El lujo no a cualquier precio

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Firma: cedida (Alken).

TRIBUNA de Nicolas Walewski, socio fundador y gestor de Estrategias de Renta Variable, Alken. Comentario patrocinado por Alken.

En artículos anteriores comenté mi postura en relación con el sector energía tradicional y materias primas. Hoy me gustaría exponer mi opinión sobre el sector retail de lujo y cuales son las variables que en la actualidad nos hacen ser cautos a la hora de invertir en este sector.

Durante más de 10 años, el sector lujo ha tenido un comportamiento estelar en el mercado con un factor importante a tener en cuenta, que ha sido la polarización hacia acciones ‘instagrameables’, como Hermès y LVMH.  Esta buena evolución se ha visto impulsada por tres factores: en primer lugar, el efecto riqueza derivado de la subida de los mercados financieros y del precio de los activos inmobiliarios.

En segundo lugar, el efecto que la pandemia ha tenido en el consumidor, impulsando a gastar más en productos que en experiencias debido a los confinamientos y las restricciones de viaje y, por último, la ampliación de la base de consumidores de este tipo de productos. Hace 20 años, la cifra de asiáticos que compraba artículos de lujo era muy reducida. Y en este aspecto la evolución no ha venido tan solo en base a la nacionalidad sino también el género, en este caso los hombres, así como las clases medias o los jóvenes quienes también consumen más lujo.

El lujo ha ampliado su base de clientes más allá de los que normalmente se consideran ricos, de hecho, este fenómeno se ha visto amplificado por dos temas.  En primer lugar, las empresas de lujo se han renovado lanzando colaboraciones con marcas de streetwear y estrellas en el campo de la música.  Por otro lado, debido a los diversos confinamientos en todo el mundo, los consumidores han optado por mostrarse en las redes sociales con sus últimos productos de lujo en lugar de poder mostrarse en traje de baño en la playa.

Además, en lo que se refiere a la oferta, en tanto y cuanto las cadenas de producción no se hayan reestablecido seguirá habiendo problemas en la cadena de suministro, ya que hay muchos trabajadores, particularmente en China y otros países asiáticos, que todavía no se han reincorporado a sus puestos de trabajo y por tanto las cadenas de fabricación de muchos bienes, incluido el retail de lujo que requiere mano de obra artesanal, se encuentran bajo presión por falta de mano de obra.

En relación con la demanda, el sector del lujo y en contra de lo que piensan muchos, no está inmune frente a los embistes de la inflación. Los inversores más entusiastas quisieran pensar así, pero la realidad es muy diferente. En primer lugar, no tenemos certeza de que la clientela china, que representa el 30% de la demanda de artículos de lujo, reanude sus viajes a Europa. El reciente confinamiento de la ciudad de Shanghái es un recordatorio de hasta qué punto existen diferentes enfoques para afrontar la crisis. Además, existe un riesgo real de que los clientes de clase media se vean afectados por la inflación.

Todos estos riesgos que pesan sobre el sector lujo no están descontados en el precio actual de las acciones y de hecho observamos un nivel preocupante de complacencia en el mercado actual con respecto a dichas empresas. Si bien es cierto que las marcas más icónicas pueden aumentar sus precios entre un 5% y un 10% cada año sin que ello tenga un fuerte impacto en la demanda, esto no hace que el sector sea inmune a una corrección. A mi juicio, esto no se tiene en cuenta en absoluto en las valoraciones actuales.

Si bien la crisis de Ucrania ha agudizado el problema de la inflación, el inicio de las subidas de precio data de antes debido a que ya empezaron a aparecer distorsiones en la cadena de distribución con el estallido de la crisis del COVID-19. El impacto tampoco fue inmediato ni tan obvio, ya que pasaron seis meses hasta que la presión comenzó a reflejarse en los precios, y aún estamos tan solo al comienzo de esta tendencia.

En un entorno en el que los salarios más bajos también están aumentando la inflación tenderá a acelerarse, especialmente en el consumo discrecional. Obviamente, hay partidas de gastos de las que se puede prescindir, sin embargo, resulta difícil recortar en comida, usar menos electricidad o menos calefacción. Por ello hoy en día es crucial entender cómo se están aplicando las subidas de precio y en qué medida se pueden repercutir o no al cliente final para entender el impacto en márgenes.

En este entorno tan complicado, las compañías que mejor podrán capear el temporal se pueden dividir en tres categorías: los que tienen programas importantes de reducción de costes, los que tienen marcas fuertes y, por lo tanto, controlan los precios que cobran (el famoso poder de fijación de precios) así como los productores low-cost. Pero siempre y cuando podamos entrar cuando estas empresas tengan potencial alcista, y todavía no vemos que sea el caso.

Con todo lo anterior no quiero sugerir que no existan buenas empresas en el sector retail lujo, sino que, por un tema coyuntural de falta de equilibrio en la relación entre la oferta y la demanda, sumado a que no nos parece que las valoraciones actuales descuenten un escenario conservador para el sector, pensamos que habrá mejores momentos de volver a invertir en este tipo de compañías. En su lugar preferimos centrarnos en valores cuyas compañías tengan menos sensibilidad a un entorno inflacionista y de subidas de tipos.