Esta crisis ha dejado al descubierto los errores críticos que se cometen antes, durante, y después de movimientos del mercado tan turbulentos como los vividos. Recordamos sus consecuencias.
Bastaron 20 días de fuertes caídas para recordar a los inversores las consecuencias de tentar al mercado con una cartera inadecuada a su tolerancia al riesgo. La intervención de los bancos centrales, tanto en cuantía como en velocidad, ha sido clave para recuperarse de gran parte del impacto en las bolsas, pero las lecciones de la fuerte volatilidad de febrero y marzo no se deben olvidar.
El primer mensaje que debe calar entre los inversores es el grave error que puede suponer hacer market timing. Porque puede, y generalmente así ocurre, salir mal. Porque intentar predecir los tiempos del mercado conlleva también el coste de oportunidad de salirse del mercado. Como se aprecia en el gráfico que comparte Juan José González de Paz, consultor senior de Dynamic Solutions de Natixis IM, los mercados se han enfrentado a décadas de crisis de toda índole que han sabido superar. Puede que la incertidumbre le dé una buena pista de cuándo salir, pero rara vez estará todo tan despejado como para saber cuándo volver a entrar. Y mientras espera, las bolsas han dado rentabilidades anualizadas del 7,89% en el caso del Stoxx 600 o del 10,34% en el S&P 500.
También sería un error hacer market timing con el perfil de riesgo. Es decir, tener un perfil moderado a la bajada y cambiar a una postura conservadora en el suelo:
La segunda clave es que de nuevo la diversificación (correcta) ha surgido como la única receta adecuada para superar el desplome. “La diversificación se ha vuelto a imponer como una necesidad”, sentencia Almudena Mendaza, directora de Natixis IM para Iberia. Casas como la suya llevan tiempo insistiendo en la diversificación como una manera de hacer más eficiente una cartera, pero en épocas de caídas la diversificación es un bien en sí mismo.
Es un punto en el que inciden también desde AllianceBernstein. En este reciente análisis en su blog, recuerdan el papel aún relevante de los bonos de gobierno en las carteras. En mercados alcistas es tentador analizar los activos únicamente desde la perspectiva de su potencial de rentabilidad, pero cuando baja la marea es cuando se echa en falta el salvavidas. Como muestra el gráfico que comparte la gestora, los bonos de gobierno se mantienen como diversificadores en entornos de yields bajos.
“Las caídas no se pueden evitar por completo, pero una correcta diversificación ayuda a paliarlas”, defiende González de Paz. Y es un mensaje que no se puede olvidar ni en tiempos de bonanza ni tras la corrección. Tenemos un buen ejemplo al comparar el retorno de una cartera 100% en bolsa europea frente a una equilibrada entre bolsa y bonos. Como se puede ver en el gráfico, el tiempo de recuperación se reduce a la mitad. Es una cuestión matemática: cuanto menor sea la caída, menos impulso hará falta para el rebote. Y en el caso de los activos europeos, con una volatilidad mucho menor.
Reducir un análisis del mercado a solo las rentabilidades sería obviar un segundo plano en la construcción de carteras: su papel como protección de capital. La teoría dicta que para aspirar a mayores retornos hay que asumir mayor riesgo. Esto implica aceptar también que un mayor perfil de riesgo tardará más en recuperarse de una crisis, como vemos en el ejemplo de 2008.
Y por último, de esta crisis hemos aprendido que lo barato a veces está barato por una razón. O lo que es lo mismo, que el PER no es el mejor indicador adelantado. “El rally de los últimos tres meses se ha visto impulsado principalmente por los sectores que ya se consideraban caros (en términos de precio-beneficio, o PER) conforme a unos parámetros conservadores, mientras que los inversores han seguido evitando los sectores baratos”, muestran desde DWS.