”.