La rentabilidad de los fondos 2 y 3 de las AFP en el Perú: una apuesta por los metales

El comportamiento de los metales viene con buen pie desde hace varios meses y esperamos que ello continúe. El cobre y el zinc tuvieron rendimientos alrededor de 9.5% y 14%, respectivamente, en los primeros meses del 2012 y por su parte, el oro registró un importante incremento sobre el 11%, acercándose a los US $ 1,900 por onza. Todo esto, como se sabe, por efecto de su gran demanda en Asia. Esta coyuntura, que a priori implica una importante alternativa de inversión, viene impulsando a los inversionistas institucionales a incluir dentro de sus portafolios, en general, y no solamente en aquellos considerados de riesgo, instrumentos directamente vinculados a la industria minera en porcentajes relativamente altos con el afán de recuperar las pérdidas generadas como consecuencia de la baja y contracción del mercado registrada en el mundo hace 4 años. Esta forma de proceder, en el caso del Perú es una realidad y debe analizarse con particular precaución sobre todo si se trata de fondos previsionales.

A la luz de las cifras de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), organismo supervisor de las administradoras de fondos previsionales (AFP) en el Perú, y de la información que proporciona regularmente cada una de las 4 empresas que operan en el país, se aprecia que, en promedio, éstas cuentan con una inversión que asciende al 15% en instrumentos de empresas mineras en lo que respecta al Fondo 2 (F2), de carácter mixto y riesgo moderado; y al 30% en el Fondo 3 (F3), que es el de mayor rentabilidad y, consecuentemente, el de mayor riesgo. Pero, tales porcentajes que no parecen desproporcionados sino más bien prudentes tienen como denominador común que corresponden a inversiones en empresas mineras del mercado local, hecho que no debe pasar inadvertido. En este sentido, siendo la minería en el Perú la principal actividad económica y la que más contribuye a la caja fiscal en relación a otras actividades, esta industria repercute directamente y de manera sensible en otros sectores de la actividad nacional, como el energético, de telecomunicaciones, inmobiliario, de alimentos y bebidas, entre otros, donde también participan las AFP.

Es por ello que podemos manifestar que tanto el F2 y el F3 tienen una expectativa de rendimiento interesante –por el momento-, pero por otro lado, un nivel de exposición al riesgo mayor al que aparentemente puede esperarse de las cifras antes indicadas. Hasta ahora el repunte de dichas materias primas ha hecho posible que los rendimientos negativos se vayan recuperando (aunque no del todo); sin embargo, cualquier eventual descenso en la cotización del cobre, el zinc, la plata o el oro va a empujar hacia abajo el nivel de rentabilidad de dichos fondos -que todavía no muestran cifras positivas con claridad-, sobre todo si de mide el corto plazo.

Así tenemos, de la lectura de los principales componentes de la cartera del Fondo 1 (F1), ésta se concentra básicamente en instrumentos de deuda, de renta fija, que recaen en activos de corto plazo, principalmente del sector financiero, seguidas de entes del Gobierno y en compañías de energía e hidrocarburos. Éste es, sin duda, el portafolio de mero riesgo. Conservador.

El F2, por su parte, presenta una composición compartida por inversiones de renta fija y renta variable, en porcentajes casi similares, con sólo un pequeño trozo de activos de corto plazo, que en promedio llegan al 10%. En este portafolio, al igual que ocurre en el F1, se aprecia una marcada preferencia de instrumentos del sector financiero. Le siguen instrumentos diversos, en su gran mayoría también de empresas locales. Sin embargo destaca que la inversión en valores mobiliarios de empresas mineras que operan en el Perú llega, en promedio, alrededor del 15%.

Finalmente, el F3, diseñado para rendir frutos a largo plazo, se sostiene sobre instrumentos de renta variable, principalmente en acciones mineras, también del mercado local, llegando a constituir casi el 30% del portafolio. En este caso, las inversiones en el sector financiero alcanzan el 20% y el resto en instrumentos diversos.

Por tanto, si se toma en consideración el componente en inversiones mineras del mercado local tanto en el F2 como en el F3, y, en ambos casos, el saldo repartido también dentro del mercado local, el riesgo se eleva. En tal virtud, el largo plazo parece no afectarse, pero no ocurre lo mismo en el corto plazo. Tener en cuenta.