La Supernova

En un mismo día, Bill Gross de Pimco, el grupo de inversión en renta fija más importante del mundo, Michael Hasenstab del Fondo Franklin Templeton, un gran conocedor de la deuda soberana de los países periféricos de la Eurozona (Irlanda, Portugal,etc.) y Dan Fuss de Loomis Sayles, quien maneja un portafolio de renta fija de 66 millardos de dólares, declararon que el fin ha llegado para el mercado alcista de renta fija denominada en dólares.

D. Fuss, de 69 años, se atreve a afirmar que no ha visto en su larga carrera en el mundo de la renta fija un mercado tan sobrevaluado como este, mientras que M. Hasenstab, sugiere que ya es hora de dejar la renta fija, porque aún actuando prematuramente, es decir vendiendo anticipándose a los retornos mínimos, es poco lo que podría dejar de percibirse y mucho lo que podría perderse con una sorpresiva subida de las tasas de interés (los precios de los bonos se mueve en sentido inverso a las tasas de interés).

Por su parte, Bill Gross, en una extensa entrevista en la versión electrónica de la revista Barron´s , compara la evolución del mercado de deuda norteamericano, que explica la creación del universo. Según Gross, la economía norteamericana es una especie de estrella supernova, que necesita energía para expandirse, y dicha energía se llama crédito.

Mientras que a principios de los 70 del siglo pasado, cuando el mercado de crédito totalizaba 3,0 billones del dólares (la sumatoria de todo el crédito emitido al momento) se necesitaban 4 dólares de deuda para producir un dólar de crecimiento del producto territorial bruto, hoy en día dicho mercado, totaliza 56 billones, y se necesitan 20 dólares de deuda para obtener un dólar de Producto Territorial Bruto.

No hay energía para que la supernova se expanda al infinito por lo que eventualmente el universo se enfriará, lo mismo sucede en la actualidad en las economías desarrolladas, sostiene Gross. Este inversionista institucional no predica una hecatombe en el mercado mundial de crédito, pero sí la llegada de un momento en el cual la relación riesgo-retorno de los activos financieros no justifiquen mantenerlos, ocasionando que muchos inversionista emigren a posiciones en efectivos y activos reales tales como oro y piedras preciosas.

Con o sin explosión de supernovas, con o sin fin del mercado alcista de deuda denominada en dólares de los últimos treinta años, los inversionistas tienen que continuar capeando el temporal. Pero, lamentablemente la industria de la inversión en renta fija sigue ofreciendo los mismos trucos del pasado reciente: bonos soberanos de países emergentes, bonos de alto rendimiento, participaciones de deuda en el negocio de distribución de crudos, portafolios de corta duración para minimizar la exposición a la subida de tasas, bonos en moneda locales distintas al dólar, etc.

Aquellos con visiones más radicales como Bill Gross, que piensan que las economías desarrolladas pasarán una década de turbulencias sostienen que lo primero que deben hacer los accionistas es aceptar que los retornos de los activos financieros más convencionales van a ser mediocres en la próxima década. Por lo tanto debemos estar abiertos a aceptar ideas tan extremas como mantener una porción importante de los activos en instrumentos a la vista, es decir efectivo en bancos; comprar acciones de empresas en mercados emergentes o compañías de alcance global, que venden buena parte de sus productos fuera del primer mundo; invertir en bonos en moneda local de países con tasas reales positivas, como México, Italia, y Brasil; optar por certificados de depósitos en países con gobiernos nacionales poco endeudados, como Canadá o Australia; y mantener activos reales.

El tono de este reporte no es optimista, pero  aceptar escenarios negativos es una parte  muy importante de ejercicio de invertir en renta fija.