Deshaciendo errores: Cómo la economía del comportamiento puede hacernos mejores inversores

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TRIBUNA de Luis García y Michael Morosi, gestores del MAPFRE AM Behavioral Fund. Comentario patrocinado por Mapfre.

Los avances de la investigación en el campo de la economía del comportamiento suponen un importante refuerzo para mejorar el conocimiento y el desarrollo de la filosofía de inversión en valor. Las estrategias básicas de value investing consisten en comprar acciones con un descuento significativo sobre su valor intrínseco en momentos de pesimismo y venderlas cuando coticen por encima de dicho valor como resultado de la euforia colectiva.

Pero, ¿cómo es posible que alguien esté dispuesto a vendernos algo por menos de su valor real? Además, si esto llega a suceder, ¿cómo se explica que la mayoría de los compradores que existen en el mercado pueda llegar a rechazar el trato? Si los mercados financieros fueran eficientes durante todo el tiempo, este tipo de situaciones no deberían de producirse. Sin embargo, el funcionamiento del cerebro humano, entre otros factores, provoca que los agentes económicos puedan equivocarse al asignar un precio a determinados activos.

Ante situaciones de incertidumbre, la tarea del gestor es la de distinguir entre compañías en las que los fundamentales del negocio verdaderamente se han deteriorado significativamente y aquellas en las que el daño es simplemente pasajero o el impacto es mucho menor al que ha descontado el mercado.

Sin embargo, un correcto análisis fundamental a menudo no es suficiente. Al enfrentarnos a la decisión final de inversión, se produce en nuestro cerebro una reacción biológica consistente en la activación de la amígdala cerebral, causante de nuestra aversión al riesgo y que provoca que los seres humanos puedan bloquearse frente a situaciones estresantes.

Esto hace que, en muchas ocasiones, los inversores, por nuestra naturaleza humana, prefiramos evitar las acciones de compañías que presenten cualquier tipo de incertidumbre, perdiendo oportunidades atractivas para el largo plazo. Por eso, dadas nuestras limitaciones para controlar el miedo y la ansiedad, contar de antemano con un proceso de inversión sólido y fácil de repetir, como intentamos hacer en la gestión del MAPFRE AM Behavioral Fund, se convierte en una herramienta indispensable.

Nuestro objetivo es entender en profundidad los negocios en los que invertimos, para llegar a un alto grado de convicción sobre nuestra cartera, que habitualmente estará compuesta por entre 25 y 35 valores. De ellos, las compañías en las que tengamos una mayor convicción en cada momento representarán un porcentaje significativo. Entendemos la gestión de un fondo como un ejercicio continuo de competencia por el capital entre las acciones de las empresas que estudiamos como potenciales inversiones.

En este sentido, buscamos compañías con balances saneados (intentamos huir de endeudamientos excesivos), con buenos equipos directivos cuyos intereses estén bien alineados con los de sus accionistas (como suele ocurrir en las compañías familiares) y que cuenten con un brillante historial en cuanto a lo que nosotros entendemos como una correcta asignación del capital (invertir en aquello que genere valor o devolver el dinero a los accionistas si no se encuentran oportunidades).

Sin embargo, encontrar empresas con estas características cotizando con un descuento suficiente sobre su valor intrínseco no es sencillo bajo circunstancias normales. Por eso, en el MAPFRE AM Behavioral Fund intentamos identificar situaciones en las que la naturaleza humana pueda llevar a los inversores a asignar un precio de manera ineficiente a determinadas acciones.

Los avances de la Economía del Comportamiento han demostrado que los seres humanos tendemos a sobre-reaccionar ante noticias negativas y a infra-reaccionar ante novedades positivas. Por otro lado, los spin-offs y las acciones olvidadas o poco cubiertas por los analistas pueden ser buenos lugares en los que buscar activos infravalorados. Por último, entender el comportamiento de los equipos directivos a lo largo del ciclo de sus industrias puede aportar un ángulo interesante para la inversión (como bien explica el libro “Capital Returns”). Nosotros organizamos nuestra búsqueda de ideas a partir de éstas y otras situaciones propias del comportamiento humano, que suelen provocar ineficiencias de mercado y nos permiten comprar buenas compañías a precios atractivos.

Para enriquecer y hacer más consistente este proceso de inversión, contamos con la ayuda de un Consejo Asesor, formado por especialistas en el campo de la Economía del Comportamiento. Este equipo está formado por Natalia Cassinello, profesora de Finanzas en ICADE; Pedro Rey Biel, profesor de Economía de ESADE; Pedro Bermejo, neurólogo en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid; y, Guillermo Llorente, el director general de Seguridad de MAPFRE.

A pesar de su fuerte crecimiento en los últimos años, el value investing nunca será una corriente dominante. Por definición, esta filosofía de inversión implica hacer las cosas de manera distinta a los demás. Para obtener resultados superiores, es necesario desviarse del pensamiento dominante para tomar un camino diferente, a menudo incómodo y que nos demandará paciencia y fortaleza mental para esperar a que el largo plazo nos dé la razón, al igual que humildad para revisar nuestra hipótesis de inversión cuando aparezca nueva información.

Más información aquí.

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