¿Cómo puede afectar el neo-proteccionismo?

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Imagen cedida

TRIBUNA de Juan Jesús Gómez Cubillo, socio de Consilio Asesores Patrimoniales Independientes.

Tras un periodo de intensa globalización que comenzó tras el fin de la guerra fría y que ha marcado el final del siglo XX y el inicio del XXI, nos enfrentamos a una potencial involución fruto de políticas cortoplacistas, cuando no marcadamente populistas. Los riesgos son variados pero uno de ellos prevalece sobre los demás: el empobrecimiento general; nadie gana con políticas de este estilo

El déficit comercial de EE.UU. con China en 2017 fue de $337bn. La administración Trump desea reducirlo en un tercio de su valor para lo cual estaría presionando al país asiático para que rebajara aranceles a la importación de vehículos americanos y abrieran el mercado financiero a firmas estadounidenses. Esta es la continuación al anuncio  la pasada semana por parte del presidente americano de imposición de aranceles sobre $60bn en importaciones provenientes de China al tiempo que acusaba al gigante asiático de violación de la propiedad intelectual de EE.UU. Esa imposición de aranceles se orientaría esencialmente a bienes de tecnología y telecomunicaciones.

La respuesta de China a la imposición de tarifas por parte de EE.UU. del 25% al acero y del 10% al aluminio fue el anuncio de aranceles sobre $3bn de importaciones provenientes del país americano. Pero no sólo la imposición de tarifas afecta a China sino que Japón, Canadá, Méjico, Australia, Brasil y la UE (aunque esta última ha sido exonerada inicialmente y México y Canadá quedarían excluidos inicialmente) se hallan bajo amenaza a pesar de ser aliados de EE.UU. Mientras tanto, las exportaciones de aluminio y de acero a EE.UU. suponen tan sólo un 0,03% del PIB americano. Y globalmente consideradas, las exportaciones de China a EE.UU. siendo relevantes no resultan tan críticas como inicialmente se podría suponer para el país asiático: suponen el 3% del PIB. Por otro lado, China es el mayor tenedor de bonos del tesoro americano con $1,18 billones o el 18,8% de los bonos en manos de no residentes. Es esta una razón de peso para que EE.UU. se lo piense dos veces antes de iniciar una guerra comercial que la experiencia nos dice, no beneficia a nadie. Compañías como General Motors o Ford sufrirían con la imposición de tarifas unos sobrecostes de $1bn al año cada una según David Kostin, estratega jefe de Goldman Sachs. La cifra no es despreciable ya que, aunque se trata de empresas cuyas ventas superan los $100bn anuales, sus beneficios operativos estimados para este año se sitúan en $11,9bn para General Motors y $6,9bn en el caso de Ford.

¿Qué busca Trump con estas medidas?

El premio Nobel de Economía Paul Krugman arguye que, mientras que en el pasado, la industria manufacturera representaba un tercio del empleo en EE.UU., hoy es tan sólo un 10% por lo que el efecto buscado por Trump para impulsar su economía nacional podría no ser tan evidente.

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Si nos preguntamos qué relación existe entre esta caída de importancia de la industria manufacturera sobre el total del empleo con las transacciones comerciales, sobre el que la administración americana quiere actuar para proteger los intereses de la industria nacional, el Nobel de Economía argumenta que precisamente es el déficit comercial el que está detrás de esa pérdida de empleos en el sector manufacturero. Opina que un cierre de ese gap hoy en el 3% del PIB hacia el equilibrio, devolvería empleos manufactureros.

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Sin embargo, por cada dólar que creciera la industria manufacturera, se trasladaría a tan sólo un incremento de 60 centavos de manufacturas de valor añadido ya que la industria manufacturera es intensiva en servicios. Por lo tanto, consiguiendo un equilibrio de la balanza comercial (3% del PIB que se trasladaría al crecimiento de las manufacturas) tan sólo se traduciría en un 1,8% de crecimiento del PIB (en torno a un 15% más que actualmente). Ello supondría aproximadamente un crecimiento de la tasa de empleos manufactureros hasta el 9,8% desde el actual 8,5%, para lo cual se habría realizado un titánico esfuerzo (reducir en un tercio el déficit comercial americano) lo que ningún economista sensato piensa que sea posible lograr imponiendo restricciones comerciales.

Lecciones del pasado

Como recientemente ha publicado Milagros Avedillo en el Real Instituto Elcano, “existe un amplio consenso acerca de las causas que agravaron y alargaron la Gran Depresión del período de entreguerras, y el proteccionismo aparece en uno de los primeros lugares de la lista”.

“Cuando Herbert Hoover –prosigue la investigadora de Elcano- llegó a la Presidencia en marzo de 1929 propuso al Congreso un nuevo esquema arancelario para endurecer el comercio, que volvió a revisarse en plena crisis, durante junio de 1930, con la Smoot-Hawley Tariff Act. La medida, diseñada para ayudar a los agricultores y sectores industriales más perjudicados, se ha constatado como uno de los peores errores de política económica que agravó y profundizó la Gran Depresión de los años posteriores. En primer lugar, la medida se interpretó como una declaración de guerra económica en el resto del mundo y 25 países reaccionaron simétricamente, de forma que las exportaciones cayeron entre 1929 y 1932 de 5.200 millones de dólares a tan sólo 1.600 millones. Jacob B. Madse estimó en 2002 que la caída del comercio internacional fue del 33% y tuvo como consecuencia una caída inducida del 14% en el PIB de cada país.”

“Tras el New Deal, el entonces presidente, Franklin D. Roosevelt, fue autorizado por el Capitolio para negociar reducciones de aranceles bilaterales bajo el supuesto de reciprocidad. El resultado fue inmediato – concluye Milagros Avedillo- y el comercio internacional se reactivó rápidamente. En los siguientes 13 años se llegó a acuerdos con 29 países, con una reducción media en los aranceles del 48% al 25%. Después de la Segunda Guerra Mundial, con los acuerdos de Bretton Woods de 1944, se institucionalizó esta visión global, que pasó a ser una de las piedras angulares del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, dentro del marco de la Organización Mundial de Comercio). Así, se construía un mecanismo que situaba los intereses generales por encima de los particulares y permitía  preservar la gran fuente de riqueza que supone el comercio internacional.”