Construir una cartera resistente

Inigo_Bilbao_Goyoaga_05_2016
Iñigo Bilbao

TRIBUNA de Íñigo Bilbao-Goyoaga, Partner, Estudios Bursátiles SL. Experto en Fondos de Inversión e Inversión Colectiva

Sabemos que tenemos que tener una cartera resistente cuando vienen turbulencias y volatilidad. Y la pregunta es clara ¿Cómo debe ser esa cartera a prueba de bombas? Una cosa que debe quedar clara es que la selección de títulos, bonos y acciones (stock picking), sólo va a influir en un 20% del resultado final. El otro 80% va a depender del asset allocation o dicho en español la distribución de activos en la cartera. Por eso cada vez los bancos están dando más importancia a un departamento que llaman Product/Investment Solutions, ya que una vez elegido el producto adecuado de un activo concreto lo importante va a ser el mix o combinación que hagamos con ellos.

Lo primero que debemos tener en la cartera es productos defensivos que nos protejan de las potenciales caídas. Las bancas privadas más antiguas siguen confiando en los productos de toda la vida, el oro y el cash (dinero efectivo), así como los bonos, incluso en épocas en que resulten menos atractivos como la actual, ya que proporcionan cupones y se rescatan en vencimiento.

Las soluciones de asset allocation que voy a indicar en este artículo dependerán de que hablemos de un inversor privado o institucional, así como de que piense en euros o dólares u otra divisa. Con respecto a la divisa de referencia conviene que el porcentaje que se tenga en la cartera no sea menor al 70% de los activos en su divisa bandera. Para ello es muy importante que al hacer el asset allocation se tenga mucho cuidado con solapar áreas geográficas. Por ejemplo, si va a haber compras de bonos u acciones que invierten globalmente, se debe siempre antes estar seguros que al completar la cartera no hemos sobrepasado los límites que nos habíamos puesto de antemano en todos los aspectos, siendo muy importante mantener una exposición del 70% en la divisa bandera, digamos por ejemplo en euros.

Por otro lado, el porcentaje de renta variable suele depender mucho de la divisa en la que piense el inversor. Un inversor que piensa en dólares es muy fácil que construya una cartera con un porcentaje de renta variable cercano al 60% mientras que el europeo suele rondar el 40%. Los motivos son muchos, pero podríamos resumirlos en que el S&P500 es un índice a seguir muy sólido y con mucha solera, mientras que los índices europeos todavía son muy jóvenes. Por el lado de la renta fija el inversor americano comprará bonos gubernamentales, corporativos y high yield, mientras que el europeo, con los tipos que tenemos actualmente en Europa y el tipo de empresas que podemos elegir, se decantara sobre todo por los bonos corporativos o investment grade (con abundancia de bonos BBB).

Por último, no debemos dejar de hablar de los costes. En un entorno en el que anticipamos retornos pequeños tanto en renta fija como en renta variable a ambos lados del atlántico durante los próximos diez años, un porcentaje importante de la cartera debe estar compuesto de ETF o fondos índice pasivos (ambos de bajo coste). Como me dijo un miembro de la industria que trabaja en un family office en Madrid que trata con mucha delicadeza las inversiones de sus clientes, cuando construimos las carteras siempre incluimos productos de gestión pasiva. Hasta hace poco sobre todo había gestión pasiva por el lado de la renta variable, pero estamos viendo que en este entorno de números pequeños es de extrema necesidad empezar a utilizarlos también en la renta fija ya que el retorno en ese asset class va a ser pequeño en los próximos diez años y quedará muy mermado si no cuidamos los costes.

Sobre tener real assets (activos reales) en momentos de turbulencia, como me dijo una banquera privada experimentada, lo mejor es limitarlo a un porcentaje pequeño, no superando el 5% para los inversores privados. Los profesionales que manejan porfolios finales pueden tener un porcentaje mayor, pero tampoco debieran superar el 15% al construir una cartera que resista en los momentos de volatilidad.