Las gestoras extienden la alfombra verde para recibir a los clientes del futuro, y de hoy

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Funds People

Venga de donde venga la iniciativa de integrar los criterios ASG en las inversiones, ya sea forzada por los reguladores o de motu propio, la demanda de los productos financieros verdes es ya una realidad. El universo de clientes que está preocupado por estos temas es enorme, y a nivel mundial. Y hay que darles respuestas, lo que no es fácil. Sobre el impacto de estos cambios debaten expertos en un desayuno organizado por Funds People y patrocinado por BNP Paribas Asset Management.

Ignacio Perea, director de Inversiones de Tressis, advierte que lo primero que tiene que existir es convencimiento en la gestora, desde arriba hacia abajo, y a partir de ahí hay que comenzar el cambio, reflexionar sobre la vía que se va a escoger para llevar a cabo esa transformación. “El marco general establecido por los reguladores va a ayudar, pero a nivel de estrategia de las gestoras las opciones son muchas. El proceso de reflexión es necesario porque es un tema complejo y que lleva tiempo. Hay que meditar sobre dónde uno quiere posicionarse porque el universo ISR es enorme, y las oportunidades que ofrece también”. Explica que, en Tressis, por ejemplo, se optó por la certificación de todos los gestores con el fin de tener un lenguaje común: “La formación es fundamental, y creo que la certificación en términos de homogeneizar es interesante”.

Un convencimiento general que impregne la entidad es clave para el cambio, pero a partir de ahí todos tienen que hacer sus deberes. A los gestores les toca cambiar el ‘chip’. “Debe haber un cambio de mentalidad y no solo analizar las compañías desde el punto de vista financiero y por valoración, sino que hay que incorporar automáticamente el análisis extrafinanciero para luego juntar los dos. Es enriquecedor: si una compañía por fundamentales sale bien valorada, con potencial a precio objetivo, y, además, la clasificación en temas ASG es buena, mucho mejor”, afirma Enrique Blasco, gestor de Inversiones en Bankia AM, que añade que “va a haber un círculo virtuoso y, al final, este tipo de compañías van a ser las ganadoras. Las empresas deben sensibilizarse y ser conscientes de que en este ámbito no todo vale. Si tienen una mala clasificación en ASG, los inversores incluso van a contactar con ellas, van a preguntar por las medidas que van a tomar y los plazos con el fin de ver si es posible reconducir la situación y mantener la inversión, o no”.

Dolores Ybarra, directora de Inversiones y productos de Santander Banca Privada, explica que la percepción que se tiene en el grupo es la de que tiene que haber un plan de acción muy organizado a nivel global para luego trasladarlo a todas las escalas de la inversión, desde la gestora hasta los asesores financieros, y eso implica muchas cosas, la primera, convencimiento. “Santander se marca objetivos como grupo en temas de ISR, y es importante como se plasmen y articulen porque va a ser fundamental en la forma en que finalmente vamos a dar el asesoramiento a los clientes”. Y en este punto entran en juego los test que con la nueva regulación van a tener que contestar los clientes previa adquisición de un producto financiero y que incluirá una pregunta sobre los criterios ASG. Explica que en estos momentos parece que las gestoras van a tener que tener dos grupos de productos, los socialmente responsables y los que no, pero advierte que, en su opinión, eso no es lo más adecuado: “Lo ideal es que articulemos la pregunta de manera que dentro de todas las inversiones del cliente esté integrado el tema ASG como un elemento más”.

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Quien puede dar pistas sobre las intenciones de la Comisión Europea (CE) en este ámbito es Helena Viñes, deputy head of Sustainability y head of Research and Policy en BNP Paribas Asset Management, y miembro del Grupo Técnico de Expertos en Finanzas Sostenibles de la CE. Explica que, en principio, “en un primer momento se va a hacer una pregunta a los clientes en la que la respuesta va a quedar abierta a productos no ASG. Hay que tener en cuenta que en ciertos productos, como los monetarios, no hay este tipo de estrategias; pero, con el tiempo, esperamos que a medida que la Unión Europea vaya creando la gama de etiquetas (el desarrollo de la taxonomía) se vaya ajustando”. Se trata de un proceso: “Se empieza con unos mínimos, como el Acuerdo de París, para ir poco a poco avanzando. La puerta ya está abierta desde el mismo momento en que lo incluyes en el test de idoneidad. De aquí a cinco años a lo mejor ya no tenemos la pregunta general, sino que hay preguntas concretas. Hay que verlo como algo no estático sino orgánico, en desarrollo".

A su juicio, el merito del Plan de Finanzas Sostenibles de la CE es que ha mirado la totalidad del sistema y a partir de ahí se ha planteado la forma de abrir esa puerta al cliente final. “Por un lado va a ayudar a que las gestoras creen esos productos financieros verdes para atender la demanda. Y por otro, una de las formas más eficientes de facilitar el acceso de estos productos, además de educando a la población, es a través de la elaboración de etiquetas. La taxonomía no exige nada, es un diccionario, solo va a informar sobre lo que es o no sostenible desde un punto de vista científico”.

Entre los clientes que demandan productos ASG hay un grupo que interesa especialmente a las entidades, los millennials, “que ahora no tienen dinero, pero es una generación que está muy sensibilizada con estos temas, y ya no va a pedir un producto tradicional que invierta en renta variable europea o global, lo que va a empezar a exigir es que todas las inversiones estén bajo ese paraguas”, explica Enrique Blasco. Helena Viñes advierte que en 2025 el poder de los millennials dentro del mercado va a ser de una gran magnitud, y solo quedan seis años para prepararse. “Y eso es lo que hemos hecho en BNP Paribas Asset Management. A primeros de enero todas nuestras estrategias de inversión van a ser ASG. Esto ha supuesto una transformación completa”.

Pero no se trata solo de la presión de la generación del milenio, Ignacio Perea llama la atención también sobre el cada vez más importante papel de la mujer en la gestión del patrimonio, a nivel institucional y familiar, mujeres que, según explica, tienen “una sensibilidad mayor que los hombres hacia los temas de impacto ambiental y social (entre un 15% y un 20% más)”.

Todo indica que ya no hay marcha atrás: el verde ha triunfado. “Esto es imparable. En el momento en que es el cliente el que lo demanda, las gestoras, la banca privada… todos nos tenemos que adaptar a esa demanda, que la protagoniza un cliente muy importante: primero cala en el profesional e institucional para hacerlo finalmente en el retail; esa es la cascada”, sentencia Dolores Ybarra.