2019: La mejora, lenta pero imparable, de Japón

Ken_Maeda
Cedida por Schroders

TRIBUNA de Ken Maeda, responsable de renta variable japonesa de Schroders. Comentario patrocinado por Schroders.

La economía nipona está mejorando poco a poco en un entorno de política interna estable. Por un lado, el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, sigue aplicando una política monetaria agresiva para lograr una salida sostenible de la deflación y, por otro, tras la reelección como líder de su partido en septiembre de 2018, el primer ministro Abe puede continuar en el cargo hasta el 2021.

A finales de septiembre, el Gobierno confirmó que seguiría adelante con el próximo aumento del impuesto al consumo en octubre de 2019, según lo previsto. Además de una amplia gama de exenciones al nuevo aumento del tipo impositivo, el Gobierno también está planificando una serie de medidas de estímulo destinadas a mitigar el alcance de la perturbación económica registrada con las subidas de impuestos anteriores.

Por lo tanto, aunque no esperamos cambios sustanciales en la política monetaria en un futuro próximo, sí existe la posibilidad de que el Banco de Japón opte por pasar a la acción antes de lo estrictamente necesario para evitar que sus medidas coincidan en el tiempo con la subida tributaria.

Más allá de octubre de 2019, los inversores en renta variable a largo plazo deberían plantearse la posibilidad de que se produzca una retirada de las políticas monetarias actuales en el marco de su horizonte de inversión. Todo esto reflejaría las mejoras subyacentes en la economía real que, a su vez, impulsará el crecimiento de los beneficios empresariales que prevemos durante los dos próximos años.

Mejora gradual de la economía interna

Japón ha seguido registrando una mejora gradual de sus condiciones económicas internas a pesar de cierta debilidad a corto plazo en el dato del PIB general para el primer trimestre de 2018. En paralelo, el mercado laboral ha seguido exhibiendo una mejora sostenida que está ejerciendo presiones alcistas sobre los salarios.

Además, creemos que se ha hablado muy poco de cómo el aumento de las tasas de participación ha compensado los (de sobra conocidos) problemas demográficos de Japón, factor que debería considerarse todo un logro de las políticas aplicadas por el Ejecutivo nipón. Aunque esta tendencia concreta pronto debería alcanzar su techo natural, la rigidez del mercado laboral puede mantener las recientes presiones alcistas sobre los salarios.

Esto calará en las previsiones inflacionistas que, a su vez, generarán mayor capacidad de fijación de precios para las empresas orientadas al mercado interno. Las inversiones en inmovilizado también van muy por delante de las previsiones anteriores publicadas por las empresas. Esto es, en parte, una respuesta lógica al efecto macroeconómico de la escasez de mano de obra, aunque también supone una reversión de la tendencia a largo plazo de inversión insuficiente, sobre todo en tecnología y sistemas, durante la fase de deflación.

Frente a esta estabilidad interna, la rápida escalada de las fricciones comerciales entre EE.UU. y China ha generado una notable incertidumbre. Japón ha evitado que la atención se centre en su propio superávit comercial con Estados Unidos, pero el persistente desequilibrio concretamente en el sector automovilístico continúa siendo un posible blanco fácil para el Gobierno de Trump. Los efectos secundarios de la disputa de EE. UU. con China también podrían ganar relevancia para Japón durante los próximos doce meses.

Los inversores extranjeros siguen sin estar convencidos

Los inversores extranjeros han seguido adoptando un enfoque relativamente voluble en lo referente a la renta variable japonesa. En general, suelen verse influenciados por el dinamismo del mercado: venden en las fases de debilidad y compran en aquellas de mayor solidez. Por ello, no hemos visto reacciones a la mejora de la visibilidad en los beneficios empresariales, y el reciente revés del mercado ha desembocado en una nueva caída de las valoraciones.

Entretanto, el Banco de Japón continúa siendo un destacado comprador de acciones a través de ETFs y aunque esta puede ser una vía eficaz para su programa de compras de activos, también conlleva mayor riesgo de distorsión de los precios de mercado.

Sin embargo, de cara a 2019, no hay motivos para prever que la envergadura de las compras disminuya, y sin duda es demasiado pronto para preocuparse por el posible efecto de la desinversión de las posiciones del banco central.

Los beneficios de las empresas están respondiendo a las mejoras económicas

Aunque un modesto repunte de la inflación y de los salarios supondrá un encarecimiento de los costes, por lo general los beneficios empresariales están respondiendo de forma positiva a la mejora de las condiciones internas, a medida que las empresas comienzan a recuperar cierta capacidad de fijación de precios tras casi dos décadas de deflación.

Si bien los inversores parecen predestinados a vivir con unos niveles de riesgos externos más elevados, especialmente en el plano comercial, algunos de los riesgos internos han disminuido en los últimos trimestres y, por tanto, deberíamos reforzar la convicción de nuestras perspectivas en cuanto a las valoraciones actuales de la renta variable japonesa.