Los problemas de interpretación que plantea al asesor el test de las preferencias de sostenibilidad de sus clientes

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Foto: albertogp123, Flickr Creative Commons

En el marco de su plan de acción para una economía más verde y limpia, la Comisión Europea ha querido modificar MiFID II con el fin de garantizar que las preferencias ASG de los clientes se tengan debidamente en cuenta. Desde el 2 de agosto, los asesores financieros deben, antes de proponer una inversión financiera a sus clientes, tener en cuenta sus preferencias en materia de sostenibilidad. Por tanto, la evaluación de idoneidad debe incluir ahora cuestiones relativas a estas preferencias de sostenibilidad. Tal y como recuerdan en un paper desde Candriam, las preferencias se determinan según tres ejes.

Primero: la proporción de las inversiones que el cliente desea que se invierta en actividades consideradas sostenibles en el plano medioambiental por la clasificación europea (Taxonomía).

Segundo: la proporción de las inversiones que el cliente desea que se invierta en inversiones sostenibles en el sentido de la SFDR.

Tercero: la consideración de las principales incidencias adversas (PAI o Principal Adverse Impacts en inglés), por ejemplo, emisiones de gases de efecto invernadero, residuos peligrosos, violaciones de los derechos humanos.

Estas preferencias pueden evaluarse en el nivel de una inversión financiera o con respecto a la totalidad de la cartera.

En la práctica, ¿cómo puede el asesor ayudar al inversor a definir sus preferencias?

Puede pedirle, por ejemplo, si desea:

- respaldar un objetivo medioambiental particular, como la lucha contra el cambio climático

- invertir parte de su cartera en un sector concreto, como las energías renovables,

- excluir, por el contrario, determinados sectores de actividad, como los combustibles fósiles,

- asegurarse de que su inversión no ejerce un impacto negativo en la biodiversidad o en el clima.

“Cada asesor financiero podrá tener su propia matriz de preguntas. Una vez informado sobre las preferencias ASG de su cliente, podrá proponerle soluciones que se ajusten mejor a sus expectativas”, explican desde la entidad.

Esta falta de precisión que deja lugar a la interpretación

En ausencia de precisión por parte de las autoridades europeas, la aplicación de preferencias de sostenibilidad es un rompecabezas para todos los actores del sector. “Plantea problemas de interpretación”, reconocen desde la gestora. Por ejemplo:

- ¿Deben las tres preguntas interpretarse de manera individual o acumulativa? Es decir, ¿deberán las preferencias tener en cuenta la proporción de la cartera invertida en actividades sostenibles según la Taxonomía e invertida en inversiones sostenibles en el sentido del SFDR, así como las principales incidencias adversas? ¿(Enfoque acumulativo o y/y)? ¿O al menos uno de estos tres elementos? (enfoque o/o).

- Con base en las respuestas a estas tres respuestas, ¿es necesario desarrollar una puntuación global (respuestas low/medium/high).

- ¿Qué combinación para cada una de las tres? ¿O interpretar cada pregunta por separado?

- En cuanto a la proporción de inversiones sostenibles, ¿debe tenerse en cuenta una proporción mínima o una horquilla?

“Ante la obligación de respetar la fecha de entrada en vigor el 2 de agosto, antes de la publicación de las orientaciones de la AEVM, cada actor tuvo que desarrollar su propio enfoque, tomando sus propias decisiones metodológicas, para elaborar su cuestionario y también formar a todos sus asesores”, indican desde Candriam.