Lo que la pandemia nos ha enseñado sobre la inversión Sostenible y Responsable

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Foto: katerha, flickr, Creative Commons

Artículo escrito por Ophélie Mortier, estratega de Inversión Sostenible y responsable en DPAM

No es necesario mencionar el impacto que ha tenido este que había sido considerado como un simple virus en la sociedad, no solo en lo que respecta a su propagación geográfica sino también a su alcance entre los diferentes sectores económicos y dentro de cada uno de ellos.

¿Qué hay de la inversión sostenible y responsable? Para muchos, esta ha sido una tendencia en crecimiento, incluso antes del confinamiento a nivel global. ¿Qué deberíamos esperar de la evolución de esta inversión, su posible adaptación y su rendimiento global?

Desde DPAM compartimos cuatro lecciones que nos ha dejado esta crisis:

1. El desarrollo Sostenible: una actividad que vale la pena, sin importar las circunstancias

La pandemia y sus principales consecuencias en la economía mundial han demostrado, una vez más, que las empresas consideradas sostenibles han sido más resilientes desde el punto de vista económico y financiero. Además, han superado a los mercados financieros.

Estos excelentes resultados no sólo se han visto reflejados en la mayor rentabilidad de las empresas, sino también en su perfil de riesgo. Independientemente de que las observaciones se hagan en los mercados europeos, americanos o emergentes, las conclusiones siguen siendo las mismas: mayor alfa y menor riesgo (es decir, menor riesgo de quiebra, revisiones a la baja de las previsiones de rentabilidad, volatilidad de los rendimientos, etc.)

2. Defendiendo las dimensiones de los criterios ASG con un enfoque holístico

En términos de obligaciones legales y morales, tanto la responsabilidad climática como la medioambiental han tenido prioridad sobre otras cuestiones, en particular las sociales. Afortunadamente, nunca las han reemplazado completamente.

La pandemia y la posterior crisis sanitaria han vuelto a poner en primer plano el factor social, con un fuerte enfoque en el aspecto humano.Los expertos en medio ambiente se han pronunciado: la contaminación de la COVID-19 de animales a humanos está causada por el masivo y rápido deterioro de nuestra biodiversidad. Esto demuestra cuán entrelazados están los problemas ambientales y humanosSe pedirá cada vez más a los inversores que respalden y demuestren su responsabilidad social, en particular en lo que respecta a los derechos humanos.

3. Una recuperación económica sostenible: Todos los stakeholders se unen por el bien común

El COVID-19 destacó el factor social y, en particular el capital humano como un pilar fundamental en las empresas. Es responsabilidad del empleador poner en práctica medidas de prevención y protección para sus trabajadores.

Una mayor automatización podría resolver el problema de la continuidad de los negocios. Sin embargo, las máquinas no son la respuesta a todo y no reemplazan al individuo. Desafortunadamente, el último estudio PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) encuentra que, hoy en día, la mayoría de los estudiantes están mal preparados para los trabajos del mañana. Aunque el mercado laboral ha experimentado grandes cambios en los últimos años, nuestras prácticas educativas no han seguido el mismo ritmo.

Esto nos lleva al rol de los gobiernos: En un momento en que la cooperación internacional se ha convertido en una condición sine qua non, el comportamiento de los países ha demostrado rápidamente que el diálogo y la búsqueda de un objetivo común no se vislumbra actualmente en el horizonte.

Más allá de las acciones de los gobiernos y los bancos centrales, la crisis también puede poner en tela de juicio la capacidad del sistema económico mundial para cumplir los objetivos del nuevo siglo.

Dada la situación actual, tal vez sea aconsejable abordar ciertos principios de gobernanza con más flexibilidad que lo habitual. La crisis del COVID-19 ha fortalecido la gobernanza de los stakeholders en contraposición a la gobernanza de los accionistas.

4. Una desaceleración en el progreso regulatorio puede poner en peligro las ambiciones internacionales

¿Deberíamos temer por el aplazamiento de reuniones tan importantes como la COP 26, que podría frenar nuestros más recientes avances en materia de inversión responsable? Es importante distinguir, por un lado, los avances en la regulación de la inversión sostenible y responsable y, por otro lado, los avances en la regulación ecológica o social, que está más dirigida a las empresas y al gobierno. Del mismo modo, debemos diferenciar entre las ambiciones europeas e internacionales.

El 14 de noviembre de 2019, el Banco Europeo de Inversiones publicó su última estrategia de inversión, con la que ha procurado alinear sus actividades de financiación con los objetivos del Acuerdo de París a partir de 2020. Sin embargo, debemos asegurarnos de que el apoyo del Banco Central Europeo a la recuperación económica no anule los objetivos sostenibles del Banco Europeo de Inversiones.

También debemos invertir en la reconversión de ciertos subsectores o actividades para asegurar una transición justa. Estas inversiones deben hacerse en los próximos 5 a 10 años, de lo contrario el retraso acumulado sólo agravará la situación y aumentará la financiación necesaria. La crisis de la COVID-19 demuestra por qué, ahora más que nunca, la inversión socialmente responsable necesita un lenguaje claro y común para apoyar su crecimiento estructural.

En conclusión, la inversión sostenible y responsable se centra en las entidades de financiación que han adoptado el concepto de gobernanza de los stakeholders y han identificado claramente los riesgos y oportunidades de las cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza actuales.